TUXTLA GUTIÉRREZ. - Un vecino remueve un montículo de tierra de un espacio de la reserva del Parque Nacional Cañón del Sumidero; tras algunos segundos escarbando, del subsuelo emana un humo que, desde hace cinco años, ha mermado la salud de por lo menos 10 mil habitantes de la zona oriente norte de Tuxtla Gutiérrez y colonias circunvecinas del municipio de Chiapa de Corzo.
Ese humo, dicen pobladores de la colonia Vida Mejor, en Tuxtla Gutiérrez, no es el que se produce luego de una quema “normal” de pastizales o de selva, pues se trata de algo más grave: residuos tóxicos que camiones tipo “volteo” del Sistema Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (SMAPA) han vertido en al menos 200 hectáreas de esa Área Natural Protegida (ANP), los cuales extraen de las plantas de tratamiento de aguas residuales de la ciudad.
Pero la situación es más compleja de lo que parece, pues ya comenzó a impactar en la salud de las personas, como el caso de Margarita Martínez Ocaña (78 años de edad), quien desde hace 35 años padece de cáncer, pero la enfermedad se agravó al inhalar, de día y de noche, la polución tóxica que afecta ese sector.
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“Tengo cáncer y me han hecho operaciones, pero con todo esto que respiro, me hace mucho daño, cuando la recomendación de los médicos es que, de por vida, me cuide mucho, ¿pero así cómo le hago?”
La situación es tan complicada, dice la vecina afectada, que su hijo también sufre de las vías respiratorias de forma constante.
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SOCIEDAD HARTA
Las familias no soportan más. Incluso, han mandado a hacer algunas lonas con mensajes de molestia y hartazgo por la problemática, pero hasta ahora, ninguna autoridad los voltea a ver. De hecho, este mismo martes una autoridad llegaría para dialogar con ellos, pero los dejó “platados”.
Algunos denunciantes estiman que el problema tiene más de cinco años, pero no se habían dado cuenta de que en el lugar esos camiones tiraban una especie de pasta tóxica que se obtiene de las mencionadas plantas; “pura cochinada nos vienen a aventar”, dice una mujer presente.
La Silla Rota hizo un recorrido, junto a un grupo de afectados, por una gran parte del territorio perjudicado, mismo que, a pesar de ser una reserva natural, ha sido severamente dañado por quemas y, ahora, por una sustancia que atenta contra el ambiente y la salud de las familias.
Francisco Ramón Aguilar Pacheco, en voz de los pobladores inconformes, refiere que ese material que ha colocado el SMAPA en la ANP se deshidrató y se convirtió en una especie de “nata de combustible”, por lo que, desde noviembre o diciembre, el mismo “queda ardiendo como carbón, y el humo es muy tóxico”.
Lo que más le preocupa, detalla, es que en los últimos tres años se han registrado varias muertes de vecinos, por lo que considera que este ecocidio podría ser uno de los principales factores de esos eventos.
¿ABONO ORGÁNICO?
Al principio, rememora que la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) comentó que el material que el SMAPA vertía era orgánico y que ayudaría en la mejora de los suelos, sin embargo, descubrieron que ese argumento era falso.
“Porque son químicos lo que vienen a tirar, y lo tenemos que soportar todos los días”.
Tanto es el daño que varias colonias, además de Vida Mejor, donde él radica, han resultado afectadas como: Independencia 2000, Evolución Política, 27 de febrero, Arroyo Blanco, entre otras que colindan con esa parte de la Reserva Natural del Parque Nacional Cañón del Sumidero. Pero la situación sería mayúscula, pues como a 500 metros de profundidad está situado el río Grijalva o río Grande.
“Hasta la fecha ni una sola institución ha venido a darnos la cara, por eso exigimos que retiren el material que está en esas 200 hectáreas, porque de lo contrario, los problemas seguirán; ya no queremos respirar humo tóxico”, recrimina Francisco.
El año pasado, menciona, el SMAPA se comprometió, primero, a apagar el humo, y luego a retirar el material, pero nada ha ocurrido. Prueba de que se han movilizado, son los documentos que enviaron, en distintas ocasiones, a instancias como la Conanp y hasta la Secretaría de Salud. Todo queda en promesas.
Durante el recorrido, una mujer también toma un largo palo y comienza a escarbar en una zona quemada. Casi de inmediato, una espesa capa de humo sale de la tierra, cuyo extraño olor se percibe de inmediato. “Mire, ahí hay más humo”, señala otro hombre que camina con otras 20 personas sobre la reserva dañada.
Incluso, algunos de los presentes lanzan algún chiste sobre la situación: “Dicen que va nacer un volcán”.
Amada Pérez Díaz, fundadora de la colonia Vida Mejor, advierte que la mejor prueba de las afectaciones por inhalar humo tóxico se refleja en el deterioro de la salud de su hijo de 12 años de edad, quien ha pasado por las manos de varios especialistas y no se mejora.
“En la actualidad, padece de una hipertrofia amigdalina y rinitis alérgica, pero hemos batallado desde hace como cuatro años, cuando iniciaba esta problemática”. A esto se le suma el gasto que tiene que hacer en tratamientos.
Y le preocupa que, hace poco, le diagnosticaron a ella problemas en el corazón, al parecer, por la misma toxicidad de la polución que inhala todos los días.
De nueva cuenta, doña Margarita Martínez, quien radica en Vida Mejor como desde hace ocho años, suplica que se haga algo, pues la preocupación no es tanto por ella, sino por las nuevas generaciones que vienen en camino y que se quedarían con una problemática “demasiado nociva”.
Por el momento, los vecinos seguirán con la presión hacia las autoridades, e incluso enviarán pruebas al laboratorio para que quede mejor constatado el daño que esa sustancia arrojada les ha causado.
“¿Y la Conanp?”, dice otro hombre, quien cuestiona: “Según iba a reforestar, pero, ¿Dónde quedó esa reforestación? ¡Mire, no le importa!”