Para nadie resulta sorprendente que Pablo Gómez, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), deje su puesto tras haber ocultado —según advierten los financieros y abogados de Intercam, CI Banco y, por supuesto, Vector— diversos alertamientos emitidos por autoridades del Tesoro sobre transacciones y operaciones de empresas a nivel internacional, ligadas a actividades de lavado de dinero para el tráfico de fentanilo, mismo que había sido advertido por parte de la subsecretaria del Tesoro estadounidense a sus contrapartes mexicanas.
Resulta difícil pensar que una omisión de tal magnitud no tenga consecuencias. Pero también era previsible un desenlace similar desde que la UIF dejó de ser rentable, visible e influyente. Si bien Gómez tuvo ciertos aciertos —como en el caso del defenestrado Genaro García Luna—, estos palidecen frente a los de su antecesor Santiago Nieto, quien, con la Fiscalía General de la República, logró golpes espectaculares: el caso de Cruz Azul y Billy Álvarez, el congelamiento de 1,939 cuentas bancarias vinculadas al Cártel Jalisco Nueva Generación, la Estafa Maestra, la detención de Gerardo Sosa Castelán en Hidalgo, o el desmantelamiento de redes de explotación sexual y laboral en Tlaxcala, Ciudad de México y Quintana Roo. La presidenta Claudia Sheinbaum buscará retomar ese ímpetu.
La llegada de Omar Reyes Colmenares parece responder a esa necesidad de revitalización de una entidad crucial dentro del sistema de inteligencia financiera mexicano, quien además goza de las capacidades y credenciales para hacerlo, y que forme parte del círculo de confianza del secretario Omar García Harfuch lo posiciona como figura idónea para impulsar algo que se ha vuelto indispensable: la integración y una fusión real entre las distintas agencias de seguridad e inteligencia del país.
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Este relevo cobra aún más relevancia ante la inminente entrada en vigor de un tratado binacional en materia de seguridad negociado con Washington, el cual podría blindar a México, en los próximos 90 días, frente a la posible imposición de nuevos aranceles.
Uno de los temas centrales de esta agenda —de la que poco se ha hecho público— parece girar en torno al intercambio de información y la continuidad de los esfuerzos conjuntos contra el tráfico de fentanilo. También incluirá reformas para robustecer las capacidades operativas y legales de instituciones como la UIF.
Debe entenderse que muchos ordenamientos legales internacionales sobre terrorismo tienen como fundamento el lavado de dinero. En este nuevo paradigma, México necesita un lenguaje común con sus aliados estratégicos. No puede concebirse el desmantelamiento de organizaciones criminales sin incorporar el componente financiero. Es así de simple.
Por ello, para muchos, la designación en la UIF también tiene un fuerte componente político: coloca en manos del secretario más cercano a la presidenta la posibilidad de investigar a adversarios del proyecto oficial, tanto dentro como fuera del gobierno. Ese será el fantasma que ronde a quienes tiene planes distintos a los de la inquilina de Palacio Nacional, a quienes se desvíen, e incluso de quienes se portan mal y que incluso de quienes aún tienen la idea de encontrar su norte por aquellos caminos del sur.
Moneda al aire: ahora lo malo
El cobarde homicidio del delegado de la Fiscalía General de la República en Tamaulipas enciende todas las alertas. Habría sido sorprendido por sujetos armados en una de las vialidades más concurridas del estado. Todo parece indicar que Tamaulipas sigue sin remedio.
