Desde la década de los ochenta, Donald Trump asumía posturas relativas a la política económica de Estados Unidos: hablaba siempre de impuestos y de un proteccionismo muy cercano, tal vez, a lo que postuló en su momento la administración Reagan. Sin embargo, Trump se alinea más en tono con Reagan, pero se aleja en la práctica económica. Reagan impulsó la liberalización y la desregulación, mientras que Trump es más proteccionista y arancelario. Tal como lo había advertido el secretario de Estado Marco Rubio, cambiaría el nuevo orden comercial mundial.
Tal vez el último gran cambio en nuestro sistema económico mundial se dio con las conferencias de Bretton Woods, que tuvieron como propósito diseñar —después de la Segunda Guerra Mundial— un nuevo marco de cooperación económica internacional, en el que las monedas de los países del mundo se fijarían respecto al dólar estadounidense, y, a su vez, el dólar estaría respaldado por oro y que tuvo su fin al inicio de los setenta.
Gracias a estos cambios se crearon instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, pero sobre todo y a pesar de la mucha y muy variada problemática dio estabilidad, crecimiento y certidumbre para la expansión de comercio internacional y la cooperación multilateral y que al final dio comienzo en los 90’s de un sistema hiperglobal donde todos se integraban a la cadena de suministro y por supuesto en un sistema que permitía tener un rol tanto en la gestión y promoción del desarrollo, pero al ser parte del mismo, también se era parte del sistema de sanciones predominantemente administrado por los americanos para disuadir conductas, presionar cambios políticos y sociales, a través del aislamiento internacional, impuestos y puntos de presión, las consecuencias que devienen de estas guerras sin armas.
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El presidente Trump ha ejercido el poder de manera contundente que le otorgan estas herramientas y que curiosamente se habrían consolidado por años para crear un sistema económico más justo, más equitativo y sobre todo más equilibrado. Sin embargo, se ha instalado una narrativa hiperproteccionista y abiertamente impositiva para hacer America First, válido.
Paul Krugman, por ejemplo, ha advertido que este tipo de medidas (impuestos) pueden ofrecer un impulso a corto plazo: “las guerras comerciales y los aranceles elevan los precios para los consumidores y distorsionan el mercado global”. Por su parte, Joseph Stiglitz ha señalado que las medidas arancelarias sin coordinación mundial “fuerzan a la economía global a ajustarse de manera brusca, generando inestabilidad”. Otros medios especializados como The Financial Times o The Economist han criticado cómo estas medidas alteran las cadenas de suministro, elevando los costos de insumos en múltiples sectores.
Si miramos a la industria farmacéutica estadounidense —una de las más grandes del mundo—, podemos advertir que casi 72% de los ingredientes activos para su manufactura son importados, lo cual generará grandes impactos en sus ya de por sí altos precios. Las caídas históricas que se han observado en las bolsas mundiales advierten —según estimaciones recientes de analistas como Bloomberg Economics— que persisten riesgos de recesión, mientras que la inflación se reflejará de manera obvia e inmediata, conforme a los datos económicos recientes.
Por su parte el México de hoy abraza con enjundia los remanentes del neoliberalismo comercial que concibió este tratado de libre comercio de 1992, que si bien fue actualizado en la administración peñista como TMEC o USMCA, ha sido el principal porque se han evadido estos impuestos, las dádivas del TMEC ha hecho que hoy se tenga una barrera eficaz, pero próximamente inerme cuando sea el periodo de su renegociación en 2026. Parece una desviación si se quiere pensar que los más beneficiados de este sistema son sus críticos más feroces, hoy entre otras cosas si, pero gracias a él hay apoyos sociales, y una infraestructura nacional que fuera del mismo sería imposible concebir.
Los economistas siempre se preguntan ¿y después que? Es nuestro deber entonces preguntarnos si México está listo para renegociar en 2026, y cómo se preparará ante este nuevo orden mundial, pero como dice Trump y recuerden: “¡No sean débiles! ¡No sean estúpidos! ¡No entren en pánico. ¡Sean fuertes, valientes y pacientes, y el resultado será GRANDEZA!“
Moneda en el aire
La CIA evalúa si puede utilizar la fuerza letal en contra de los cárteles de la droga, el tema del narcotráfico se ha convertido en la más importante prioridad de la agencia de inteligencia de Estados Unidos. Si bien el reporte no indica que el presidente Trump haya ordenado a la CIA tomar acciones en contra de los cárteles, la administración –tal como lo dijo su próximo embajador en el país– pone todas las cartas sobre la mesa sobre esa posibilidad.
Gerardo Esquivel atinadamente escribió hace un par de días, respecto a la posibilidad del regreso del nearshoring que muchas empresas buscarán la relocalización a espacios donde pueden tener una excepción a esta guerra de aranceles, será labor de la diplomacia que perdure lo necesario para lograr que así suceda.
