Una vez más la imposición de aranceles a México y Canadá por parte del gobierno de los Estados Unidos y su posterior pausa, ha sido el tema con mayor cobertura mediática y conversación en las redes sociales. No es de extrañar, pues cada uno de los movimientos que ha hecho el presidente Donald Trump termina en boca de todos.
Expertos y uno que otro que no lo es, dieron rienda suelta a sus dedos para escribir y comentar sobre los aranceles y la postura que debería o no adoptar el Gobierno de México para hacerles frente. Los hay pesimistas, alarmistas, optimistas y más de alguno hasta los festeja o justifica.
Todas estas variadas perspectivas han generado desinformación o por lo menos confusión entre las y los ciudadanos, además de otorgar toda una batería de ataque a quienes critican de manera sistemática las acciones del actual gobierno.
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Intentaré simplificar, como lo dijo Donald Trump y lo explicó la presidenta Claudia Sheinbaum, los aranceles quedaron pausados para reiniciarse a partir del 2 de abril bajo la política de reciprocidad. Es decir, Estados Unidos cobrará aranceles en la misma proporción a todas aquellas naciones que también tengan aranceles a productos estadounidenses, no hay que darle muchas vueltas es bastante simple.
Si logramos tomar otra perspectiva sobre este tema se revelan algunas cosas interesantes, primero que nada, es entender que la geopolítica cambia, está en constante movimiento y por lo tanto, la diplomacia, el comercio, los aliados y los enemigos no siempre son los mismos ni se comportan igual. Los intereses, prioridades y conflictos de las naciones se adaptan a su realidad y es necesario que cada país haga los ajustes necesarios para amoldarse a un nuevo orden.
Por otra parte, todo trato comercial es susceptible de modificarse, creer que los orígenes del TMEC responden a las necesidades actuales es una visión necia y hasta cierto punto hipócrita. Lo que fue el Tratado de Libre Comercio envejeció y aunque se renegoció hace cuatro años, esto no quiere decir que responda a la actualidad.
Si bien es cierto que lidiar con Trump no es cosa fácil, estos conflictos han evidenciado la imperante de necesidad contemporizar las relaciones comerciales que tiene México con el resto del mundo, claro que hay que mirar hacia otros mercados, pero eso no quiere decir que tiremos por la borda todo el trabajo hecho por años.
Se dice que una de las etapas de la gestión de crisis es saber aprovecharla, es decir, puede ser que este sea el momento para reforzar el diálogo bilateral con Estados Unidos y construir una fuerte agenda conjunta, que no solo atienda la coyuntura, sino que tenga la mirada puesta en el futuro. También nos muestra la necesidad de ampliar el panorama comercial de nuestro país explorando otros mercados y socios. Por otra parte, México necesita urgentemente fortalecer el comercio y producción interna, reducir su dependencia exterior y ganar independencia económica.
Estos son solo algunos ejemplos de cómo la discusión sobre aranceles recíprocos tiene muchas más aristas que de las que nos permitimos explorar, desde esta columna extiendo una invitación a no verlo todo a través del mismo cristal, indagar las posibilidades que se abren ante panoramas, aparentemente adversos, son también la oportunidad de evolucionar hacia otras alternativas.