CABLEBÚS

Cablebús revisitado

Para que el Cablebús funcione de manera más eficiente, su implementación debe ir de la mano con la expansión del metro y otros servicios. | Roberto Remes

Escrito en OPINIÓN el

Hace unos días tomé el Cablebús en dirección a Indios Verdes justo al anochecer. Abordé en la estación Ticomán. En la cabina viajábamos dos personas, acompañándonos por unos cinco minutos hasta el metro. Al salir, la fila para abordar en dirección a Cuautepec era inmensa.

La Jefa de Gobierno, Clara Brugada, ha anticipado la construcción de cinco nuevas rutas de Cablebús. Aunque apoyo la decisión, es importante reflexionar sobre los retos crecientes que esto implicará.

Las cabinas del teleférico tienen capacidad para diez pasajeros, y en las líneas 1 y 2 la frecuencia de paso es muy alta, posiblemente ya en su límite. Actualmente, una cabina pasa cada seis segundos, lo que representa un máximo de seis mil pasajeros por hora en cada sentido. Sin embargo, en la práctica, esta cifra es menor, ya que se deben dejar cabinas libres para abordajes en estaciones intermedias. En total, el Cablebús transporta entre 50 y 60 mil pasajeros al día por línea.

Según la Encuesta Origen-Destino, en los distritos de Cuautepec, Reclusorio Norte y Ticomán se generan aproximadamente 400 mil viajes diarios, una cifra similar a la cantidad de viajes que reciben. Antes del teleférico, la mayoría de estos trayectos se realizaban en auto y transporte colectivo. Aunque el Cablebús ha transformado la movilidad en estas zonas, las largas filas en horas pico sugieren que sería conveniente implementar servicios complementarios.

Antes de la llegada del teleférico, la entonces Delegación Gustavo A. Madero invirtió en un carril de concreto para un servicio de Metrobús entre Indios Verdes y el Reclusorio Norte. Sin embargo, el proyecto nunca se concretó, a pesar de que gran parte de la inversión ya se había realizado.

Hoy, desde las cabinas del teleférico, se pueden ver autobuses que siguen atendiendo este corredor, con paradas más convenientes que las del Cablebús, cuyas estaciones están separadas por aproximadamente dos kilómetros (en contraste con el Mexicable, que optó por paradas cada kilómetro). Por ello, sería muy útil retomar el proyecto del Metrobús hacia Cuautepec.

Se prevé que la línea 4 del Cablebús conecte Metro Universidad con Padierna y Camino al Ajusco. A diferencia de Cuautepec, esta nueva ruta servirá a una zona con cerca de 600 mil viajes diarios. Aunque el Cablebús no será el único medio de transporte, es previsible que también enfrente problemas de saturación.

Con la construcción de nuevas líneas, la ciudad enfrentará varios desafíos: por un lado, la necesidad de extender el metro hacia las faldas de las montañas; por otro, la posibilidad de crear rutas redundantes en el servicio de teleférico, es decir, en lugar de una sola línea hacia Cuautepec, podrían existir dos con derroteros ligeramente distintos: por ejemplo, Politécnico-Malacates.

La aceptación del Cablebús es evidente. La gente se ha acostumbrado a las alturas, a los inconvenientes y a la saturación. En términos generales, la opinión sobre el servicio es positiva. Tomo el título de *Cablebús revisitado* como una referencia a la obra *El metro revisitado* de Marc Augé, quien hace un abordaje antropológico del transporte público.

Aunque he subido varias veces a estos teleféricos, sigo sintiéndome un observador ajeno en la Sierra de Guadalupe (línea 1), en Santa Catarina (línea 2) y en las cañadas de Chapultepec (línea 3). Al ingresar a la cabina o a la estación, simplemente observo, tomo fotos y escucho involuntariamente las conversaciones. Estoy convencido de que este modo de transporte ha cambiado vidas para bien.

Estas infraestructuras transforman el entorno y generan sentido de pertenencia. A la gente no le importan los errores en la planeación, que he señalado desde hace cinco años, errores que están en gran medida detrás de las interminables filas en horas pico.

Para que el Cablebús funcione de manera más eficiente, su implementación debe ir de la mano con la expansión del metro y otros servicios. Líneas más cortas ayudarán a reducir la saturación. El récord de longitud no le sirve a los usuarios.

Todo indica que la Ciudad de México llegará a tener una veintena de líneas de Cablebús. Clara Brugada entregaría la línea 8, y este sistema de transporte podría seguir siendo un tema de discusión en las elecciones de 2030. Su desarrollo continuará integrando a las alcaldías montañosas con el transporte masivo, acercándonos a una cobertura plena.

Dado que la ciudad avanza hacia una amplia cobertura de teleféricos en las zonas montañosas, sería beneficioso que la planeación fuera más profunda que hasta ahora. Es decir, desde la ubicación de las estaciones y las columnas hasta la integración y ampliación del equipamiento urbano en las colonias de montaña. Además, sería conveniente explorar la posibilidad de fabricar componentes localmente. Para ello, antes de que termine el sexenio, deberíamos conocer las rutas aproximadas del conjunto de Cablebuses que la ciudad debería desarrollar.

Roberto Remes

@ReyPeatonMX