La toma de protesta de Donald Trump, tuvo en el lema “el comienzo de la edad dorada de los Estados Unidos”, eje de su discurso. Su propósito, devolverle la “grandeza” manufacturera a su país.
Amén de su plan de aplicación de aranceles, la pregunta obligada es ¿cómo logrará recobrar la industrialización de la economía? ¿qué consecuencias generaría con ello? Hay que decirlo, Estados Unidos podría conseguirlo al costo de lo que sea. Ya lo hicieron cuando cambiaron el patrón Oro por el dólar como moneda de cambio comercial.
Ese hecho, dio paso a las crisis petroleras y económicas de la década de los 70 y 80 que resultaron en el inicio de la globalización. Ahora, el sentido que los Estados Unidos quieren imprimir, es el inverso, volver a los “mercados cerrados”, fortalecer la producción local y eliminar importaciones.
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En otro momento, ese discurso que tanto aplaudieron propios y extraños habría parecido de un gobierno paternalista y comunista, pero como hoy lo dice Trump, levanta las expectativas de muchos analistas que ven con amargura el posible fin de la globalización.
Pero ¿cómo logrará Trump la repatriación de las manufacturas? No es tarea fácil, ya en su primer mandato había amenazado a las empresas automotrices que no trasladaran sus plantas de producción de México a los Estados Unidos. Ninguna planta se movió de México.
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Ya lo decíamos en una entrega anterior, repatriar a todas las empresas estadounidenses no es cosa fácil y difícilmente sucederá en un mercado y un mundo distintos a la década de los 60 y 70. Tan sólo la deuda pública que enfrenta el gobierno de Trump, es colosalmente superior a la de aquellos tiempos cuando la manufactura americana era dorada.
Pero c??mo cambiaron los Estados Unidos su vocación manufacturera por una dependiente de las importaciones. En principio, fue causa de la globalización que buscaba elevar los rendimientos de las ganancias fabricando en países con mano de obra barata, en paralelo, la riqueza y el ahorro de los estadounidenses, se incrementarían invirtiendo en los mercados financieros, pues la lógica era financiar nuevas plantas productivas en otros países que, puestas en marcha, entregaría rendimientos al erario público.
En otras palabras, inició la era de la especulación y las burbujas financieras que, a partir de la década de los 70 se hicieron cada vez más recurrentes y funestas para ahorradores, inversionistas y países. Los mercados financieros de alguna manera han roto con algunos de los principios básicos de la economía y han generado llamémosle una “economía alterna” que continúa generando “rendimientos” pese a que la economía global, se encuentra estancada en medio de una espiral inflacionaria que no ha sido controlada desde la pandemia.
En un tiempo y México lo tiene bien aprendido, cuando iniciaba una crisis provocada por el excesivo gasto público, los mercados financieros colapsaban y los países quebraban. En el caso de Estados Unidos, esto no ha ocurrido porque aún controla los mercados financieros y los rendimientos de ahí obtenidos, les permiten seguir imprimiendo dinero sin un respaldo productivo interno. Tomar esas ganancias producto de la especulación global, podría funcionarle a Trump para devolverle el liderazgo manufacturero global.
Por ello presume que podría controlar la inflación en Estados Unidos pues Trump apostaría por recoger los rendimientos generados en los mercados bursátiles que le darían cierto respiro, pues en otras condiciones, la economía estadounidense estaría quebrada y colapsada.
Que esos rendimientos son privados, es decir de inversionistas, ahorradores y empresas, cierto, pero los principales conglomerados estadounidenses, siguen siendo las grandes petroleras y las empresas tecnológicas que lideran los crecimientos en los mercados bursátiles. Ambos grupos de empresarios, no dudarán en caso de compartir objetivos, en apoyar a su presidente.
Sólo como ejemplo, el índice Dow Jones reporta un rendimiento del 73% desde el año 2020 a la fecha. En ese mismo período, el Nasdaq creció 130%; el S&P500 102.5%, la bolsa de Londres 29.9%, el índice Nikkei de Japón 84% y la Bolsa de Frankfurt 76.5%. En todas esas bolsas, hay un fondo de inversión norteamericano.
Todo esto, mientras la economía global no crece por arriba del 2% anual y la economía de Estados Unidos se encuentra estancada. Las dos principales criptomonedas (bitcoin y etherum), reportan ganancias de 1,237 y 1,450% respectivamente en los últimos cinco años. Esto gracias, a la especulación.
Así fue como la grandeza manufacturera de los Estados Unidos dio paso a las ganancias especulativas mientras China tomaba el control de la fabricación mundial de bienes de consumo.
Por eso Trump reclama la reindustrialización de su país, el asunto es que sólo tiene cuatro años y en caso de que realmente lo intente con medidas radicales o, con la continuidad de su partido en el gobierno, esto les llevaría muchos años. La globalización hasta donde hoy la conocemos lleva 40 años y la ascensión de China tiene 30 años.
Trump es temerario, pero un movimiento radical provocaría una crisis mundial más allá de lo económico, por eso pensamos que esperará a la renegociación del T-MEC para intentar contener a China, pero de eso, hablaremos en la próxima entrega.
