COMERCIO GLOBAL

Donald Trump Reloaded: Hegemonía y Unipolaridad

Estados Unidos pasa por una de las crisis económicas más grandes de su historia. | Ismael Jiménez

Escrito en OPINIÓN el

La segunda llegada de Donald Trump a la Casa Blanca es para algunos una esperanza para contener el ascenso de China y Rusia mientras que, para otros, sería, vaticinan algunos, una calamidad.

En México, por ejemplo, algunos salivan con la idea de que el nuevo gobierno de Trump se convierta en un obstáculo para el gobierno de Claudia Sheinbaum.

De hecho, hay quienes añoran que los grupos de narcotráfico mexicanos sean tipificados como terroristas para ahora sí, recibir con los brazos abiertos la anhelada intervención extranjera, pero de esto hablaremos en la segunda parte de esta columna. Ahora hablaremos de los escollos que deberá sortear el nuevo mandato de Trump y lo que significará para el entorno global.

La amenaza de llenar el “libre mercado” con aranceles no es otra cosa que la continuidad de la guerra comercial de Donald Trump contra China, sólo que ahora, el entorno mundial es mucho más complejo que hace ocho años.

En primer lugar, existen dos conflictos armados a los que el gobierno estadounidense ha apostado miles de millones de dólares. Dos apuestas que, de salir airoso, le darían el control estratégico del intercambio comercial mundial amén del acceso a todos los recursos energéticos y minerales que poseen Ucrania y Oriente Medio.

Como segundo término, los Estados Unidos han dejado de ser el coloso industrial que lo colocó en la cúspide de la hegemonía global, cierto, mantienen el liderazgo mundial en términos financieros, pero hoy más que nunca esa hegemonía está en riesgo.

Y es que la fiebre entusiasta de algunos de que Trump es la locomotora que promete devolver la grandeza americana y mantener para sí el control hegemónico económico, industrial y tecnológico, parecen perder de vista que los Estados Unidos, pasan por una de las crisis económicas más grandes de su historia.

Su deuda pública representa el 127% de su PIB, esto significa que la Unión Americana gasta más de lo que produce lo que se traduce en inflación y mayores tasas de interés que encarecen el crédito, que a su vez impactan los costos de producción generando así, una crisis recurrente que no será resuelta con las recetas del pragmatismo económico que aplicaron en muchos países de América Latina.

Pero cómo llegó hasta aquí la otrora economía más poderosa del mundo que, si bien es la más grande en volumen, esto sólo se refleja en su capacidad de consumo, pero no de producción que es donde radica la crisis actual de los Estados Unidos.

Lo anterior explica la guerra arancelaria que pretende desatar Trump especialmente con China, pues el país asiático, es hoy la fábrica del mundo y para ejemplo es el ascenso de la industria automotriz que, en la transición a la electromovilidad, los fabricantes chinos están desplazando del mercado a todas las marcas de occidente incluidas las de Japón y Europa.

Sólo el liderazgo de China en la industria de autos eléctricos, está marcando una reconfiguración del mercado global y de la influencia que esto tendrá en la geopolítica mundial.

Pero regresando a la deuda pública de los Estados Unidos, la administración Trump, jugará con fuego en caso de llevar su guerra arancelaria a los extremos prometidos, esto porque China, posee el 30% de la deuda estadounidense y buena parte de la lucha de fuerza entre ambas naciones, se dará en este terreno, pues en un movimiento de China para vender los bonos deuda americana, provocaría una crisis mayor devaluando al dólar.

La pregunta es, cuándo podría ocurrir esto, ya que en caso de que el gobierno chino tomará una decisión como esa, estaría revaluando al yuan por encima del dólar, cosa que los chinos no quieren que suceda pues mientras el dólar continúe débil, su capacidad de consumo será mayor, sobre todo, si las necesidades estadounidenses, son cubiertas con productos chinos.

Así que el gobierno de China, por el momento, mantendrá en sus manos la deuda estadounidense esperando que aumente su déficit público para entonces sí, deshacerse de los bonos de deuda americana. Hay quienes piensan que esto no sucederá y que con Trump, la economía de Estados Unidos volverá a despuntar, el asunto es que, en una guerra encarnizada de aranceles, no sólo contra China sino con Europa y México, la economía estadounidense se aislaría cuando paradojicamente busca recuperar su grandeza exportadora en un momento que su balanza comercial es decifitaria.

Por otra parte, recientemente, el congreso de Estados Unidos volvió a aprobar un nuevo techo de endeudamiento para que el gobierno tenga mayor margen de operación, el asunto es que dicha decisión se viene realizando desde al menos hace 15 años sin lograr superar la crisis económica, pues la medicina ha consistido en imprimir dinero artificial sin recuperar su vocación industrial y exportadora.

Bajo este escenario, más aranceles, significan más inflación, bajos salarios y caída de la economía interna. Pero entonces, a qué apuesta Trump.

En primera instancia, la administración Trump apostará a su liderazgo en los mercados financieros, pues, aunque ha comenzado un proceso para dejar de utilizar al dólar como moneda de intercambio comercial por algunos países, al menos el 50% de comercio mundial aún se realiza con esta moneda que, junto con la deuda de algunos países con Estados Unidos, le garantizan un margen de ganancia y entrada de dólares que le permitirán seguir con su política de presión financiera.

El otro aspecto es la apuesta de Estados Unidos a despuntar como potencia tecnológica con la producción de chips y convertirse en el líder de la revolución ciberténica. Esto, podrían devolverle la hegemonía a la Unión Americana, el asunto es que, China, Rusia y la India, tienen también un liderazgo mundial que ejercer en la materia. Pero estas apuestan no resultarán, aún tienen el recurso de la guerra.

Así que, cualquier movimiento mal calculado de la política arancelaria de Trump, podría convertirse en un boomerang que no sólo se manifestaría en mayor inflación, podría marcar el fin del dólar como moneda global de cambio lo que relegaría a la economía estadounidense a un segundo plano perdiendo liderazgo mundial. Así que los nuevos inquilinos de la Casa Blanca, deberán pensarse un poco más la política que implementarán con México, pero de esto, hablaremos en la siguiente entrega.

 

Ismael Jiménez

@ijm14