Con una frase similar, Movimiento Ciudadano optó por cancelar a una parte más representativa del electorado, que ellos mismos. No fue sólo el rechazo a una dirigencia polémica, como la de Alito Moreno, sino a la expresión que dio cabida a la primera curul que obtuvo su hoy candidato a la Presidencia.
A lo largo de la vida he conocido y he convivido con gente de todas las fuerzas políticas vigentes y de algunas que han perdido el registro. Tengo amigos priístas o que han sido postulados por el PRI. Tengo más amigos panistas, pero no me considero panista porque creo en el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. También tengo amigos muy queridos en MC: conozco militantes y candidatos de ese partido que, individualmente, me inspiran. Una frase lapidaria como la del título de este artículo anula a las personas con las que perfectamente me imagino convergiendo en los años venideros.
En general, la agenda de MC es transitable para quienes apoyamos a Xóchitl Gálvez. Lo que genera rechazo, para mí y muchos otros, más que el hecho de no haber apoyado a la Coalición Fuerza y Corazón por México, es que su candidatura testimonial se base en manipular la percepción acerca de la coalición, y desde luego en superficialidades como sus canciones pegajosas, un bailecito y hasta un falso alcoholismo, para empatizar con la juventud, pudiendo impulsar verdadera agenda de Estado. Su propaganda no trata de convencernos de que van en segundo lugar, como dicen, sino de que la candidata oficial es inalcanzable.
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Hoy se pide al candidato de MC que decline a favor de Xóchitl Gálvez. No tengo problema con que no lo haga, pero si lo comparo con su compañera de partido, Patricia Mercado, que en 2006 se negó a declinar a favor de Andrés Manuel López Obrador, noto que hay de candidaturas minoritarias a candidaturas minoritarias: en aquel entonces había una agenda clara que posicionar, como los derechos de las mujeres, de la comunidad LGBT y los laborales.
Hoy podrá haber un recetario de propuestas, pero MC carece de visión estratégica sobre la urgente reforma del Estado, del sistema de partidos, ni siquiera una preocupación real por el ataque oficial a los equilibrios del sistema político. ¡Para MC el problema es el PRI, que no tiene el poder, no es problema un presidente que viola la Constitución a diario, no la mega corrupción de quienes le rodean, no Morena!
El culto a la superficialidad que representa una supuesta “nueva política”, viene acompañado lo mismo de figuras frescas, que no ganarán sus elecciones, que de figuras polémicas: un asesino confeso, una ex alcaldesa que el propio Movimiento Ciudadano había rechazado en otros momentos y la convivencia en sus bancadas con personas acusadas de violencia vicaria.
Movimiento Ciudadano negó sus derechos y violentó a Indira Kempis, cuando osó presentarse como precandidata a la Presidencia sin contar con la venia del patriarca ni de sus seguidores. Como partido, MC es, por lo menos, tan igual a cualquier otro.
Por años mi “por qué partido nunca votaría” fue el PRI. Hoy, sin embargo, uno de mis 6 votos será para el PRI. En otras circunstancias esto podría volver a cambiar: fundamentalmente cuando el Estado democrático, la independencia del Poder Judicial, los órganos electorales, de transparencia y de derechos humanos no estén en riesgo. Hoy ese partido por el que no votaría es Morena, es el PT, es el PVEM ... ¿Es MC?
Un decreto como “Con MC ni a la esquina”, deja fuera del horizonte político a personas que valen la pena y que no pertenecen a los pactos de la cúpula: En el PRI, en el PAN, en el PRD también hay gente que vale la pena, así no dominen “los progres buenaondita” en los que la cúpula de MC se refugia para esconder su perversidad de clóset.
Entonces, la sentencia intolerante de “Con MC ni a la esquina”, o PRI, o PAN, o PRD, o Morena, etc. anula personas por las que no sabemos si en otra circunstancia, en el futuro, podríamos llegar a votar. En esta elección, MC, pese a que pueda tener buenas propuestas, está jugando un rol político a favor del siniestro López Obrador, y ese rol no altera mi buena impresión acerca de las individualidades.
Si alguien quiere votar por MC a nivel municipal (a pesar del título de este artículo, en Coyoacán lo haré por Sofía Provencio), no veo mayor problema: allí no se juega el futuro del Estado. Si en Jalisco votan naranja, suena lo más lógico porque Enrique Alfaro hizo un gran papel.
Sería lamentable, pero como demócrata puedo convivir con quienes lo hagan, apoyar a las huestes del niño berrinchudo en Nuevo León, desaprovechar la oportunidad de sacarle el aire a Morena en Guanajuato, Morelos, Puebla, Veracruz, Yucatán y por supuesto en la Ciudad de México, con el probable triunfo de Libia Denise, Lucy Meza, Eduardo Rivera, Pepe Yunes, Renán Barrera y Santiago Taboada.
Lo que resulta inaceptable es darnos el lujo de cantinflear el voto para la Presidencia de México: o estamos a favor del desmantelamiento de las instituciones políticas del país a través de Morena, o estamos en contra. Esta elección presidencial no admite tibiezas.
En esta elección, MC cumple un rol que da asco: ocultar los verdaderos riesgos de nuestra frágil democracia, desviar la atención frente a esta última oportunidad en décadas, convertir la discusión en un pegajoso pero paupérrimo jingle. Así, al menos en esta elección, ni a la esquina, como dicen ellos mismos para un rival que, por cierto, obtendrá más votos que los fosforescentes.