URBANIZACIÓN

La elección es urbana

El próximo año, las elecciones se definirán en las ciudades. | Roberto Remes

Escrito en OPINIÓN el

México está experimentando una creciente urbanización. Recientemente, se dieron a conocer los resultados del análisis metropolitano del Censo de Población y Vivienda 2020. Según el Consejo Nacional de Población, en colaboración con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía y Vivienda, se ha determinado que en nuestro país existen 92 áreas metropolitanas, donde reside un total de 76.5 millones de habitantes, lo que representa un 60% de la población total, que asciende a 126 millones.

Este análisis divide la población metropolitana en tres categorías: los habitantes de Zonas Metropolitanas, que suman 63 millones; aquellos que viven en municipios de gran tamaño que no se han fusionado con otros, con una población de 11 millones; y aquellos que residen en conurbaciones municipales, quizás con menos peso regional, siendo la más poblada Lázaro Cárdenas, con 187 mil habitantes urbanos.

Lo que estas cifras resaltan es la creciente orientación urbana de nuestro país. En los próximos censos, es probable que el peso de las áreas metropolitanas continúe aumentando, ya que la población sigue buscando concentrarse en las ciudades. Esto se debe a razones lógicas: en las ciudades se encuentran disponibles servicios de educación, salud, entretenimiento, comercio y empleo, mientras que en las zonas rurales persiste la pobreza.

A pesar de que las ciudades son un logro importante de la humanidad, las nuevas tecnologías tienen el potencial de cambiar y ampliar radicalmente esta dinámica. En Ruanda, por ejemplo, se ha desarrollado la capacidad de distribuir insumos médicos, incluyendo sangre y órganos, a través de un sistema de drones conocido como Zipline que llega a todos los rincones de ese país.

Quizás no sea posible tener médicos en cada localidad ni establecer hospitales en cada municipio, pero la tecnología satelital, la inteligencia artificial y los drones pueden contribuir a universalizar el acceso a la salud, la educación y la alimentación. No obstante, la solución aún recae en las ciudades, donde profesionistas, proveedores de bienes y servicios, acceso a internet, preparación y conocimiento convergen. Claramente, existe el desafío de llevar estas capacidades al campo, pero mientras esto no ocurra, las áreas rurales continuarán enfrentando dificultades, como la falta de agua, preparación, dinero y los beneficios de las áreas urbanas.

El próximo año, las elecciones se definirán en las ciudades. Las zonas rurales tienden a votar menos y, a menudo, utilizan mecanismos corporativos controlados por el gobierno en turno, lo que es especialmente notable en un sistema político caracterizado por la demagogia. La esperanza de derrotar a la abrumadora maquinaria autoritaria de Morena se encuentra en las ciudades, al persuadir a las clases medias para que participen en las elecciones masivamente.

Con la abstención, el 2 de junio será un día de paseo para el nuevo "Partido de Estado", pero si la ciudadanía urbana acude en masa a las urnas, estos seis años serán solo una pesadilla para el país. En 2024, sin duda, la elección se decidirá en las ciudades.

La agenda urbana, por lo tanto, tendría que ganar terreno en las discusiones. En lugar de destinar recursos considerables al pretencioso y ecocida Tren Maya, el gobierno debería haber enfocado sus esfuerzos en la creación de redes de trenes regionales en torno a las grandes zonas metropolitanas. Comprender que no todo tenía que construirse en seis años, salvo un sólido sistema de planeación, habría permitido fortalecer el transporte público en las áreas urbanas con más de un millón de habitantes. Esta inversión habría beneficiado a millones de personas, mucho más rápidamente que los ferrocarriles peninsular e istmeño, que tardarán décadas en ser útiles para amplios segmentos de la población.

Si la agenda urbana adquiere relevancia en la conversación nacional, no debemos relegar al campo. Las soluciones urbanas deben tener la flexibilidad necesaria para llegar de manera gradual a las pequeñas comunidades, creando capacidades, oportunidades y aspiraciones en sus habitantes más jóvenes. Esto permitiría preservar lo mejor de la vida no industrializada, al tiempo que se aprovechan los beneficios del mundo moderno. De esta manera, los habitantes de las zonas rurales dejarán de ser abstencionistas o votantes corporativos, y podrán contribuir activamente a las decisiones democráticas de nuestro país.

 

Roberto Remes Tello de Meneses

@ReyPeatonMX