En medio del intenso debate sobre la constitucionalidad de la reforma al Poder Judicial, el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Javier Laynez Potisek, mostró su descontento y sorpresa ante el voto de su colega, Alberto Pérez Dayán, quien no se sumó al bloque de ministros que buscaban declarar inconstitucional la norma.
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En entrevista con Azucena Uresti para Radiofórmula, Laynez señaló: “Sí nos sorprendió el voto de Pérez Dayán, pensamos que sería parte de los 8 (ministros que votarían a favor del proyecto del ministro Juan Luis González Alcántara)... cada quien debe hacerse cargo de sus decisiones, habrá que preguntarle cuáles fueron sus motivos”.
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Laynez explicó que la decisión de Pérez Dayán fue clave para que no se alcanzaran los ocho votos necesarios para declarar la inconstitucionalidad de la reforma judicial. Al no conseguirse el número suficiente de votos, la Corte desestimó la acción, una figura legal que, según Laynez, implica que la demanda se archiva sin efectos: “Desestimar la acción es como si no hubiéramos visto nada, como si la guardaras en el cajón. No declaras la inconstitucionalidad, pero tampoco dices que es válida”, explicó.
El ministro subrayó que esta desestimación no cierra la posibilidad de que el tema se aborde en el futuro, especialmente a través de amparos individuales. “Los amparos siguen por su propia vía. Podría ser que, en algún juicio de amparo, un juez o una jueza fallara en su contra, pero únicamente tendría efectos para esa persona”, señaló.
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En cuanto a las implicaciones de esta decisión, Laynez expresó preocupación sobre los límites del poder del Congreso en la reforma constitucional. Planteó que la negativa de declarar inconstitucional la reforma podría interpretarse como una carta blanca al órgano reformador: “¿Se le va a reconocer a un órgano del Estado, que es el órgano reformador, un poder ilimitado?”, se cuestionó.
Laynez ejemplificó el peligro potencial de una autoridad sin control judicial, especulando sobre un posible cambio hacia un estado confesional que privilegiara una religión, una medida que, según él, no podría ser contrarrestada judicialmente. “Es muy decepcionante esa posición... La Corte mexicana que había sido modelo a seguir en Latinoamérica, por sobre todo en materia de derechos humanos... hoy bloquea”, comentó, lamentando la dirección que podría tomar el máximo tribunal del país.