De niños, Manuel Durango (53 años) y Ricardo Becerra (65 años) soñaron con bailar, jugar y correr, pero la poliomielitis truncó sus pasos. A Manuel, la enfermedad lo alcanzó con apenas mes y medio de nacido; a Ricardo, cuando tenía dos años. El virus afectó su sistema nervioso y redujo su movilidad, pero no su deseo de comunicarse. Hoy, ambos son locutores reconocidos que encontraron en la voz el espacio donde permanecen de pie.
“Desde el mes y medio de nacido, me atacó la polio”, recuerda Manuel. “Me contaron que no me podía sentar; en palabras de mi mamá, era como una cabuya”. Desde entonces camina con muletas axilares y coordina programas radiales. Ricardo, diseñador industrial y docente, utiliza bastones y una silla de ruedas, pero no detuvo su impulso creativo. “La polio me visita y sin permiso entra en mi cuerpo”, dice con serenidad.
Voces que encontraron su camino en la radio
Manuel inició su carrera en la locución a mediados de los años noventa. “Mis primeros trabajos usando la voz fueron en un almacén en Fontibón, invitando a la gente a almorzar. ¡Era muy feliz!”, cuenta. En 1996 ingresó a la emisora de la Universidad Nacional, donde empezó como operador y más tarde cumplió su meta de hablar ante el público.
Te podría interesar
Ricardo orientó su vida profesional hacia el diseño industrial y la enseñanza. En 1998 formuló un proyecto sobre el concepto de “Maxivalía”, una idea que promueve el reconocimiento del potencial de las personas con discapacidad. Su experiencia lo llevó también al mundo de la locución corporativa, desde donde impulsa la comunicación inclusiva.
Ambos relataron a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que la radio y la palabra les ofrecieron una forma de movilidad distinta. La voz se convirtió en su herramienta para construir independencia y transmitir mensajes de conciencia y esperanza.
Te podría interesar
TAMBIÉN LEE: La historia del hombre que pasó de ser mendigo con poliomelitis a aprender a leer y ser médico
“La historia no se podía repetir”
Las experiencias de infancia marcaron su compromiso con la vacunación. Ricardo y su esposa siguieron los esquemas de inmunización de sus hijos con rigor. “La historia no se podía repetir”, afirma.
Manuel también fue cuidadoso con la salud de su familia. “Desde que supe que iba a ser papá, empecé a documentarme sobre las vacunas. Yo seguí a rajatabla todo el esquema que nos recomendaban los médicos”, relata. Su mensaje es claro: “Es muy triste para un padre darse cuenta de que la falta de una vacuna puede causar sufrimiento a un hijo”.
Ambos coinciden en que las vacunas protegen y representan una decisión informada. Su llamado se suma al de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que en el marco del Día Mundial contra la Polio (24 de octubre) exhortó a reforzar la inmunización en la región.
31 años sin poliomielitis en las Américas
La OPS recordó que el último caso de poliovirus salvaje en el continente se registró en Perú en 1991, y que desde 1994 las Américas mantienen la certificación de zona libre de polio. Sin embargo, la organización advirtió que este logro enfrenta amenazas por la baja cobertura de vacunación.
El doctor Jarbas Barbosa, director de la OPS, explicó que “proteger y fortalecer los programas de inmunización es un acto de amor, solidaridad y responsabilidad compartida”. La poliomielitis, indicó, sigue siendo una enfermedad que no tiene cura y puede causar parálisis o incluso la muerte por afectación respiratoria.
En 2024, el 83% de los niños en la región recibió la tercera dosis de la vacuna antipoliomielítica, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda mantener coberturas superiores al 95% para prevenir rebrotes.
Un llamado colectivo a la acción
Ante esta situación, la OPS pidió revisar los esquemas de vacunación infantil, acudir a los servicios de salud y fortalecer la vigilancia epidemiológica. También instó a los gobiernos a garantizar recursos suficientes para sostener los programas de inmunización y a los profesionales sanitarios a ofrecer información veraz.
Desde sus micrófonos en Bogotá, Manuel y Ricardo amplifican ese mensaje. “Usted que es papá y usted que es mamá, vacunen a sus hijos contra la poliomielitis”, dice Ricardo. Su testimonio refleja cómo la voz puede convertirse en memoria viva y en recordatorio de que la prevención mantiene a las nuevas generaciones fuera del alcance de la enfermedad.
VGB