Lavar platos, servir a comensales y hacer limpieza, son parte de las tareas que David debe realizar en la cocina donde trabaja desde hace dos semanas. David es una persona migrante que abandonó su país, Haití, para buscar una vida mejor y por el momento vive en México en su paso a los Estados Unidos.
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Todos los días, David sale del hotel donde vive con varios amigos haitianos para desplazarse al mercado Juárez. A pesar de que trabaja en silencio y de manera muy discreta, cuando se habla con él, pareciera que todo se le va entre risas.
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“Yo veo en México un lugar para poder hacer los sueños, porque en mi país es más difícil, por los problemas políticos y de pobreza”.
Luego de salir de Haití, David vivió un tiempo en República Dominicana, donde a pesar de vivir un poco mejor que en su país de origen, las cosas no eran lo suficientemente buenas.
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Ya son aproximadamente cuatro meses que el migrante lleva viviendo en México, un poco menos en el Ciudad de México y unas dos semanas como empleado de cocina.
Luego de varios meses de camino entre mar, selva y ciudades, David llegó a la Ciudad de México.
Pero para alguien que dejó a su familia y sufrió el largo camino de Haití a México, las tareas en la cocina deberían ser sencillas, sin embargo David aún debe poner atención a las encomiendas de Guillermo Castañeda, su empleador, y sus compañeras de cocina.
Actualmente, David se encuentra realizando su trámite como refugiado para poder seguir su camino a los Estados Unidos y solicitar asilo en el país vecino.
“De como 100, nada más 3 tienen actitud para trabajar"
“No les gusta trabajar y creen en el sueño americano, allá no les van a regalar las cosas, aquí no trabajan bien, no hacen bien su labor, allá menos porque son más discriminatorios”, es la experiencia del comerciante Guillermo Castañeda, quien desde hace meses ha empleado a migrantes en su cocina ubicada en la colonia Juárez.
El aumento del flujo de personas migrantes en la zona de la colonia Juárez, donde se encuentran las oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) cambió la situación para los comerciantes de la zona.
Para el propietario de una cocina del mercado Juárez, las solicitudes de trabajo por parte de personas migrantes aumentaron exponencialmente.
Y es que los anuncios colocados en el local situado en la zona de comida donde se solicitan ayudantes fueron la opción para muchos extranjeros, aunque, para el comerciante, no todos tiene la disponibilidad de ser un buen trabajador.
“Son difíciles, pocos migrantes, de como 100 que han venido, nada más 3 tienen esa actitud de trabajar bien, porque los demás son terribles”, asegura el empleador.
En la cocina se contrata a quien busque trabajo y tenga las ganas de trabajar, pero el apoyar a los migrantes se volvió, sin querer, en una labor en la que los dueños del negocio de comida cayeron sin buscarlo.