Ataviado con un uniforme de seguridad privada, Roland cuida una tienda de ropa en la colonia Roma. A pesar de que no habla muy bien el español, el migrante de origen haitiano pudo conseguir el trabajo de guardia gracias a la insistencia con sus jefes.
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Roland dejó Haití en octubre pasado. Al igual que los demás migrantes originarios de ese país, la situación política y económica lo orilló a migrar a los Estados Unidos.
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Todas las mañanas, Roland debe salir del departamento en Iztapalapa donde, junto con su primo, renta. Primero toma la línea 8 del metro y luego de dos transbordos sale de la estación Niños Héroes para caminar hasta su trabajo en avenida Álvaro Obregón, una de las más cosmopolitas del barrio de la Roma.
“Bien, México es bien, la gente es bien y este trabajo me gusta”, dice con el poco español que habla.
Mientras parejas, turistas y paseantes pasan por la tienda de ropa donde trabaja, Roland observa desde la banqueta con un perfil bajo. Y así hasta que pasan las ocho horas de su turno y vuelve a su casa en Iztapalapa.
“Me voy a quedar en México”
La tranquilidad de México y el haber conseguido un trabajo formal han hecho que Roland detenga su camino a Estados Unidos. La decisión está tomada, México será su nuevo hogar.
“Cuando yo salí de mi casa, yo buscaba la vida mejor, pero aquí es muy tranquilo, tengo trabajo, me quedó aquí”, explica mientras vigila desde afuera de la tienda de ropa.
En los dos meses que lleva viviendo en México, Roland no ha vivido racismo o alguna experiencia negativa, lo cual ayudó a que decidiera quedarse en México.
“Cuando llegué a México, encontré trabajo y vivo una vida mejor, vivo tranquilo y me voy a quedar aquí”.
Y es que las experiencias de algunos compatriotas que han llegado a los Estados Unidos sobre el racismo y los tratos por parte de algunas personas han hecho que rolan no quiera llegar al país vecino.
Sin embargo, la felicidad con que Rolan dice vivir en México parece haber dejado atrás su salida de Haití. El viaje en barco, los días que caminó sin descansó hasta llegar a la Ciudad de México y las extorsiones han quedado en el pasado.
Como muchos migrantes, Roland fue víctima de abusos por parte de autoridades migratorias en distintos puntos de Centroamérica y al sur de México.
“En ciertas partes te detienen, no estás haciendo nada, no molestas a nadie y te detienen y lo primero que pasa es que te piden dinero”, dice el guardia de seguridad.
Una casa en Iztapalapa y un empleo de seguridad privada parecen ser suficientes para el migrante haitiano.
VGB