TLAHUELILPAN, HIDALGO . - Hace seis años, el fuego alcanzó sus brazos, su cara y parte de su tronco. Es la historia de Emmanuel Mendoza Escamilla uno de los sobrevivientes de la explosión ocurrida en 2019 en un ducto de Pemex en la comunidad de San Primitivo, en los límites de Tlahuelilpan y Tlaxcoapan, quien ha logrado retomar sus actividades y continuar con sus proyectos de vida: terminó la universidad y sólo espera su título de Intervención Educativa para poder participar en los procesos de selección de la Secretaría de Educación Pública para ser maestro frente a grupo.
Del viernes 18 de enero de 2019 - fecha de la explosión - recuerda que un vecino los invitó a ir al ducto y aceptaron. Estaban en el negocio de enchiladas que tiene su mamá en Teltipán, comunidad del municipio de Tlaxcoapan donde, tan sólo de ese lugar, los pobladores calculan que fallecieron unas 30 personas.
“Nosotros sólo fuimos a ver, porque ni garrafones y cubetas llevábamos para traer combustible”, comenta Emmanuel Mendoza.
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Calcula que llegaron unos 10 minutos antes de la explosión, su padre entró un poco más y le ordenó que él se quedara casi en la entrada - más alejado del ducto: “estuvimos un rato, mi papá entró sobre la zanja, me dijo que me quedara ahí, y cuando entré por él vi que un chavo estaba tirado, como alucinando, le ayudé a levantarse y cuando vamos dando la vuelta explotó y nos agarró de espaldas”.
Su cuerpo se flameó y eso bastó para causar quemaduras en la cara, brazos, una parte de la espalda, el estómago de lado izquierdo y un poco del lado derecho, en el cuello y en la cabeza, entre un 70 y 80 por ciento de su cuerpo. El fuego en su cuerpo duró unos segundos, pero las cicatrices estarán por siempre.
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“Quise correr, pero me alcanzó la lumbre, no fue mucho, fue el flamazo, pero con eso tuve para que me colocaran injertos en varias partes del cuerpo. Se ardió mi playera, tengo injerto en la espalda porque la playera se me quedó pegada”, menciona.
Su papá no logró salir, sus restos quedaron en la zanja; la familia no sabe qué pasó, pero sólo encontraron su cartera sobre el canal.
Murieron 137 personas
A seis años de distancia, Emmanuel aprendió que se debe pensar antes de actuar, “no sólo es de ir, porque no sabes qué va a pasar”. A él como a muchos en esa zanja lo jaló la curiosidad, hoy tiene la fortuna de contarlo, pero hay 137 personas que ya no pudieron hacerlo, 69 de ellas fallecieron en el lugar y 68 murieron en el hospital; sólo 13 fueron dados de alta con lesiones.
Con las quemaduras en su cuerpo, Emmanuel recibió ayuda de un muchacho que se encargó de llevarlo al hospital de Cinta Larga, luego de que fuera rechazado en un consultorio médico de la región. Todavía logró llegar por propio pie al hospital, pero ya lo tuvieron que ingresar en camilla y no supo más de él.
Le quitaron la ropa, lo pasaron a otro cuarto, llegó una señora que se hizo cargo mientras llegaba su familia, le quitaron la piel quemada. Después lo trasladaron a Actopan y de ahí a Pachuca, luego a Galveston, en Estados Unidos, donde estuvo en recuperación casi seis meses.
Las quemaduras en la piel fue lo más rápido de tratar, pero fue el daño interno lo que impedia el alta médica, tuvo una recaída, vomitaba negro, estuvo intubado cinco meses y una vez que logró pasar el tema de gravedad, vino la terapia psicológica y la terapia física.
Quiso retomar su actividad escolar, pero se le dificultó porque cada tres meses tenía que regresar a Galveston por alguna cirugía de liberación y reconstrucción en brazos y orejas. A la fecha ha logrado recuperar su salud, sólo queda una secuela: no puede mover los dedos de los pies, los médicos le dicen que son los nervios o los tendones, y tampoco se puede exponer mucho tiempo al sol porque le arde la piel.
La vida sigue
Emmanuel se siente agradecido con dios, con la vida porque sigue entre los vivos y puede continuar con su proyecto de vida, ha terminado la universidad y espera pronto ejercer lo que estudió.
Con el apoyo que recibió del gobierno hizo un negocio en el municipio de Tetepango, puso una mercería en donde ofrece regalos, juguetes y otros productos. “Me siento bien, puedo andar de allá para acá, hacer las cosas que me gustan, quedé bien”.
Acababa de cumplir 18 años cuando estalló el ducto, hoy, a sus 24 años, tiene sueños, metas y también tiene una novia. Gusta de montar a caballo, andar con su familia y agradece que ha dejado atrás el uso de mascarillas de silicón, de los trajes de compresión que tuvo que usar por dos o tres años y basta con el uso de crema con protector solar y una gorra.
Emmanuel ha logrado superar lo ocurrido gracias a la intervención de psicólogos, que le ayudaron a aceptarse a sí mismo, “que no me dé pena de que la gente me vea y digan que ese fue el que se quemó en el ducto”.
Su consejo para las personas que enfrentan una situación similar por algún accidente y que “quedan mal” es que le echen ganas, que sepan que la vida sigue; que por algo pasan las cosas y que aprendan las lecciones y no desaprovechen la oportunidad.
Tierra fértil
Hoy, la vida de Emmanuel ha vuelto a normalidad, al igual que los campos de cultivo en Tlahuelilpan, donde ocurrió el estallido el 18 de enero de 2019. Hoy reverdecen y producen, son fértiles.
En la zona cero, como cada año, previo a que se cumpla la fecha de aniversario luctuoso, los familiares acuden a limpiar las capillas de sus deudos, no hablan con la prensa, no le ven el caso, dicen que para qué, si vuelven a vivir el dolor y aún así no han logrado los apoyos prometidos, ni el memorial, además que no les agrada el escarnio que se genera y que llamen huachicoleros a todos los que fallecieron, hubo diversas razones por las que estuvieron ahí, una de ellas que había escasez de gasolina, y otra la curiosidad, como pasó con Emmanuel, y los menos eran huachicoleros, actividad que sigue siendo un negocio en la localidad - comentan los lugareños - incluso ubican los domicilios, pero mejor ya no dicen nada porque han visto que los protege la policía municipal de Tlaxcoapan.
Huachicol sigue
Con base en las cifras del IGAVIM (Instituto para la Gestión, Administración y Vinculación Municipal. Observatorio Ciudadano), de enero a septiembre de 2024 se detectaron 68 tomas clandestinas en Tlahuelilpan y 99 en Tlaxcoapan, los vecinos del lugar afirman que en el mismo ducto ubicado en el kilómetro 226 del oleoducto que corre de Tuxpan, Veracruz a Tula, Hidalgo, se han abierto nuevas tomas clandestinas.
Entre enero y septiembre de 2024 (el corte más reciente) el IGAVIM eportó que Hidalgo registró mil 911 tomas clandestinas.
El pasado 16 de enero de 2025, el secretario de Gobierno de Hidalgo, Guillermo Olivares, aseguró que Hidalgo dejó de ser el estado más huachicolero del país. Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), entre 2019 y 2023, el estado lideró a nivel nacional en carpetas de investigación por robo de combustible y para 2024 el panorama mostró cierta mejoría, pues se acumularon poco más de 500 carpetas dentre enero y noviembre, ubicándose en el cuarto lugar nacional.
En tanto, el comandante de la 18ª Zona Militar en Pachuca, Alfredo Salgado Vargas, mencionó una reducción del 38 por ciento en tomas clandestinas en ductos de Pemex durante 2024, comparado con años previos. Los municipisos de Tula de Allende, Cuautepec y Ajacuba siguen concentrando la mayor incidencia de estas actividades ilícitas.
A pesar de los avances, las autoridades reconocen la necesidad de fortalecer la estrategia contra el robo de combustible para garantizar mayor seguridad y combatir el impacto económico y ambiental que genera este delito.
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