Michelle Sánchez Luna tiene 27 años, es licenciada en matemáticas y tallerista de diversidad sexual. Vive en la Ciudad de México desde hace casi una década, cuando dejó Pachuca para ir a estudiar la universidad, sin saber todavía que ese viaje no sólo sería de distancia, sino un camino hacia el autodescubrimiento y la aceptación sobre su identidad de género como mujer trans.
“Siempre supe desde pequeña que algo no hacía click, que algo no se sentía correcto. No me sentía igual que otros niños, la época de la infancia y la adolescencia fueron un periodo muy difícil por situaciones familiares, por lo cual, aunque yo ya sabía que no me sentía como el resto, no tenía las herramientas para poderlo trabajar en ese momento”, explica Michelle en entrevista con La Silla Rota Hidalgo.
Su cambio de residencia y su llegada a la universidad fueron determinantes en su proceso, y aunque lo tenía claro, no fue fácil. Tras salir de un periodo de depresión en 2016, comenzó a trabajar con el tema de su identidad de género, pues hasta entonces el mundo la conocía y la reconocía como hombre.
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“Siempre había estado rondando en mi mente, pero nunca le había dedicado el tiempo para reflexionarlo seriamente de qué representaba para mí. Fue un proceso complejo, doloroso muchas veces, en los cuales me cuestionaba si estaba bien lo que deseaba, si estaba correcto, si estaba bien el querer transicionar, el ser una mujer, identificarme de esta forma, pese a que en toda mi historia de vida había sido socializada como hombre”.
Los años 2016 y 2017 fueron de reflexión, de un proceso de aceptación paulatina: “Inicia en octubre de 2017, lo recuerdo mucho, cuando pese a todas estas dudas e inseguridades que tenía, yo estaba segura de algo, estaba segura de que así era feliz, de que así me sentía bien”.
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Michelle explica que una persona trans pasa por diversas transiciones: la social, la legal y la hormonal, no precisamente en ese orden y la última es opcional, pues cada quien vive su propia historia de manera diferente.
En su caso, se decidió primero por la transición social y su primer paso fue perforarse las orejas y ponerse unos aretes, con los que iba a la facultad: “Todavía con una cierta expresión masculina pero ya con estos detalles como usar mis aretes, dejarme crecer el cabello, tener un mayor cuidado en mi imagen personal. Fue un reencuentro conmigo misma”.
2019, el punto de inflexión
En 2019, cuando ya comenzaba su trabajo de tesis para titularse como licenciada en matemáticas, Michelle comenzó a trabajar en Pilares, que es un programa que incluye centros educativos, culturales y deportivos para la comunidad en la CDMX, pero lo hizo como docente en su materia. Sin duda, el cambio fue muy favorable pues se liberó de la presión de tener que vivir con cierta expresión del género.
"Pese a yo ya saberme una mujer trans, aún tenía que vivir oculta en sociedad. En 2019 se presenta ese punto de inflexión en el que empiezo a avanzar cada vez más en mi transición social, empiezo a comentarles a algunas amistades de confianza, familiares como un primo y mi hermana, y comienzo a recibir aceptación de mi círculo cercano que ayudó mucho a mi seguridad”.
Un par de mujeres cisgénero de su trabajo la arroparon y le ayudaron en su proceso de transición, brindándole la confianza para expresarse con el género elegido. “Ya como una mujer, no viviendo escondida”.
La pandemia
La pandemia fue una etapa que aceleró su transición pues estar en la seguridad de su casa le hizo trabajar también en su imagen y reforzar su identidad de género, por lo que cuando se termina este periodo y tiene que regresar al trabajo presencial toma la decisión de presentarse como Michelle Sánchez Luna, sin ocultarse.
Primero, hubo un impacto entre sus compañeros de trabajo, pero también hubo aceptación. No obstante, no todo fue miel sobre hojuelas, pues sí hubo momentos de ansiedad por las reacciones de algunas personas, incluida una de su circulo familiar.
“Las primeras veces que ya empezaba a salir en sociedad con la expresión del género que quería y estaba en la necesidad de usar un baño público, era una necesidad inmensa el usar el baño de mujeres, porque justamente está ese miedo de que te saquen, afortunadamente nunca me sucedió, pero sí vivía mucha ansiedad.
“Hubo un episodio puntual en el que sí viví una discriminación, un episodio desagradable con la familia. Una ocasión en la que no estaba planeado que les dijera el tema de mi identidad, pero las preguntas eran ya muy insistentes y mi expresión del género era muy obvia, pues no tenía ningún caso ocultarlo y lo tuve que comentar. Estaban mi madre y el hermano de mi madre, sí hubo un momento muy negativo con él, me discriminó, me llamó farsante, entre otros insultos. Yo estaba preparada para eso, pero no para el tema de que la discriminación fuera hacía mi orientación sexual”.
Y es que Michelle, además de reconocerse como una mujer trans, también lo hace como una mujer lesbiana, resaltando que desafortunadamente muchas personas no saben que los términos de identidad de género y orientación sexual son dos cosas completamente diferentes.
“Piensan que si te reconoces como mujer trans, automáticamente te tienen que gustar los hombres, cuando no es así, la orientación es un tema totalmente aparte, y este tema le cayó muy pesado a este familiar”.
La transición hormonal y legal
La transición hormonal es un paso muy importante que no todas las personas trans se sienten orilladas a dar. Es algo muy personal, pero que si se decide optar por ella, hay que informarse muy bien, no automedicarse e ir con profesionales. Michelle comenzó su proceso en 2022 después de haber investigado mucho al respecto y decidirse a dar el paso.
“Me asesoro, encuentro lo que es la Unidad de Salud Integral para Personas Trans (USIPT) en la Ciudad de México, inicio mi proceso, me registro en mayo de 2022 y es primero que te den la cita, posteriormente atravesar salud mental, estudios de laboratorio, ultrasonido, para después llegar a endocrinología para que te den el tratamiento hormonal, que lleva por nombre THAG (Terapia Hormonal de Afirmación de Género), la inicio en noviembre de 2022, posterior a ello decido hacer mis cambios legales”.
Para hacer la transición (social, hormonal o legal), Michelle consideró que es importante contar con una red de apoyo, un servicio de psicología transamigable, obtener información veraz sobre lo que significa ser una persona trans, tener mucha paciencia con el tema hormonal y contar con un acompañamiento médico adecuado.
En la CDMX y la zona metropolitana se puede acudir a la USIPT y en provincia a las clínicas del Instituto Mexicano del Seguro Social, “aunque desafortunadamente el IMSS en muchas ocasiones desconoce su propio protocolo, pero no es imposible”.
La Marcha 8M
El pasado 8 de marzo Michelle acudió por tercera vez a la Marcha del 8M en la Ciudad de México: “Mi experiencia ha sido muy positiva, afortunadamente nunca he sufrido un acto de discriminación dentro de la marcha, nunca he sido agredida, este año en particular fue muy bueno porque fue el primer contingente de la USIPT y el motivo era visibilizar la participación de las mujeres trans en el 8M”.
Destaca que las nuevas generaciones son muy transincluyentes, aunque existe un sector del feminismo llamado TERF (Feminismo Radical Trans-excluyente, por sus siglas en inglés), que se muestra en contra de la participación de las mujeres trans en movimientos feministas, no obstante, lo que observó en la marcha del 8M fue que este grupo es minoría.
De docente a su verdadera vocación
En el programa Pilares, Michelle pasó de ser docente de matemáticas a tallerista de diversidad sexual, una función que sin buscarla llegó a sus manos y descubrió que era su verdadera vocación, dándose cuenta de la falta de conocimiento de la sociedad mexicana sobre algunos términos como orientación sexual e identidad de género, además de los estereotipos que pesan sobre las personas trans.
“Hay mucha chamba de educación en las personas mayores y también en los adultos de entre 25 y 40 años, que todavía tienen estos prejuicios hacía la comunidad trans. Muchas veces se piensa que si una persona es una mujer trans, lo primero que creen los padres o la población en general es que esta persona se va a dedicar al trabajo sexual o a un oficio poco remunerado como el estilismo, ignorando por completo que la mayoría somos profesionistas”.
Su propia experiencia fue determinante para poder orientar a otras mujeres trans y ayudarlas en su transición: “Con toda la información que yo traía empecé a asesorarlas, es cuando empecé a encontrar mi vocación, tuve la oportunidad de amadrinar una pequeña que iba iniciando, la conocí cuando acababa de cumplir los 18, y tuve la oportunidad de acompañarla en todo su proceso, este evento fue lo que me marcó para darme cuenta qué es lo que me llena profesionalmente”.
Faltan políticas públicas
Michelle considera que hacen falta políticas públicas que garanticen los derechos y protejan a la comunidad trans, y celebró que recientemente Nayarit se convirtió en el primer estado del país en tipificar en su código penal el delito de transfeminicidio, y espera que esto sea la punta de lanza para que otras entidades comiencen a legislar en este sentido.
“Actualmente se debate la Ley de Acceso Integral para personas trans, es una ley que aborda múltiples ejes desde la salud, acceso a justicia, acceso a la vivienda, a la cultura y al ejercicio, entre muchas otras cosas”.
Como tallerista de diversidad sexual en Pilares, la pachuqueña siente que ha encontrado lo que realmente le llena profesionalmente: educar y apoyar el proceso de otras personas, y poner su granito de arena hacia una sociedad más transincluyente.
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