Pachuca.— El señor Bárcenas y doña Silvia recuerdan bien el 18 de enero de 2019, el hombre dice que él también fue a la zona donde explotó un ducto derivado de la instalación de una toma clandestina en San Primitivo, Tlahuelilpan, y doña Silvia vivió los peores momentos de su vida al pensar que sus tres hijos andaban en el ducto.
A cinco años de distancia de aquel fatal 18 de enero de 2019, los vecinos del barrio consideran que las muertes se pudieron evitar, pues San Primitivo es un lugar rodeado por ductos de Pemex y continuamente se presentan las fugas en tomas clandestinas y hasta antes de ese día habían sido controladas por la policía municipal que evitaba el acceso a las personas mientras se arreglaba la fuga.
Sin embargo, aquel día no fue así, pasado el mediodía en la calle Juandhó, la principal del barrio, fue un ir y venir de personas, lo mismo pasaban bicicletas, motos, autos, y camionetas, pues se había corrido la voz de que un ducto estaba abierto y que regalaban gasolina, muchos vecinos del municipio y del barrio acudieron a la recolecta de hidrocarburo.
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“Parecía parque de diversiones, andaban familias enteras, la mamá, el papá, los hijos; todos sabemos que había niños, pero eso es algo que el gobierno ocultó, al igual que el verdadero número de muertos, calculamos que pudo alcanzar las 400 personas, pues parecía hormiguero, y coincide porque en los municipios aledaños hubo varios desaparecidos, pero de eso nadie dice nada”, expresan los vecinos de San Primitivo.
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Llegó la Guardia Nacional, el Ejército, los estatales, pero nadie hizo nada por evitar que las personas se acercaran o por sacar a las que ya estaban, simplemente actuaron como observadores y no evitaron la tragedia, aseguran los vecinos quienes vieron a los elementos de seguridad, pero en calles aledañas y sin mover un dedo, sólo como espectadores.
“Yo digo que fue mala estrategia, había estatales, soldados, federales, pero no se acercaban, allá parecía hormiguero, enjambre (...) antes controlaban los municipales y no dejaban entrar y ese día nada”, recuerda doña Silvia.
Bárcenas, experimentado en el manejo de ductos, asegura que la época moderna permite que haya mediciones en el paso de hidrocarburo, y si se detecta un exceso se puede cerrar, pero no ocurrió así.
Historias hay muchas
Por minutos salvó la vida…el señor Bárcenas, soldado especialista, relata que él estaba en la barbería cuando ocurría todo, pero alguien le pidió que fueran al lugar de la toma y accedió, pero al llegar observó la masa de gas en el aire, el honguito como él le llama y supo que eso era una bomba de tiempo, así que decidió salir del lugar y regresar a su casa que está a por lo menos 500 metros lineales del lugar del ducto.
Al llegar a su casa sólo escuchó el sonido de la explosión y asegura que hasta la tierra se cimbró y comenzó el ruido de patrullas, de personas gritando y pidiendo ayuda, lamentos, llanto, y todo lo que lleva la desesperación de ver cómo muchas personas y niños habían perdido la vida.
Juan y Freddy encontraron la muerte…
Doña Silvia fue al lugar hasta después de la explosión, pues al regresar de pastorear se dio cuenta que sus tres hijos no estaban en su casa, y tras la explosión fue a buscarlos, en el camino se encontró a Juan, a quien reconoció por su voz, “iba desnudo, todos los que salían de ahí salían sin ropa y quemados”; así iba Juan, quien le pidió ayuda, pero ella le dijo que no podía hacer nada, pues si le quitaba la ropa quemada, su piel también se vendría, así que le dijo que esperara a que una ambulancia llegara por él. Juan no sobrevivió.
Doña Silvia siguió su camino en busca de sus hijos, observaba cómo salían las personas con los brazos hacía arriba, quemados, irreconocibles… encontró a uno de sus sobrinos, quien le dijo que no se preocupara que sus hijos estaban bien, pero que su hermano Freddy no aparecía y temía por su vida. Minutos antes, Freddy había pasado a la casa de doña Silvia a dejar su bicicleta y ella le recriminó que fuera al ducto a lo que el joven sólo respondió con una sonrisa y con una señal con los dedos índice y medio y se fue; la ironía es que su sobrino no tenía ni auto para utilizar el combustible que pudiera haber recolectado del ducto y como ella dice sólo fue a encontrar la muerte y parte de sus restos fueron entregados a la familia hasta el mes de abril.
Ya no llegó al bautizo…
Un vecino de doña Silvia y Bárcenas había llegado a San Primitivo apenas unos días antes, él era soldador argonero “de los buenos”, sin necesidad de nada y regresó al pueblo porque en los días siguientes se iba a realizar el bautizo de su pequeña hija; sin embargo, la curiosidad lo llevó al lugar de la explosión y falleció.
En busca de sus hijos…
Días después de la explosión un señor deambulaba por las calles de San primitivo y Bárcenas y le preguntó qué andaba haciendo, a lo que el señor respondió que buscaba a sus tres hijos, pues habían ido al ducto y no habían regresado, pero tampoco estaban en la lista de personas desaparecidas o encontradas; el señor era originario del barrio de Presas del municipio de Tezontepec de Aldama.
Le explotó un vecino…
A una vecina de Bárcenas y de doña Silvia, le cayó encima uno de los quemados, corría desesperado y chocó contra ella, la mujer apenas se pudo levantar cuando el hombre literalmente explotó, de acuerdo con Bárcenas fue por la cantidad de hidrocarburo que inhaló.
Era una colonia tranquila…pero no deja de ser una bomba de tiempo
Silvia y Bárcenas coinciden en que San Primitivo era una colonia tranquila y para nada les gusta que los cataloguen como “huachicoleros”, pues no lo son, ahí viven personas honorables que se dedican al campo, a la soldadura, estudian y trabajan para ganarse la vida.
San Primitivo no deja de estar rodeado de ductos y no faltará el día en que otras personas lleguen con una barreta y generen otra fuente de hidrocarburo que alcance los 10 o más metros de altura y nuevamente vuelva a estallar, saben bien que el lugar es una bomba de tiempo.
sjl