PACHUCA.– Martín Ibarra depende de un par de muletas para moverse en las calles de Pachuca donde siempre ha vendido dulces para sobrevivir y ahora lo hace para reconstruir su casa que fue consumida por el fuego junto a su perrito Frijol. El accidente que mató a su mejor amigo ocurrió el pasado 3 de febrero.
Ese día se arrastró por el suelo para salvarse del incendio, pero no pudo rescatar a Frijol, quien lo acompañaba a vender dulces desde las 9 de la mañana hasta que caía la noche sobre el bulevar Rojo Gómez y la intersección de Pino Suarez, en los alrededores del Cerro de Cubitos.
“Mi perro tenía conmigo más de 15 años, no lo pude rescatar, el me defendía, ya me habían querido matar (…) Yo siempre le hablaba con cariño, es como si hubiera sido un hijo”.
Te podría interesar
A un par de días del incendio, las quemaduras de Martín no han sanado, los estragos son evidentes en el cabello, la ceja izquierda, su mejilla y una parte del oído. Usa una gorra de color verde fosforescente con logotipos de un partido político para intentar proteger sus heridas del sol, que le pega directamente en el rostro mientras vende en la avenida.
El incendio, que ocurrió en su vivienda situada en el número 206 de la calle Gustavo Díaz Ordaz, del barrio de Cubitos, empezó por una vela que prendió en medio de la oscuridad, quería cambiar un foco, pero las muletas se enredaron con una cobija, luego, tiró una veladora y la llama prendió la tela.
Te podría interesar
“Me puse a revisar los cables, pero no podía y prendí una vela, se empezó a prender, agarró las láminas y el cartón, salía harto humo, con fuerza, con rabia, pero nadie salía a ayudarme, ni mis hermanas que viven cerquita de mí”.
Ninguno de sus vecinos se atrevió a rescatarlo, aunque del cuarto de lámina y cartón salían llamas y humo. El vecino de Cubitos dijo que en algún punto el terror lo paralizó, pero se dio cuenta que nadie iba a ayudarlo, entonces, pensó rápido y actuó: salió arrastrándose, por eso no logró sacar a Frijol.
“Me quedé temblando, pensé que iba a morir quemado, pero me tiré, arrastrado, hincado con la lumbre prendida, el fuego me agarró todo, los pelos, la cara, pensé: hasta aquí llegué y me tiré al suelo”.
Los bomberos llegaron a la casa en llamas, cuando lograron sofocar el incendio Martín se dio cuenta de que había perdido todo: cama, cobijas, ropa, no quedaba nada de la casa a donde llegó a vivir a los ocho años de edad, cuando su mamá migró a Pachuca proveniente de San Martín Texmelucan, Puebla.
Ahora Martín tiene 49 años de edad, vive solo aunque tiene dos hijas, necesita muletas para moverse, perdió a su mejor amigo Frijol y todas sus pertenencias. Desde el 3 de febrero duerme en una colchoneta. Su fuente de ingresos es la comercialización de cacahuates, pistaches y chocolates, con el dinero de las ventas, busca reconstruir su vivienda.
Martín carece de teléfono, pero las personas interesadas en su historia y en ayudarle pueden buscarlo en el número 206 de la calle Díaz Ordaz de la colonia Cubitos; o bien, sobre el viaducto Rojo Gómez, cerca de las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
MARTÍN Y MÁS DE 84 MIL PACHUQUEÑOS EN POBREZA
Martín es una de las 84 mil 660 personas en condición de pobreza que habitan en la capital de Hidalgo, como los muestran las estadísticas anuales de rezago social que elabora la Secretaría del Bienestar con base en numerarias del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Lo anterior significa que en Pachuca el 28.2 por ciento de su población total que equivale a 283 mil 561 personas, se encuentran en pobreza extrema o moderada y habitan principalmente en 83 zonas de la ciudad, entre ellas el cerro de Cubitos donde se quemó la casa del señor Martín.
Este barrió se sitúa a 10 minutos del centro histórico de la capital y es un lugar de atención prioritaria, al igual que las más de 80 zonas de Pachuca donde 11 mil 90 personas carecen de espacios en sus casas, ya sea porque viven con hacinamiento o pisos de tierra.
También porque habitan en inmuebles con muros y techos de material endeble, como las láminas, hule y madera que usaba el señor Martín antes de que se incendiara su casa.
Otras de las carencias sociales las viven 9 mil 320 personas que no tienen servicios básicos en su hogar; de este total, mil 439 no están conectados a una red de drenaje, 353 subsisten sin servicio de electricidad y 738 habitantes más usan leña o carbón para cocinar, el restante necesita agua potable.
sjl