A ver si esto te convence de que los seguros educativos funcionan. Hace unos días me encontré con un excompañero de trabajo a quien no veía desde hace muchos años. Aprovechó una oportunidad laboral y se fue a otra ciudad; luego el tiempo hizo lo que siempre hace: pasarnos encima.
Hubo oportunidad de ponernos de acuerdo para comer. Mi amigo estaba particularmente contento porque estaba a un semestre de “terminar la carrera” de su último hijo, como se dice en idioma padre de familia quien está a punto de lograr que sus hijos se gradúen.
El concepto suena un poco egoísta cuando los que estudiaron son ellos, pero cuando se trata del esfuerzo económico de pagar una carrera en una universidad privada, para los papás resulta un verdadero orgullo y bastante alivio llegar al último semestre.
Te podría interesar
En caso de mi amigo Yorch –a quien nadie ha llamado Jorge nunca– fue particularmente fuerte, porque se le habían juntado dos vástagos por dos años, significándole un gasto que ronda los 40,000 pesos mensuales en ese periodo. – “No sé cómo le hicimos” – Me confió.
Tengo alguna idea de cómo: él y su pareja trabajaron muchísimo, dejaron de salir de viaje, adoptaron la pobreza franciscana y gastaron lo que quedaba de un fondo de inversión que habían abierto hace mucho tiempo, que supuestamente estaba destinado para pagar las carreras de los niños.
Te podría interesar
– “Tendría que haber armado otra estrategia”, reconoció antes de pedir un tequila y contarme una historia que va más o menos así:
Hace mucho, cuando compartíamos lugar de trabajo y sus chamacos rondaban los dos a cuatro años, alguien había ofrecido por la oficina este tipo de productos. Yo todavía ni me casaba, así que no hice mucho caso, pero Yorch consideró cuidadosamente la opción, y preguntó por ahí qué pensaban del producto varios amigos, algunos de los cuales estaban en el medio financiero.
Uno de ellos vio el producto con el ceño fruncido y le dijo: “mira, aquí lo valioso es el componente de seguro, porque si te mueres o quedas discapacitado, te cubre el monto”. Sin embargo, criticó el rendimiento que obtenían los seguros y le aconsejó abrir un fondo de inversión de largo plazo, con una buena parte de renta variable para asegurar un rendimiento óptimo.
Eso hizo Yorch. La decisión no parecía mala, y durante un par de años abonó 5,000 pesos mensuales al fondo, que fue dando buenos rendimientos. Luego, las colegiaturas de secundaria le cambiaron el esquema, y el ahorro se fue a 3,000 pesos, con algunos meses de 1,500, la verdad. Posteriormente, comenzó a dejar pasar meses sin aumentar el ahorro, porque había que salir de vacaciones y los chavos ya no cabían en los paquetes de niños gratis.
Un buen día se vio en la necesidad de sacar dinero del fondo y lo hizo, con la intención de reponerlo en cuanto fuera posible. No lo fue. Otro par de pellizcos más vinieron con los años, y el fondo se quedó “chiquito”. Así, el primer hijo llegó a la edad de estudiar, con el fondo en 420,000 pesos. Esta cantidad fue suficiente para pagar dos años de carrera. Ya nada más quedaron pendientes seis años, contando a los dos hijos.
De haber seguido ahorrando 5,000 pesos mensuales durante 15 años, Yorch y su familia habrían reunido poco más de 2.5 millones de pesos, calculando un rendimiento de 12% anual compuesto con recapitalización mensual. Sería suficiente para dos carreras profesionales, pero el ritmo es fuerte.
Al no ahorrar en un producto de seguros, no tendría derecho a un beneficio fiscal, por supuesto, y nunca estuvo cubierto en caso de muerte o invalidez. El otro factor para considerar es el de la obligación. La verdad, comprometerse con un pago fijo a una aseguradora es un incentivo para ser constante durante 15 años.
El seguro y un fondo de largo plazo tiene sus pros y sus contras, pero lo más importante en toda esta historia es la constancia, y la inversión inteligente. Pero más cosas hace uno por sus hijos.
*El autor consultor, académico y ponente en Comunicación Institucional y Educación Financiera, escritor de Las Aventuras de Güerquito, una obra sobre educación financiera para niños.