PUEBLA. - La música, las mariposas y el color morado son algunos elementos que componen el mural dedicado a Fabiola Narváez Rojas. Pintado por sus familiares, amigos y activistas, con sus trazos buscan que ella no sea olvidada. No se trata sólo de recordar su rostro y las cosas que le gustaban, sino de visibilizar su caso, el de una desaparición ocurrida en 2021 que no ha sido resuelta.
Fabiola nació y creció en Villa Frontera, un conjunto habitacional al norte de la ciudad de Puebla, cercano a la autopista México-Puebla y a la Central del Abasto, un sitio que se ha vuelto peligroso, a decir del papá de Fabiola.
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“Antes salías en a las 3 o 4 de la mañana y no pasaba nada, ahora a las 9 de la noche ya da miedo”, comenta José Arturo Narváez a quien se le quiebra la voz de sólo recordar la desaparición de su hija. El hombre responde rápidamente dos preguntas, se da la vuelta, moja su pincel en un bote de pintura y vuelve al mural.
Así desapareció Fabiola
El 13 de enero de 2021 fue la última vez que se vio a Fabiola, se digiría a la Central de Abasto a bordo en motoneta acompañada de su amiga Betzabé Alvarado. Las jóvenes iban a tramitar una tarjeta de débito; nadie las volvió a ver.
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Dos meses después, María Eugenia Rojas, madre de Fabiola, conoció a miembros del colectivo Voz de los Desaparecidos. El 8 de marzo de 2021, la familia de Fabiola participó por primera vez con el colectivo en la marcha que se realiza en la mañana, antes de las movilizaciones feministas.
El caso se volvió noticia nacional en octubre de 2022, cuando la buscadora Blanca Esmeraldo Gallardo, mamá de Betzabé, fue asesinada a balazos en Villa Frontera tras denunciar a un narcomenudista como presunto implicado en la desaparición de su hija y de Fabiola. En estos más de tres años, la familia de Fabiola ha buscado en buscado en barrancas, en hospitales y en la Semefo, sin encontrar rastro. En la Fiscalía les dicen que aún no saben nada sobre el paradero de Fabiola.
Pero la lucha de María Eugenia Rojas y Jorge Arturo Narváez no se ha limitado a la búsqueda, también se han dedicado a cuidar de su nieta, hija de Fabiola, que quedó en un “limbo” jurídico ya que su madre desapareció, por lo que los abuelos no tienen la custodia de la pequeña.
En octubre de 2023, un juzgado de Puebla le otorgó un amparo a María Eugenia para poder inscribir a su nieta al IMSS, lo que sentó un precedente para otras familias de desaparecidos que se encuentran en la misma situación.
Puebla es uno de los estados que no han legislado sobre la Declaración de ausencia, figura que permite a las familias de desaparecidos realizar trámites como si fueran los padres o tutores de los hijos de las víctimas de desaparición. La diputada local del Partido del Trabajo, Mónica Silva, presentó una iniciativa en el Congreso del Estado de Puebla, la cual no ha sido aprobada.
En la zona donde desapareció Fabiola, los casos de violencia se han vuelto una constante. Además de las mencionadas desapariciones y el asesinato de la madre buscadora, en la Central de Abasto, a pocos metros de Villa Frontera, asesinaron a un agente encubierto de la Guardia Nacional en agosto de 2023 mientras seguía la pista de narcomenudistas.
Además, en Villa Frontera se han detectado tomas clandestinas en los ductos de Pemex que cruzan la zona, incluso, en 2020 se tuvo que evacuar a más de mil personas del conjunto habitacional tras una fuga de gas.
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Contra el olvido
Dos personas recortan una fotografía ampliada, en blanco y negro, con el rostro de Fabiola que más tarde acompañará el mural que contó con el apoyo del colectivo Voz de los Desaparecidos y la organización Técnicas Rudas.
Es un mural contra el olvido, dice María Eugenia, “una desaparición no es normal, ahora todos lo están normalizando”, agrega mientras detrás de ella, poco a poco la silueta pintada con lápiz del nombre de su hija comienza a llenarse de color.