TUXTLA GUTIÉRREZ. – El estado de Chiapas es uno de los principales productores de maíz y frijol a nivel nacional, sin embargo, desde el 2023 para muchos campesinos las cosechas no han sido tan buenas como en otras temporadas, debido a la prolongada sequía e, incluso, al poco recurso recibido del gobierno para la compra de fertilizante u otros insumos.
Fernando González habita, desde hace más de 40 años, en la comunidad Nuevo Carmen Tonapac, municipio de Chiapa de Corzo, a donde, junto a cientos de familias más, lo reubicaron luego de la erupción del volcán Chichonal que, en 1982, afectó su vivienda ubicada en Carmen Tonapac, Chapultenango.
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En su nuevo territorio, el hombre de 52 años de edad le apostó a la siembra y cosecha de maíz, sin embargo, pocas veces se había enfrentado a una crisis como la actual ante la falta de lluvia.
“Siembro maíz y frijol, y pues nos fue un poco jodido; de frijol, apenas sembré porque no pegó bien por el calor”, cuenta el campesino.
Fernando recuerda que en el mes de noviembre es cuando se empiezan a “tapiscar” (hacer la cosecha del maíz, o recolectar sus elotes), pero existe la probabilidad de que no se dé tan bien en tiempos anteriores.
Fernando, uno de los cerca de 500 productores de su poblado, contó que en el 2023 fue hasta noviembre cuando se presentaran las precipitaciones, aunque no muy abundantes, “porque nosotros dependemos del temporal, ya que carecemos de agua y de un río; la gente tiene que comprar pipa, y eso sale más caro”.
De las 2.5 hectáreas con las que cuenta para siembra, el padre de tres hijos (todos mayores de edad y casados) produce, al año, alrededor de 12 toneladas sólo de maíz, lo que no sólo ocupa para venta sino para autoconsumo.
“El maíz criollito ya no es igual, aunque el gobierno diga que sembremos maíz, pero ya no es tan rentable”, confiesa el hombre, quien advierte que, cuando hay una época buena, produce hasta 6 o 7 toneladas por hectárea.
Apoyo, ¿A cuentagotas?
Fernando González resalta que, en esta temporada, hay otros municipios de Chiapas, como Acala, donde la situación fue peor; “nosotros, por lo menos, tendremos para nuestro consumo”.
De hecho, cuenta que en el año pasado, sólo le dieron fertilizante para una hectárea, esto como parte de los apoyos que le dan a los campesinos por parte de la administración federal “aunque creo que el gobierno dio parejito a todos, para que nadie se quedara sin ese producto; pero a nosotros no nos ajustó, tuvimos que comprar, por ejemplo, bolsa de urea, pues si no se le pone a la milpa, ésta no da”.
Otra cuestión que para él ha sido un problema, es que muchas veces los recursos o apoyos destinados para el campo la autoridad se lo entrega a gente que no lo necesita. Para el entrevistado, quien acepta que el campo está olvidado, el panorama para este 2024 no es tan halagüeño, debido a que existe la posibilidad de que una gran cantidad de recurso se vaya para las campañas, “¿quién sabe qué harán los políticos este año?”
La mano de obra se esta yendo
Fernando acepta que sus hijos dejaron la actividad agrícola hace algunos años porque ya no era redituable, pues tenían que mantener a sus respectivas familias. Lo mismo sucede, dice, con la mayoría de jóvenes de su poblado, quienes ya no quieren arar la tierra.
Los que aún “le entran” a esa actividad, se han ido a otras entidades del país, donde son mejor pagados. Pero la situación va de mal en peor. Según él, tampoco resulta pagarle a la gente para sembrar a mano sus hectáreas, debido a que quieren ganar más de lo que se produciría.
“Te piden 150 pesos al día, de 6 a 11 de la mañana; pero ya no resulta pagar para eso… si hacemos números, ya no nos da, porque para una hectárea se requiere de seis a siete personas”. Por ello, dice, él lo tiene que hacer solo o con la ayuda de algún familiar.
Los coyotes, otro problema
Para Fernando, otro problema al que se enfrentan son los “coyotes”, quienes el año pasado pagaron hasta en 9,000 pesos la tonelada, mientras que en la bodega de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) de Nuevo Carmen Tonapac no llegaba ni a 7,000; el año pasado, los intermediarios erogaron hasta 7,500 por el producto.
“Por eso a veces la gente dice: ‘Se lo doy al coyote’, y así no pagan trabajadores, ni flete; ellos mismos se encargan de todo eso”.
Él dice que ya no echa mano de Segalmex porque le piden demasiados requisitos, además de que tiene que abrir una cuenta bancaria. Lo peor de todo, según su versión, es que al momento de cobrar el recurso les ponen muchas “trabas”, como falta de depósito del dinero o que no hay sistema.