CULIACÁN.- El restaurantero Jorge Peraza Bernal, dueño del restaurante La Chuparrosa Enamorada, fue asesinado a balazos mientras se encontraba en el lugar que albergaba el negocio la tarde de este lunes 4 de noviembre.
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De acuerdo al reporte de las autoridades, la noticia trascendió a las 3 de la tarde, cuando uno de sus familiares dió aviso a las autoridades que habían sido víctimas de un atentado.
Al sitio llegaron elementos de la Policía Municipal, Guardia Nacional y paramédicos de Cruz Roja, quienes notificaron que el restaurantero de 76 años había fallecido en el lugar de los hechos minutos después.
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Además de ser parte del gremio restaurantero de la capital sinaloense, Peraza Bernal era reconocido por sumarse a importantes causas sociales y por ser un incansable promotor cultural.
Un incendio y un premio a su trayectoria
La Chuparrosa Enamorada fue reducida a cenizas el pasado 29 de octubre en un incendio presuntamente accidental.
Si bien no había personas en el lugar debido a que el siniestro tuvo lugar por la noche, todo lo que había en el negocio quedó como pérdida total.
Al día siguiente, la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y Alimentos Condimentados (Canirac) le hizo un reconocimiento por su trayectoria en el Congreso del Estado.
“Yo voy a intentar emular al ‘Ave Fénix’ aún a la edad que tengo”, había dicho el empresario cuando recibió el premio tras décadas de servicio.
¿Cómo era La Chuparrosa Enamorada?
El restaurante La Chuparrosa Enamorada, ubicada a un costado del fraccionamiento Villas del Río, en la comunidad de Bacurimí, ofrecía una cantidad de actividades a las familias que lo visitaban.
Además de promover la cocina regional con sus platillos típicos, La Chuparrosa ofrecía actividades recreativas al contar con un patio en el que se podían realizar diversas actividades, así como plantas y animales de los que se servían para la fabricación de sus propios ingredientes.
Por su cercanía al canal Rafael Buelna ofrecía una vista de árboles frondosos a la orilla y se podía convivir de cerca con patos e iguanas que habitaban las orillas del canal.
Por su variedad de platillos, cientos de familias hacían fila para poder disfrutar de sus platillos, sobre todo los fines de semana.