El 24 de octubre de 2023 será recordado como una de las fechas más devastadoras para el puerto de Acapulco. Ese día, el huracán “Otis”, que impactó al estado de Guerrero con categoría 5, tocó tierra con vientos que alcanzaron los 315 kilómetros por hora, transformando literalmente el paradisiaco puerto turístico en un escenario de destrucción.
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La magnitud del desastre dejó una cicatriz en la memoria de los acapulqueños y de todos los turistas nacionales y extranjeros que alguna vez han visitado el lugar. En el caso de los primeros les toco ver cómo sus viviendas, negocios y, en muchos casos, seres queridos desaparecían en cuestión de horas.
El impacto de Otis fue abrumador. Al menos 39 personas perdieron la vida, mientras que decenas más se reportaron como desaparecidas. Cálculos de la industria hotelera estimaron que “Otis” dañó el 80% de los hoteles y afectó 250,000 viviendas, de las cuales 50,000 quedaron completamente destruidas.
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Las lluvias torrenciales provocaron inundaciones y deslizamientos de tierra que destrozaron carreteras, puentes y la infraestructura básica del puerto. La falta de electricidad y comunicaciones aisló a la ciudad, dificultando los esfuerzos de rescate y socorro. Se estima que los daños económicos superaron los 16,000 millones de dólares.
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¿Qué pasó en Acapulco tras el paso del huracán Otis?
Ante este escenario catastrófico, la respuesta del gobierno federal y estatal, encabezados por el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador y la actual gobernadora, Evelyn Salgado, fue criticada por diversos sectores de la sociedad.
Muchos cuestionaron la falta de preparación y la carencia de protocolos efectivos para enfrentar un huracán de esta magnitud, sobre todo porque “Otis” no fue un evento inesperado. A pesar de la alerta meteorológica, las autoridades subestimaron la amenaza, lo que resultó en la falta de evacuaciones de pobladoes de las zonas más críticas, así como la toma de medidas preventivas.
Adicionalmente, la cancelación del denominado Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (FONDEN) también fue señalada como un factor que limitó la capacidad de reacción gubernamental. Los partidos opositores y dirigentes de organizaciones civiles argumentaron que, sin este fondo, los recursos para enfrentar la crisis eran insuficientes, lo que generó un mayor retraso en la llegada de ayuda a los damnificados.
Durante los primeros días posteriores al desastre, los sobrevivientes se enfrentaron no solo a la pérdida de sus hogares y seres queridos, sino también a la desesperación por la falta de apoyo inmediato. Las calles inundadas y los escombros bloquearon las rutas de acceso, dificultando la llegada de alimentos, agua potable y medicinas.
En medio del caos, las críticas hacia el gobierno federal y al presidente Andrés Manuel López Obrador se intensificaron. López Obrador defendió a su gobierno, asegurando que se habían tomado las medidas necesarias para atender la emergencia.
Sin embargo, sus afirmaciones no lograron calmar la indignación, principalmente de las personas afectadas. Aunque el mandatario desplegó más de 15,000 efectivos militares para labores de rescate y seguridad, las imágenes de damnificados reclamando apoyo en las calles se volvieron virales.
Adicionalmente, la logística implementada para la entrega de apoyos a los afectados fue otro caos. Toda ayuda congregada por la sociedad civil fuera de Guerrero que llegaba con dificultad al puerto de Acapulco no podía pasar ni se le permitía a los donantes entregarlos directamente a los afectados sino que tenía que ser entregado al Ejército y/o a la Marina, lo que provocó otra oleada de protestas y malestar.
¿Cuántas veces visitó López Obrador el puerto de Acapulco tras el paso de “Otis”?
También fue muy criticado, dentro y fuera de Guerrero, la presencia del mandatario en el puerto, quien como en otras desgracias naturales durante su sexenio, no acompañó personalmente a las víctimas, para no exponer la investidura presidencial, argumentó.
Un momento emblemático fue cuando el presidente quedó atrapado en el lodo a bordo de un vehículo militar, porque optó en viajar por tierra y no en avión, pese a lo destrozado de los caminos. Una imagen que muchos interpretaron como un símbolo de la ineficacia gubernamental.
Las visitas de López Obrador a Acapulco se convirtieron en un tema de controversia. Aunque viajó en seis ocasiones a la ciudad en poco más de un mes, su presencia fue considerada tardía por muchos al margen de que todas fueron para encabezar reuniones en la sede de la región militar de Acapulco y no a las colonias o zonas afectadas por “Otis”.
El presidente por su parte, se defendió argumentando que evitaba el “espectáculo” y los “provocadores”, refiriéndose a quienes lo criticaban en redes sociales y medios de comunicación.
El mandatario anunció un plan de reconstrucción valorado en 3,432 millones de dólares, que incluía apoyo financiero a los afectados y la suspensión temporal de impuestos en las zonas más afectadas.
Huracán “John” agrava situación de Acapulco
A casi un año del impacto del huracán “Otis” y sin que el puerto de Acapulco y sus habitantes se hayan recuperado del todo, un nuevo huracán golpeó hace unas semanas a esa ciudad turística provocando más destrozos.
El nuevo fenómeno dejó a casi 250 mil personas afectadas por las lluvias en los estados de Guerrero y Michoacán, mientras que 74 municipios de Oaxaca solicitarán declaratoria de emergencia para recuperarse de los daños.
De acuerdo con el recuento hecho por la Coordinación Nacional de Protección Civil, en la zona urbana de Acapulco hubo daños en 39 colonias y 18 localidades rurales. Sólo en el área del puerto 127 mil 844 personas sufrieron los estragos del fenómeno natural y 39 mil 941 viviendas presentan averías diversas.
Esa cifra equivale al 13.8 por ciento del total de quienes viven en el área metropolitana. A nivel estatal, 108 mil 792 personas están afectadas y 27 mil viviendas dañadas en 28 municipios.
VGB