HURACÁN JOHN

"John" les arrebató el patrimonio; ni Otis ocasionó tanto desastre en Acapulco, afirman

Son más de 16 restaurantes de la zona turística de Acapulco que quedaron destruidos en su totalidad tras el paso del huracán John que azotó

Créditos: Raúl Estrella | LSR
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Con un nudo en la garganta, propietarios de restaurantes localizados frente a la bahía de Puerto Marqués, -zona turística de Acapulco-, están atónitos, asombrados por el tamaño de la desgracia. En un abrir y cerrar de ojos el patrimonio construido a lo largo de más de 60 años, de generación tras generación, quedó hecho añicos.

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"Ni los huracanes de Ingrid, ni Manuel, y peor aún, ni siquiera Otis nos lastimó tanto como a John”, dijo el prestador de servicios Vicente Olea Palma.

Luego del grito de auxilio, Alberto Palma, otro de los 16 restauranteros que vivió la tragedia, sostiene que no han sido escuchados. "Han venido, pero solamente a tomarse la foto y se van", acusó y luego advirtió que el día lunes van a cerrar totalmente el boulevard de la naciones -principal vía de acceso al aeropuerto de Acapulco-, para que los gobiernos los atiendan y que la ciudadanía los perdone por lo que van hacer.

En entrevista para La Silla Rota, Olea Palma, un hombre de la tercera edad, que no sabe leer ni escribir, expresó: "Renuncio ya a todo esto", ya no puedo más con tanta tragedia. Y es que después de los huracanes Ingrid y Manuel, les sobrevino Otis, fenómeno con un poder destructivo que alcanzó la categoría 5 y que, pese a todo, no logó derribar los 16 restaurantes asentados sobre la franja de playa.

Foto: Raúl Estrella | LSR

Al vivir casi cuatro días de intensas lluvias provocadas por el huracán John, con impacto en varios municipios de Guerrero, se acumuló según expertos lo de más de tres meses de agua en temporada normal. La caída de tanta lluvia generó el desborde de ríos, arroyos y cauces pluviales que también provocó inundaciones jamás vistas en la historia de los fenómenos meteorológicos en la entidad.

Foto: Raúl Estrella | LSR

El arrastre de toneladas de piedras, tierra y lodo, se llevó a su paso todo lo que encontró, incluidos los 14 restaurantes que se encontraban en la playa de Puerto Marqués. Además de los trozos en casa habitaciones en la misma zona, el patrimonio que se fue construyendo a lo largo de los años, era ya una postal de desolación y catástrofe que dejó mudo a las familias que obtenían ingresos de la venta de alimentos a los turistas nacionales y extranjeros.

Foto: Raúl Estrella | LSR

Las edificaciones de tres niveles con costos de más de 2 millones de pesos, eran ruinas a ras de suelo. Imposible para sus dueños rescatar algo de lo que fueron restaurantes frente a la bahía de Puerto Marqués, donde los atardeceres eran inolvidables para los visitantes.

"Queremos que nos lleven con un psicólogo para que nos ayude a superar el impacto de tan semejante desgracia", esbozó Olea Palma un hombre de edad avanzada que se dice muy afectado por lo que vivió. No se imaginan -dijo- lo que vamos a necesitar para sostener a nuestras familias. Hay niños pequeños y adultos mayores enfermos que necesitan medicamentos y con esta calamidad que se nos sobrevino, la verdad que no sabemos qué hacer.

Foto: Raúl Estrella | LSR

Mientras observaba los restos de su patrimonio, contó a este reportero, que el negocio del restaurante viene desde su bisabuelo Sabino Palma, que falleció a los 118 años de edad y que era dueño de casi todo Revolcadero y Punta Diamante. Recordó a grandes artistas que venían a comer lo mejor de los mariscos recién sacados del mar en su restaurante.

Sobre la Calle principal de Puerto Marqués, no se puede transitar libremente. Hay un enorme socavón de más de 15 metros de diámetro, que parece como si hubiera caído un meteorito, junto a lo que fueron restaurantes ahora convertidos en escombros tras el azote del huracán John.

Nadie sabe qué va a pasar el resto de los días. Pues no ven ningún movimiento del gobierno municipal por ayudarlos. Insisten que hay incertidumbre porque las lluvias no dejan de caer. Bajo una carpa se encuentran decenas de familias con sus hijos a la espera de una respuesta de parte de los gobiernos.