Durango.- Un año sin trabajo, mismos 365 días sin respuestas respecto a quién infectó a su esposa Aniri Macías con la meningitis que la mató un día antes de su primer Día de las Madres (9 de mayo de 2023). Este ha sido el último año de Abraham Salazar. Un viudo más que dejó la meningitis en Durango. “Papá luchón”, dice él.
Aniri falleció hace seis meses en el Hospital General 450, de Durango, al igual que otras 40 personas. Todo, menos su primogénita Kaiden, sigue igual. Cumplió un año, reconoce la voz de ella en audios de Whatsapp que le pone Abraham a diario para despertarla, intenta aminorar la orfandad materna. Porque puede faltar papá, pero mamá nunca, advierte.
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El 22 de agosto de 2022, Aniri dio a luz a Kaiden en el Hospital Santé. Ahí enfermó de meningitis y meses después falleció. Dijeron que el hongo Fusarium Solani le fue inyectado en el líquido cefalorraquídeo cuando le pusieron la anestesia para la cesárea.
¿Hongo del campo en la cabeza de mi esposa? ¿cómo entró? Son preguntas que se repite Abraham, porque este hongo es común encontrarlo, pero en las cosechas de maíz y frijol.
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¿Quién fue el responsable? ¿Médicos, los dueños de hospitales o autoridades sanitarias? ¿podríamos ir contra una farmacéutica, contra un gobierno? pero tras un año de la primera muerte, el 1 de noviembre de 2022, nadie le ha contestado.
Investigaciones abiertas
La Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción de Durango respondió que, al 30 de octubre pasado, se habían judicializado las carpetas de investigación contra Joaquín, ex titular de la Comisión para la Protección contra Riesgos Sanitarios del Estado de Durango (Coprised), y Guadalupe, ex verificadora de la misma. Los delitos por los que se les investiga son ejercicio indebido del servicio público, con penas de hasta 14 años de cárcel, y uso indebido de atribuciones y facultades, con castigo 12 años en prisión.
Mientras que la fiscalía local ha detenido a 7 dueños y administradores de los hospitales donde se propagó el brote de meningitis: Santé, Del Parque, San Carlos y Dickava.
Entre ellos, Luis Carlos y Dora Manuela, copropietarios del Hospital Santé. Ahí infectaron a Aniri. Sin embargo, luego fueron liberados y solo el anestesiólogo Omar, que practicaba cesáreas en el Hospital del Parque -donde se ha informado que se focalizaron los contagios- está en arresto domiciliario, mientras Joaquín, el ex titular del órgano sanitario, David Erasmo y Sandra, copropietarios Del Parque, están presos.
“Para ellos, nosotros, como pacientes, somos números, somos dinero”, dice Abraham, y entiende a los médicos: ellos tienen muertes a cada rato, nosotros no.
Una publicación en la página del Hospital Dickava, del 2 de octubre, da cuenta de la contrastante realidad que vive Durango debido al brote de meningitis. Hay 41 fallecimientos, cuyos familiares piden justicia, como Abraham, para las víctimas y sus hijos e hijas. Además, hay 41 sobrevivientes con secuelas, que van desde ansiedad hasta dificultades para caminar y dolores intensos. Y médicos y dueños de hospitales, celebrando.
“Tiempo de consulta con mi fiel escudera”, posteó el 2 de octubre de 2023 el doctor Miguel Montes, ginecólogo obstetra, investigado por los casos de meningitis, anunciado como detenido el 8 de marzo por la fiscalía. El 28 de septiembre escribió: “cuando vuelva no diré nada, pero habrá señales”, y emoticones felices.
La publicación del 2 de octubre de Abraham fue la foto del logotipo de una asociación que están formando. Se llama Esperanza, y es de “hijos, familiares y sobrevivientes afectados por la meningitis aséptica fúngica crónica”. Esperanza es fruto de la falta de atención de las autoridades.
Tiene claro que deben ser una red de apoyo, “porque el día de mañana no se va a hablar nada de este tema, si no empezamos a moverle se va a esfumar”. En este punto, la justicia no tiene credibilidad, afirma. Entonces en qué creemos nosotros: en la justicia divina, dice y se ancla en su silla.
Sin felicidad hasta que haya justicia
Antes de fallecer, Aniri le pidió a Abraham que parara, que se enfocara a ser feliz con Kaiden. Al final, en algún punto los tres volverían a estar juntos, pero la frustración que deja la injusticia lo ha orillado a seguir pidiendo que se aclaren las cosas y que paguen los responsables.
“Yo estoy peleando, exigiendo justicia, no por mí, sino por mis dos grandes amores: por mi hija y por mi esposa”, recalca.
A un año de esa crisis sanitaria, Abraham hace un recuento que empieza por: “a veces no sé cómo visto a mi hija, cómo va a la escuela, aunque mi niña está bien cuidada, tengo un año sin trabajar porque no puedo, y no hay más apoyo que pañales y leche”.
Abraham trabajaba en una empresa multinacional, pero el horario no se ajustaba a su nueva vida como papá de una niña de menos de un año, sin su mamá.
“Me dijeron ‘gracias’, porque no podía asistir diario por cuidar a mi hija, estar al pendiente de mi esposa, incluso de los medicamentos”.
Con los ingresos que obtiene como repartidor ocasional y algunos ahorros que tenían, él y Aniri han transcurrido este primer año. Por eso, para él otra forma de hacer justicia es un trabajo, pero parece que ninguna autoridad ha tenido la idea de emplear a los viudos que, como Abraham acepta: de no tener nada, ahorita tengo menos.
“Todavía no tengo trabajo y sigo buscándolo, porque pañales y leche no son suficientes. Para mí una ayuda es un trabajo y una seguridad económica para yo poder sacar adelante a mi familia”.
La meningitis que mató a su esposa y los procedimientos legales que no han solucionado nada, porque hasta el momento no hay una indemnización, ni saben quién o quiénes son los responsables, le ha mostrado que “la vida vale poco dinero y por el dinero que te den jamás vas a recuperar la vida de un ser querido”.
No obstante, los niños y niñas huérfanos de mamá tienen derecho a una indemnización, por ello sigue pidiendo justicia.
El Hospital Dickava entregó a Abraham un pago por su responsabilidad en la muerte de Aniri, pero la investigación sigue abierta, porque todavía las autoridades no explican qué sucedió.
Y no es que esa clínica que operaba sin licencia aceptara su culpa, por el contrario, le explicaron que de esa manera repararon el daño, pero no eran responsables del fallecimiento de Aniri.
Como otros papás viudos por la meningitis, no puede acudir a las audiencias, que son más como de trámite que para resolver, pero a su modo, luchando por el bienestar de su bebé y uniendo a los familiares de las víctimas, pide que se haga justicia.
Este miércoles 1 de noviembre se cumplió un año del brote de meningitis, fue el día en que Aniri ingresó al hospital del ISSSTE con mucho miedo porque empezaron a fallecer muchas mujeres, recuerda Abraham.
Fueron semanas y meses largos y a la vez los más cortos de la vida. Por lo que relata Abraham, ella parecía que lo sabía, porque poco antes de fallecer, “algo pasó en ella que soltó a su hija, ella me dijo cuídala, quiérela como la quieres, hazla feliz, disfrútala porque esa hija es tuya, ya ni siquiera es mía”.
Y esa fue su despedida, porque el soltar a una hija es lo más difícil que pueda hacer uno como papá, lamenta. Pero Aniri tuvo que hacerlo solo nueve meses después de tener a Kaiden, ¿cómo enfermó? Esa es la pregunta aún sin respuesta.