Treinta años no se cumplen con nostalgia. En una ciudad que aplaude lo nuevo y olvida rápido, Los Danzantes ha logrado sostenerse sin caer en el confort ni en el show. Ubicado en pleno corazón de Coyoacán, este restaurante emblemático ha sabido evolucionar sin hacer ruido, manteniéndose fiel a sus raíces sin volverse museo.
La hoja santa rellena de quesos es uno de los mejores ejemplos de esa permanencia con sentido. Lleva tres décadas en la carta, y no por inercia. El platillo —envuelto como escultura vegetal y bañado con salsa de jitomate y chile meco— representa una cocina que entiende su identidad sin necesidad de disfrazarla. Aquí no hay artificios: hay producto bien tratado, técnica silenciosa y sazón.
Sergio Camacho, chef ejecutivo del grupo, lo explica sin vueltas: “Cada platillo debe tener una razón de ser, una historia que contar desde los ingredientes hasta su concepción”. Y esa historia no se improvisa. Los Danzantes trabaja con chinampas propias en Xochimilco, compra su maíz a productores de Tlaxcala y obtiene carne de res sin hormonas ni químicos de un rancho en Querétaro. No son slogans, es trazabilidad real.
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Durante la temporada de bichos —que se extiende hasta mediados de julio— el arroz con insectos se convierte en el plato insigne. No exagero: es uno de esos platos que justifican el viaje, el tipo de receta que debería estudiarse en las escuelas de cocina mexicana. Una mezcla de arroz meloso con escamoles, gusanos de maguey, chinicuiles, caracoles, chapulines y cocopaches. El resultado: un mapa de sabores que va del dulzor de la mantequilla al toque terroso del mezquite. Más que un platillo, una experiencia sensorial que roza lo ritual.
También destaca el aguachile de acocil, pigmentado con ceniza de tortilla, servido con tostadas de maíz quebrado, brotes frescos y flor de cilantro. Un plato elegante en apariencia, pero robusto en sabor. O las enchiladas de pato con pipián y mole negro —ambos moles hechos en casa— que contrastan texturas y perfiles con inteligencia.
Todo esto se marida con mezcales propios, como el arroqueño de agave silvestre, o con cócteles como el Meocuil (gusano blanco en náhuatl), una mezcla de espadín, amaro y maracuyá con óleo de chinicuil que sorprende por su complejidad y frescura.
A pesar del reconocimiento internacional, Los Danzantes no ha cambiado de piel. No presume de su estrella: trabaja. Camacho lo resume así: “Nos ha llenado de responsabilidad más que de orgullo. Ser congruentes con lo que hacemos”.
Mientras otros restaurantes nacen con marketing y mueren con reseñas de Google, Los Danzantes sigue ahí: sirviendo cocina con historia, sin pedir permiso y sin perder el paso.
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Los Danzantes Coyoacán
- Dirección: Plaza Jardín Centenario 12, Del Carmen, Coyoacán, CDMX
- Instagram: @losdanzantes
- Sitio web: losdanzantescoyoacan.com
- Rango de precio promedio: $800 MXN por persona (sin bebidas)
- Temporada de insectos: finales de Mayo a mediados de julio
Platos recomendados:
- Hoja santa rellena de quesos con salsa de jitomate y chile meco
- Arroz con insectos (escamoles, gusano de maguey, chinicuil, chapulín, caracol, cocopache)
- Aguachile de acocil con ceniza de tortilla y tostadas de maíz quebrado
- Fondue de huitlacoche
- Cóctel meocuil con espadín, amaro, maracuyá y óleo de chinicuil
Ideal para:
- Comensales que buscan cocina mexicana con identidad, trazabilidad y una ejecución seria sin pretensión
