MISÓGINA “CABALLEROSIDAD” DE DONALD TRUMP

Trump vs. Sheinbaum: misoginia, cárteles y la batalla por la narrativa

Trump usa halagos misóginos; Sheinbaum resiste, pero también cede frente a presiones. | Graciela Rock Mora

Escrito en OPINIÓN el

Donald Trump ha perfeccionado un estilo político en el que el halago funciona como arma de desautorización. Sobre Claudia Sheinbaum, la primera mujer presidenta de México, ha desplegado un discurso en el que la califica como “elegante”, “hermosa” o “fantástica”, mientras en la misma frase insiste en que el país “está gobernado por los cárteles” y que ella “tiene miedo” de enfrentarlos. Se trata de un recurso de condescendencia misógina: dulcificar con elogios estéticos a una líder para proyectarla como frágil e incapaz, reforzando un imaginario de dependencia ante el supuesto caballero que ofrece ayuda. Trump enmarca así la relación bilateral en un esquema paternalista, donde él se coloca como protector y Sheinbaum como una figura debilitada.

Este estilo no es casual. En un momento en que la Casa Blanca busca renegociar condiciones comerciales y endurecer la presión contra los cárteles, Trump introduce la cuestión de género en el tablero de poder. Sus palabras, envueltas en cortesía, buscan reducir la autoridad presidencial de Sheinbaum al plano personal, minimizando su papel como jefa de Estado. La misógina caballerosidad” cumple una doble función: desacreditar el liderazgo de la presidenta y justificar posibles medidas intervencionistas bajo el pretexto de que ella no puede “controlar” la situación.

Estrategia de Sheinbaum: negociación y concesiones

La respuesta de Sheinbaum ha sido clara en un aspecto: no aceptar la narrativa de subordinación. Ha negado la presencia de tropas estadounidenses en territorio mexicano y ha defendido que la relación con Washington debe basarse en cooperación, nunca en imposición. Ese mensaje le ha permitido presentarse como una presidenta que salvaguarda la soberanía frente a la condescendencia de Trump.

Pero, más allá de la retórica, su estrategia revela matices más complejos. Para evitar que los aranceles golpearan más a la economía mexicana, Sheinbaum cedió en ciertos terrenos de cooperación reforzada en materia de seguridad e inteligencia; y la extradición exprés de capos de alto perfil y la intensificación de operativos pueden leerse como un gesto destinado a desactivar las acusaciones de que “los cárteles gobiernan México”. Aunque estos movimientos fortalecen su narrativa de eficacia, también abren la pregunta: ¿hasta qué punto se trata de acciones soberanas y hasta qué punto de concesiones forzadas ante la amenaza de sanciones comerciales?

El balance es ambivalente. Sheinbaum conserva un alto respaldo interno gracias a los programas sociales y a la imagen de firmeza que proyecta frente a Trump. Sin embargo, su margen de maniobra es limitado: la extradición de criminales no implica necesariamente un golpe estructural al narcotráfico y la violencia sigue siendo un problema mayúsculo. En los hechos, sus respuestas lucen firmes en el plano diplomático, pero en seguridad y comercio muchas decisiones parecen más reacciones a la presión externa que parte de una estrategia propia. Esa percepción, en política, también erosiona su autoridad.

Un duelo en clave de género y poder

El cruce entre Trump y Sheinbaum es más que un duelo de estilos. Trump la llama “elegante” y “hermosa” para insinuar que no manda; Sheinbaum responde que no habrá subordinación, pero sus propios movimientos en seguridad y comercio muestran hasta qué punto debe adaptarse a las exigencias de Washington. La condescendencia misógina de Trump es burda, pero estratégica: golpea donde México es más vulnerable, la violencia. Sheinbaum ha sabido mantener la dignidad en el discurso y contenerlo en el escenario internacional, pero mientras sus respuestas sigan marcadas por la presión externa, la percepción de que cede ante Trump seguirá activa.

Graciela Rock Mora

@gracielarockm