VIOLENCIA DE GÉNERO

Cuando la denuncia no basta: Marilyn Manson y la hipocresía del poder en San Luis Potosí

Marilyn Manson, un hombre acusado de agresión sexual y violencia de género, fue recibido con alfombra roja por el gobernador de San Luis Potosí, ¿qué mensaje se envía a las mujeres que se atreven a denunciar? | Graciela Rock

Escrito en OPINIÓN el

La exhibición pública de poder es una forma sutil —pero devastadora— de silenciar. Y eso fue lo que ocurrió el pasado domingo 10 de agosto, cuando Marilyn Manson, un hombre acusado de agresión sexual y violencia de género, fue recibido con alfombra roja por el gobernador de San Luis Potosí en la Feria Nacional Potosina 2025. Ese encuentro ceremonial, difundido orgullosamente en redes sociales, es un golpe de realidad: cuando a los hombres señalados se les siguen abriendo puertas, ¿qué mensaje se envía a las mujeres que se atreven a denunciar?

Las acusaciones contra Manson no son rumores menores. En 2021, la actriz Evan Rachel Wood señaló públicamente a Brian Warner, nombre real de Manson, y de quien fue pareja desde que ella tenía 18 años y él 38, por haber “abusado horriblemente” durante años. No fue únicamente un rumor, ni una denuncia pública -que en muchos casos son las únicas herramientas posibles en casos de agresiones en el entorno privado-, sino una denuncia penal. 

Lo narrado por Wood abrió la puerta a que otras mujeres contaran experiencias de violencia igualmente graves ejercidas por Warner. En noviembre de 2024, se cerró una batalla legal: Manson retiró su demanda por difamación contra Wood y le pagó 327 mil dólares en honorarios, sin negar los hechos. A pesar de ello, en 2025, la fiscalía de Los Ángeles anunció que no presentaría cargos: los delitos habían prescrito o no había pruebas suficientes, aunque reconocieron la valentía de las denunciantes.

Aun así, apenas unos meses después, ni el peso de esas denuncias ni el eco internacional bastaron para que el poder local marcara distancia. Por el contrario, el gobernador Ricardo Gallardo no solo permitió la presentación de Manson en la Fenapo, sino que se fotografió con él, celebrándolo como “un momento histórico” para la Feria. Hubo muchas protestas ante el anuncio de este espectáculo, algunos grupos familiares y representantes de la iglesia, y grupos feministas y defensoras de sobrevivientes y víctimas de violencia de género, pero la respuesta del mandatario se centró en defender la laicidad del Estado y en desestimar esas críticas. No mencionó en ningún momento las denuncias por violencia sexual.

En San Luis Potosí, la Secretaría de las Mujeres atiende cerca de 200 casos de violencia de género cada mes, una cifra que habla de una crisis persistente y de la necesidad de acciones firmes y coherentes. Se han impulsado algunos recursos como una línea de ayuda, y apenas hace algunas semanas, la comisión de Igualdad de Género del Congreso estatal aprobó reformas importantes a la Ley de Acceso de las Mujeres, enfrentando formas emergentes de violencia como la digital y la mediática

Estos avances son importantes, pero pierden potencia cuando la narrativa pública manda señales contrarias: es difícil sostener un compromiso con la vida libre de violencia mientras se celebra a un hombre con un historial público de acusaciones por agresión y abuso.

Acciones de peso simbólico, como abrazar a Manson en un escenario público contradicen los mensajes políticos. Es como afirmar que los derechos ganados son frágiles, que el Gobierno no está dispuesto a respaldarlos cuando resultan incómodos. 

La narrativa popular de que “una denuncia arruina la vida” se cae ante la evidencia. Particularmente para quienes tienen fama o cercanía con el poder, una denuncia no es un obstáculo definitivo; a veces, ni siquiera es un obstáculo temporal. El caso Manson es prueba de ello.

Graciela Rock

@gracielarockm