En el último año de gobierno, nadie me ha preguntado si apruebo o no la gestión de Claudia Sheinbaum. Mi respuesta sería negativa. Sin embargo, si la encuesta permitiera matices, mi rechazo no sería absoluto. Esos matices son los que intento explicar en este artículo.
No puedo aprobar su gestión, a pesar de reconocerle estrategia y mesura, en sus primeros doce meses. Mi diferencia fundamental con ella se resume en una sola idea: no encuentro en Claudia Sheinbaum ni una pizca de vocación democrática.
Pudo haber frenado la destrucción del Poder Judicial autónomo. Nadie esperaba que lo hiciera, pero su omisión será una de las cargas más negativas en su propia historia, de la que sin embargo saldrá avante. Tarde o temprano, la Cuarta Transformación clamará por legitimidad, y el 1 de junio de 2025 será recordado como la piedra angular en su pérdida.
Te podría interesar
La inminente reforma electoral es otra señal clara de su falta de vocación democrática. Una comisión presidencial promueve la reforma, integrada por al menos tres personajes cuya trayectoria ha sido todo, menos democrática. Uno que ha explotado el balazo recibido en Tlatelolco durante toda su vida, otro que pasó lista por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa hasta donde le convino, y un tercero que se oponía a la elección de jueces... hasta que sirvió para impulsar a los suyos, acordeón en mano.
Pero aquí vienen los matices
Sheinbaum ha sido estratégica en un momento clave de la relación con Estados Unidos. Mientras Andrés Manuel López Obrador evitó al máximo la agenda internacional, la actual presidenta ha sido, junto con Emmanuel Macron, la Jefa de Estado que mejor ha manejado la compleja relación con Donald Trump.
Otro matiz es su manejo de la crisis interna de Morena. Es cada vez más evidente que el “No robar, no mentir, no traicionar al pueblo” no es más que una consigna hueca para las élites morenistas. Lujos, fortunas, corrupción y huachicol acompañan no sólo a Adán Augusto López y a los hijos de ya saben quién, sino a decenas de cuadros dirigentes: gobernadores, legisladores, presidentes municipales y sus subordinados.
Las sospechas sobre la probidad de Morena no alcanzan a Claudia Sheinbaum. Personalmente, yo sí tengo mis dudas y pongo dos ejemplos: Primero, la empresa CRRC Zhuzhou Locomotive, responsable del fracaso en la renovación de la Línea 1 del Metro de la Ciudad de México, acaba de ganar la licitación para fabricar el material rodante del tren a Pachuca. No hicieron nada para buscar su inhabilitación, a pesar del daño causado a los usuarios del transporte público en la Ciudad de México.
Segundo, a pesar de la sobrada incapacidad de Clara Brugada para atender los baches, no puede ser que en tan poco tiempo la ciudad parezca un campo minado. Es evidente que el predecesor de Raúl Basulto, actual secretario de Obras, redujo la calidad del asfalto. Hoy, ese mismo funcionario encabeza la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes.
Lo estratégico de Sheinbaum es que la podredumbre que hoy representa Morena no la salpica. Al contrario: le da margen de maniobra y grados de libertad en su balance político.
A diferencia de lo que creo que ocurrirá con su predecesor, tengo la impresión de que Claudia Sheinbaum saldrá bien librada en el juicio de la historia. Con el tiempo, la gente dirá que “ya saben quién fue el presidente más corrupto de la historia”, y ella quedará ilesa, a pesar de todo lo que ha visto, sabido y callado.
Sheinbaum, hay que reconocerlo, antes que superar al presidente más corrupto de la historia, contribuirá a reducir toda la corrupción que lo acompañó. Sin que sea impoluta, podría contribuir a frenar la corrupción que está marcando a la 4T.
En su narrativa política, me gustaría ver otra actitud frente a la diferencia; que no se le resbalen los cuestionamientos que llegan a las mañaneras; menos mentiras en sus discursos y conferencias, muchas de las cuales han sido comprobadas como falsas por medios serios. Pero sé que no lo hará. Mientras no haya costos políticos por mentir o por evadir, ella no cambiará y quienes le sucedan tampoco lo harán.
