#CONSULTORÍAPOLÍTICA

¿Aprender a reconocer los errores?

Encubrir un delito desde una posición de poder político no es un error que se puede corregir con una simple disculpa. | José Antonio Sosa Plata

Escrito en OPINIÓN el

El buen líder no es quien nunca se equivoca. La afirmación puede parecer una obviedad, pero todos los días seguimos viendo en los medios a altos funcionarios y dirigentes partidistas empeñados en mostrarse “infalibles", o poseedores de “verdades absolutas” que muy pocos terminan creyendo.

El fenómeno se acentúa en las situaciones de conflicto y crisis. Para evadir la realidad o responsabilidad, muchos personajes políticos lanzan acusaciones falsas, crean escándalos, desvían la atención, culpan de los problemas propios a terceros, dicen verdades “a medias” o dan argumentos ambiguos y manipulados.

Loading…

El miedo al error se explica, pero no se justifica. Aceptar una equivocación y asumir las consecuencias no se ve siempre como una buena opción. El temor al conflicto interno suele ser mayor a los riesgos de explorar narrativas convincentes que no vulneren tanto la confianza ni la reputación de quienes se han equivocado.

Algunos líderes no aceptan sus errores por el ego, el deseo de perfeccionismo, la inseguridad o el daño a la autoestima. Este tipo de reacciones no son más que mecanismos de defensa que tratan de evitar señales de debilidad o incompetencia. A final de cuentas, no perciben que el ocultamiento o el engaño terminan ocasionando mayores perjuicios que beneficios.

Te recomendamos: Berna González Harbour. "¿Por qué los políticos nunca piden perdón?", en El País, 09/04/2021. 

Negar o distorsionar la realidad para ocultar una equivocación no quita la responsabilidad por los errores, pero sí puede generar relaciones tensas y nuevos conflictos. Los especialistas han calificado de inmadurez emocional a este tipo de comportamientos. Además, dicen, es un disparador de la desconfianza de quienes perciben la manipulación.

Reconocer un error tampoco debe ser interpretado como un acto de sencillez o humildad. Muchos menos de debilidad. El buen líder se equivoca porque todos los días debe tomar muchas decisiones. Y porque no siempre tiene el control de todas las variables. El cumplimiento de los grandes objetivos sólo se ve afectado por grandes equivocaciones.   

En contraste, la inacción nunca conduce al éxito. Los procesos de toma de decisiones deben estar fundamentados en principios de análisis crítico, corresponsabilidad y adaptabilidad. A la hora de decidir, las acciones deben partir de información y diagnósticos sustentados para minimizar riesgos y maximizar los beneficios. Pero esto no significa que siempre sean infalibles.

Lee más: ¿Políticos infalibles?, en Opinión La Silla Rota 02/02/2022. 

Por lo anterior, es preciso partir de una obviedad: en política, como en la vida, hay de equivocaciones a equivocaciones. Las que se superan con mayor facilidad son las que no perjudican a la población, las que no generan importantes daños colaterales y aquellas que no afectan la reputación personal o institucional. 

Desde esta perspectiva, no es lo mismo dar un dato erróneo en un mensaje, discurso o informe que lanzar una grave acusación en contra de cualquier persona o institución sin sustento o a partir de información falsa. En el mismo sentido, hay equivocaciones que se dan por ignorancia, desconocimiento o falta de experiencia en algunos temas, pero eso no necesariamente descalifica el liderazgo.

Lo que resulta inaceptable es que acciones premeditadas, ventajosas y alevosas se traten de mostrar o justificar como errores. Sucede con frecuencia, al tratar de encubrir actos de corrupción o desviar la atención hacia escándalos con el propósito de encubrirlos. Cuando esto sucede, entonces, se trata sólo de burdas manipulaciones, siempre con altas posibilidades de que se reviertan hacia el emisor.

Consulta: Pablo Martín Diez. "La toma de decisiones errónea en política", en Vivat Academia, Revista de Comunicación 2021, Número 154, pp. 167-183. 

En consecuencia, dentro de las estrategias de comunicación política siempre es conveniente elaborar protocolos de actuación para el manejo de las equivocaciones. En el nuevo ecosistema mediático y digital, las improvisaciones o el silencio en este terreno suelen ser muy costosos.

Durante los últimos años se han elaborado algunas clasificaciones, criterios y narrativas para enfrentar situaciones derivadas de los errores. Reconocerlos y ofrecer disculpas a la población o a los afectados es apenas el principio básico para el control de daños. Sin embargo, no es suficiente. 

Las acciones sugeridas por los manuales de crisis tradicionales deben ir acompañadas de acciones que involucren acciones paralelas a los mensajes. El énfasis debe estar en los valores éticos que sustentan el liderazgo y en la efectividad que se ha demostrado durante su trayectoria profesional. Sólo así se mantiene la confianza de la ciudadanía y la legitimidad del sistema político.

Recomendación editorial: María José Canel. La comunicación de la Administración Pública: Para gobernar con la sociedad. México: Fondo de Cultura Económica (FCE), 2018.

José Antonio Sosa Plata

@sosaplata