#CONSULTORÍAPOLÍTICA

¿Opositores, pero Claudistas?

Ser opositor al régimen oficial, pero simpatizar con la presidenta puede parecer más un acto de conveniencia personal que de convicción política. | José Antonio Sosa Plata

Escrito en OPINIÓN el

En el marco de la gira del primer informe de la presidenta Claudia Sheinbaum sucedió algo muy interesante. Los gobernadores de oposición no sólo demostraron que están trabajando con ella en varios temas en forma coordinada, sino que algunos expresaron su abierta simpatía con la primera mandataria al declararse “Claudistas”, directa o indirectamente.

“Tenemos buena relación”, afirmó la presidenta. En contraste, el conflicto se mantiene con los dirigentes de los partidos, de manera particular con el PRI y el PAN. En una primera lectura, lo que vemos es parte de la normalidad en un sistema democrático. Sin embargo, debe haber límites y matices en las narrativas para mantener la congruencia.

Oponerse no significa estar totalmente en desacuerdo. Tampoco debe entenderse como una negativa a colaborar conjuntamente. Pero hay mensajes que podrían provocar confusión, desánimo o enojo en los militantes y simpatizantes de los partidos a los que pertenecen los gobernadores. Más cuando se imponen los excesos retóricos o se omite la crítica propositiva y constructiva.

Cuando los argumentos hacia el adversario no se exponen con el debido cuidado y precisión, los efectos en la opinión pública no sólo tienen el potencial de dañar la reputación de quien los emite, sino de afectar la imagen de los partidos que los llevaron al poder. Además, podrían ser interpretados más como un acto de conveniencia personal, que de convicción política.

Por si no lo leíste: "Alito" Moreno acusa a Morena de "narcodictadura" tras informe presidencial de Sheinbaum. 

En los escenarios de polarización política, las agresiones verbales y los discursos de odio se vuelven prácticas cotidianas. En términos concretos, quienes terminan ganando con esta situación son los personajes que están en el poder. Y más cuando los opositores están debilitados o divididos.

Desde esta perspectiva, se podría interpretar que no parece una equivocación que los gobernadores de oposición estén optando por el pragmatismo. Por eso, parece un objetivo secundario que antepongan a cualquier situación su conveniencia personal, porque ya habrá tiempo en el futuro de seguir en otros espacios con la defensa de los valores e ideales que rigen su conducta o su conciencia.

En cualquier caso, es probable que la valoración que hicieron los gobernadores antes de la llegada de la presidenta Sheinbaum a sus entidades, privilegió el discurso subordinado y grandilocuente —como sucedió el siglo pasado durante los tiempos de la hegemonía priísta— en lugar de buscar otros argumentos efectivos, pero sin descuidar el sentir de sus gobernados y simpatizantes.

Consulta: Tonatiuh Guillén López. Federalismo, gobiernos locales y democracia (Nueva edición con nota introductoria). México: Instituto Nacional Electoral (INE), 2020. 

Es cierto que los gobernadores a menudo dependen de los recursos económicos y del apoyo político del gobierno central para poder gobernar sus estados. También lo es que el gobierno federal puede utilizar herramientas como la asignación de fondos o la presión política para ejercer un mayor control sobre ellos, limitando su independencia y capacidad de maniobra.

Sin embargo, en diversos países y momentos históricos se ha demostrado que sí es posible para los gobernadores conciliar la autonomía política y administrativa necesaria para tomar decisiones independientes. También se pueden concretar mecanismos de colaboración y coordinación en todos los niveles de poder, sin mostrar subordinación que sea interpretada como debilidad.

La clave está en la adecuada elección de los argumentos para las diversas audiencias involucradas; en los elementos simbólicos que se pueden controlar durante los eventos encabezados por la presidenta en sus entidades; en la agenda mediática que se defina para los días previos y posteriores al acto principal; en los mensajes internos que se tienen que dirigir a los liderazgos de sus partidos (tanto a nivel estatal como nacional); y en el diseño de imagen para mostrar autonomía, firmeza y liderazgo. 

Recomendación editorial: Laura Flamand y Juan C. Olmeda. Democracia y federalismo. México: Instituto Nacional Electoral (INE), 2021.

 

José Antonio Sosa Plata

@sosaplata