En los últimos años, el tema de las emociones aparece con mayor frecuencia en los medios de comunicación masiva, en las redes sociales, y en muchos otros ámbitos, entre ellos, el académico, pues han surgido múltiples grupos de estudio sobre emocionalidades y afectividades con el objetivo de investigar el impacto de estas en nuestras cotidianidades y en asuntos de interés público.
El caso de nuestro país no es la excepción, y desde hace dos décadas, se iniciaron estos trabajos de la mano de algunas pocas investigadoras, quienes en su mayoría adoptaron este giro emocional, y mucho menos investigadores, pero, que, consolidaron un grupo de estudios denominado Red de Investigación en Emociones y Afectos desde las Ciencias Sociales y las Humanidades (Renisce), cuyo trabajo ha sido la visibilización de la temática y la consolidación de la investigación sobre la misma en diferentes espacios universitarios y distintas disciplinas.
Producto de este esfuerzo es la celebración de su Noveno Coloquio de Investigación, titulado “Las emociones en el marco de las ciencias sociales: perspectivas interdisciplinarias”, con lugar en la Universidad ITESO de Guadalajara a lo largo de esta semana. En este, participaron ponentes de casi todos los estados de la República Mexicana y de varios países de América Latina.
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Rocío Enríquez Rosas, cofundadora de la Renisce e investigadora de la casa de estudios sede del encuentro académico, explicó que la afectividad y la emocionalidad atraviesan la vida social en cada una de sus dimensiones por lo que problematizar desde el marco de lo sensible es una tarea imprescindible para abordar los problemas sociales de nuestra contemporaneidad y poder incidir en ellos de manera colaborativa, participativa, y a partir del diálogo de saberes en horizontalidad.
Para la autora de “Cuidado colectivo y personas mayores. Estudios de caso en México, España y Uruguay” (ITESO, 2023), lo emocional es también conciencia y genera procesos reflexivos y de agencia emocional que invitan a la movilización y la acción social. Por lo que, la emoción social, aquella que nos conmueve, es también política y se encarna en la intersección de desigualdades de género, de generación, de clase, de origen étnico, entre otras.
Es por ello, que la co-coordinadora de este encuentro, consideró que, las emociones son proveedoras de sentido para el análisis social, pues, la vida en clave sensible es también cuerpo social y practica social, ya que, la afectividad interpela nuestras formas de convivencia y de habitar este mundo, así como de preservar la vida en sus múltiples expresiones, más allá de la vida humana.
A lo que añadió que las emociones son también prácticas sociales vinculadas a las relaciones de poder y de subordinación, y tienen un papel relevante en la transformación de un orden social que promueva un mundo social mas justo e igualitario.
Oliva López Sánchez, cofundadora de Renisce e investigadora de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM, explicó que las investigaciones, realizadas bajo la perspectiva de las emociones, reconocen la importancia de la vida sensible para entender y explicar, y en algunos casos intervenir en fenómenos sociales actuales.
La catedrática añadió que se suman a esta agenda, temas políticos y sociales emergentes que interpelan a la investigación social y humanista, lo que obliga a reflexionar sobre la estructuración y orientación de las ciencias sociales a nivel local y global.
Como parte de su reflexión, indicó que, en el siglo XXI, las emociones han adquirido una cualidad heurística para comprender la vida social en sus múltiples dimensiones. Ejemplo de lo anterior es el trabajo de cuidados, reconfigurado a partir de la pandemia por covid19, pues estos tienen una dimensión emocional que exige amplias indagaciones y una problematización más profunda, para mostrar que las desigualdades sociales se traducen en desigualdades afectivas.
Para la especialista, este coloquio es una afirmación colectiva de que las emociones importan en la construcción de saberes, en las disputas por el sentido, en las prácticas de cuidado, en las luchas por la injustica, las migraciones, las violencias, entre otros fenómenos sociales.
Tras resaltar la importancia de los estudios en la materia y las posibilidades de diálogo entre las diferentes disciplinas para el abordaje de la dimensión afectiva, la autora de “Amor, desamor y modernidad. Régimen de una educación sentimental en México y América Latina” (1900-1950), recalcó que las emociones no deben ser sólo un objeto de estudio, sino una brújula para imaginar otras formas de hacer ciencia social, más sensible, más situada y más justa.
Para esta edición del Coloquio, se llevaron a cabo 32 mesas de trabajo, con 19 ejes temáticos; se impartieron 128 ponencias, por parte de 191 ponentes, mostrándose la relevancia de este tópico y la necesidad de continuar impulsando este tipo de estudios con la finalidad de obtener una mejor lectura de diversas problemáticas sociales y proponer soluciones más integrales, incluyentes, interseccionales e igualitarias.