PAZ PARA MÉXICO

Un legado verdadero

Qué orgullo me daría, como mexicano, que una presidenta regresara la paz a este tan dolido país, ese sí sería un legado verdadero por el cual aplaudir. | Carlos Gastélum

Escrito en OPINIÓN el

¡Así que esto es salir de noche! Así exclamó entre ironía y tristeza una reciente visita que vino de Culiacán a Ciudad de México. Ha pasado ya un año desde que inició la guerra fratricida entre sinaloenses que ha golpeado las formas de vivir de las ciudades en el estado, principalmente en su capital. 

Durante el día se ha normalizado ver una intensa presencia militar y policiaca en las calles. A la gente se le detiene en retenes para saber a dónde va y de dónde viene, y a pocos deja tranquilos circular al lado de un contingente en ruta. Cosa curiosa: en una de las etapas más violentas de la historia de la región es cuando más visible es la presencia del Estado. La lógica debería decir que, a mayor fuerza pública, menor tendría que ser la tasa de criminalidad. Pero la lógica no funciona así, al menos no en Culiacán.

La vida nocturna sigue en agonía. Aunque algunos establecimientos van recuperando algo de aflujo por las noches, la cantidad es incomparable a lo que se veía apenas hace un año atrás. Sí: la gente se anima a salir hasta un poco más tarde, pero siendo las 10 de la noche se vuelve la frontera para regresar a casa y evitarse problemas.

Esta dinámica se mezcla con episodios efímeros de relativa tranquilidad. Suele suceder que pasan días o semanas sin reportes de violencia de alto impacto que despierta la esperanza de paz. Pero basta con saber del asesinato de una familia, el levantamiento de jóvenes, o que a algún vecino o conocido le pasó algo para recibir un golpe de realidad.

A la cotidianidad también le han pegado esos momentos que forman sentido y convivencia públicos. Por segundo año consecutivo, el gobierno estatal canceló los eventos del Grito de Independencia, y todo indica que la Feria Ganadera -un evento ampliamente esperado por los culichis cada año- podría correr la misma suerte. 

Hartos por la inseguridad, cerca de 50 mil ciudadanos salieron el pasado 7 de septiembre a una marcha por la paz. Vestidos de blanco, mujeres, hombres, niñas y niños pidieron a las autoridades cumplir con la función más básica de cualquier gobierno: garantizar la seguridad e integridad de sus ciudadanos. 

Me quedan muchas dudas sobre qué se necesita para ponerle fin a la guerra civil que ocurre en diferentes partes del país. Tengo claro, como lo pude ver en el desfile cívico militar que alfombró Paseo de la Reforma el pasado martes, que el Estado mexicano cuenta con todos los recursos para superar cualquier fuerza disruptiva del orden público. Ahí están los elementos, la inteligencia, el poder de fuego. La pregunta está en qué se utilizan cuando apenas, en una entidad como Sinaloa, asesinan a más de mil 800 personas en un año sin que nada suceda. 

Cuando en la transmisión del Grito de Independencia hicimos pausa para escuchar a la presidenta Sheinbaum, la mayoría de los amigos con quien estaba reunido señalaban el momento histórico de ver a la primera mujer celebrando el acto. Yo pensaba, en cambio, que más orgullo me daría, como mexicano, que una presidenta regresara la paz a este tan dolido país. Ese sí sería un legado verdadero por el cual aplaudir.

Carlos Gastélum

@c_gastelum