En un chat de Telegram, un bot responde como si fuera un vendedor de suplementos naturales. Ofrece precios, fotos de empaques diseñados con inteligencia artificial y hasta reseñas falsas que imitan a grandes tiendas online. Pero detrás de esa fachada no hay vitaminas, sino cocaína y fentanilo. Estos son los narcobots: asistentes digitales creados con Inteligencia Artificial (IA) que permiten a los cárteles vender drogas como si fueran cualquier otro producto en línea.
La inteligencia artificial (IA) ofrece enormes beneficios para la innovación, pero también abre la puerta a nuevas formas de delito. Hoy, grupos criminales en la región usan estas herramientas para extorsionar, defraudar y manipular con una sofisticación inédita. Lo alarmante es que la IA ya no requiere conocimientos técnicos avanzados: cualquier delincuente con acceso a plataformas abiertas puede ejecutar ataques complejos en cuestión de minutos.
Las organizaciones criminales combinan sus actividades tradicionales, como el narcotráfico y el tráfico de armas, con aplicaciones de IA. Desde la optimización de la venta de drogas en catálogos digitales hasta la logística en cadenas de suministro ilícitas, la IA amplía su capacidad operativa. Incluso se han documentado intentos de usar algoritmos para planificar ataques físicos contra rivales o comercios.
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El acceso ya no se limita a hackers sofisticados. Plataformas de IA permiten que delincuentes sin experiencia técnica generen malware, mensajes persuasivos o voces clonadas. Esto democratiza el crimen digital y multiplica la escala de los ataques.
El uso perverso de la IA también exacerba la vulnerabilidad de poblaciones específicas. Algoritmos entrenados con sesgos históricos facilitan segmentar víctimas: mujeres, migrantes o minorías son más propensos a recibir mensajes manipulados o fraudes personalizados.
En América Latina, estas modalidades se concentran en tres frentes: deepfakes, phishing y malware, con un giro adicional: la optimización de fraudes y extorsiones ya conocidos.
Deepfakes: del secuestro virtual a la extorsión
Los grupos delictivos emplean clonación de voz e imagen para ejecutar secuestros virtuales. Basta con un video en TikTok para clonar la voz de un familiar en menos de 15 segundos y detonar un pago bajo presión.
También se han documentado esquemas que suplantan a organizaciones de búsqueda de migrantes en la frontera norte de México. Los delincuentes solicitan fotografías “para identificación” y luego generan imágenes falsas de cautiverios para exigir rescates. En Perú ya se han registrado casos similares, y la técnica se expande por la región.
Phishing con esteroides
Los modelos de lenguaje han elevado la persuasión y la escala de los ataques. Correos que antes eran rudimentarios hoy imitan a la perfección el tono de superiores jerárquicos o de instituciones oficiales.
En Brasil, el grupo Pineapple suplanta al servicio fiscal con páginas espejo. En Colombia, las autoridades alertan que el phishing ya es el método más común de robo de información. Reportes recientes muestran que los correos maliciosos han crecido exponencialmente tras la popularización de asistentes de IA.
Lo preocupante es el surgimiento de herramientas criminales explícitas. En la dark web ya circulan FraudGPT y WormGPT, versiones sin salvaguardas de los modelos comerciales, diseñadas para redactar estafas, crear malware o guiar a novatos en cibercrimen. Estos chatbots funcionan como instructores que enseñan a cometer delitos paso a paso.
Malware hecho a la medida
Aunque los modelos más difundidos rechazan generar código delictivo, los atacantes los inducen a producir componentes “neutros”. Una simple ventana de inicio de sesión creada con IA puede integrarse en programas maliciosos que roban contraseñas y datos bancarios.
La IA acelera el ciclo criminal: depura errores, multiplica la productividad de desarrolladores experimentados y permite a novatos generar programas dañinos con instrucciones básicas. Paralelamente, versiones sin filtros en foros clandestinos facilitan la creación de malware sin restricciones.
Extorsiones digitales a gran escala
La IA también abarata y multiplica los fraudes ya conocidos. Marcadores automáticos con voces sintéticas realizan miles de llamadas para secuestros virtuales. En aplicaciones de citas, chatbots como LoveGPT ejecutan estafas: construyen vínculos emocionales con la víctima y después piden transferencias o inversiones ficticias.
Incluso se han detectado bots de narcotráfico en Telegram, capaces de generar catálogos digitales de drogas disfrazadas como suplementos “naturales”. Estos catálogos incluyen empaques diseñados por IA y reseñas falsas, imitando el estilo de de grandes compañías para dar apariencia de legalidad.
Diversas organizaciones e instancias internacionales como la Europol Investigaciones internacionales como la de Insight Crime, advierten que organizaciones de alto perfil, como el CJNG en México y el PCC/CV en Brasil, podrían estar explorando estas economías criminales digitales. La tendencia apunta hacia mayor profesionalización y expansión transfronteriza.
El reto para las autoridades
Lo natural y lo artificial coexisten en constante tensión. El reto consiste en asegurar que la inteligencia artificial sea una herramienta de seguridad y desarrollo, y no un multiplicador de las capacidades criminales.
La respuesta no puede esperar. Gobiernos y empresas en América Latina necesitan cooperación regional, regulación ágil y alfabetización digital masiva. Las policías deben capacitarse no solo para enfrentar a delincuentes de carne y hueso, sino también a sus cómplices artificiales.
El futuro dependerá de qué tan rápido, y con qué visión, podamos responder a esta nueva ola de criminalidad digital.
Mauricio Bastién Olvera*
Especialista en temas de seguridad y tecnología. Actualmente trabaja para el área de amenazas y seguridad de Amazon. Ha trabajado con el Banco Interamericano de Desarrollo en Washington DC y Honduras, así como con proyectos de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en República Dominicana. De igual forma, trabajó con el Centro de Seguridad y Tecnología Emergente de la Universidad de Georgetown. Ha sido profesor en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), el Instituto Mora y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es licenciado en Relaciones Internacionales por la UNAM y maestro en Derecho Internacional Público por la Universidad de Leiden. Es miembro del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI).
Andrés Pinto Fajer*
Especialista en temas de seguridad ciudadana y derechos humanos. Ha trabajado en la Misión Permanente de México ante las Naciones Unidas en temas de delincuencia organizada trasnacional y derechos humanos. Asimismo, ha trabajado en proyectos de investigación sobre desplazamientos forzosos en situaciones de conflicto armado y protección a la comunidad migrante víctima de crímenes de odio en Estados Unidos. Es licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad de Maryland y cuenta con estudios de maestría en la London School of Economics and Political Science.
