Hace unos días me subí por primera vez a un taxi autónomo en Los Ángeles. Se trataba de un vehículo de Waymo, la compañía que nació como un proyecto secreto de Google en 2009 y que hoy opera como una empresa independiente bajo el paraguas de Alphabet. Fue una experiencia entre la emoción y los nervios: el auto llegó solo, abres la puerta con la app, das click en iniciar viaje y partimos. Nadie está frente al volante. Pareciera que el futuro ya está aquí, pero también eso nos obliga a hacernos preguntas incómodas.
Waymo comenzó su historia con un objetivo ambicioso: reducir los accidentes de tránsito, que cada año causan más de 1.19 millones de muertes en el mundo según la Organización Mundial de la Salud. El argumento es potente:el factor de riesgo principal es el error humano. Si una inteligencia artificial puede conducir mejor que nosotros, ¿por qué no confiarle el volante?
Los avances han sido notables. En ciudades como Los Ángeles, Phoenix o San Francisco, ya se ofrecen servicios de taxi autónomo las 24 horas. Pero no han estado exentos de fricciones. En 2017, una de las primeras pruebas públicas fue una entrega de pizzas con escolta policial, para evitar cualquier altercado. En 2024, un grupo de residentes de San Francisco bloqueó la circulación de varios Waymo activando su modo de emergencia al ponerles conos de tráfico como obstáculos. También se dieron reportes de que se estacionaban frente a casas tocando el claxon a las 4:00 a.m., sin nadie a bordo que pudiera evitarlo.
Te podría interesar
Waymo ha publicado informes detallados sobre sus incidentes. En su último Safety Report, la empresa indicó que su flota recorrió más de 50 millones de millas completamente autónomas causando 83% menos accidentes de lo que causarían humanos manejando esa misma distancia. Sin embargo, la percepción pública no se mide en millas, sino en titulares.
¿Y México?
Pensar en taxis autónomos en la CDMX o Guadalajara aún parece ciencia ficción. Hay tres retos clave:
-
Infraestructura urbana inestable: Señalización deficiente, calles irregulares, y tráfico altamente impredecible hacen difícil operar bajo los estándares actuales de navegación autónoma.
- Legislación inexistente: México no cuenta aún con un marco regulatorio claro para vehículos autónomos. No hay definición de responsabilidad legal ante accidentes.
- Aceptación social y confianza: Será que los mexicanos nos sentiremos cómodos y tendremos confianza en un coche sin conductor.
Además, está el tema de los costos y la tecnología. Desplegar una flota como la de Waymo requiere sensores LIDAR, radares, y sistemas de inteligencia artificial con mantenimiento especializado. ¿Quién lo financiaría? ¿El Estado? ¿Las grandes plataformas?
¿Futuro o ficción?
Waymo nos ofrece una mirada a un futuro sin choques, sin tráfico agresivo, sin necesidad de estacionarse, sin choferes agresivos. Pero también plantea preguntas sobre privacidad, regulación y convivencia con lo humano. En ciudades de alto caos vial, la adaptación no solo será tecnológica, sino cultural. Mientras tanto, seguiremos viendo estos autos recorrer las calles de California con precisión.
