El viernes 1 de agosto el presidente Trump declaró que había ordenado que dos submarinos nucleares fueran desplegados en “regiones apropiadas” en respuesta a lo que calificó como comentarios muy provocadores hechos por el anterior presidente de Rusia, Dmitry Medvédev. Las palabras son importantes y pueden conducir a consecuencias no deseadas; ojalá y esta vez no ocurra eso, añadió.
Existen varias dudas sobre los detalles de la medida. Estados Unidos tiene 14 submarinos tipo Ohio, armados con 24 misiles y cada misil puede transportar varias bombas nucleares. Estos se ubican en distintas regiones y se mueven con regularidad entre las zonas de operación y los puertos donde reciben mantenimiento y se hacen cambios del personal activo. No se sabe si la orden es que dos submarinos se acerquen más a una posición de posible ataque a Rusia o si dos submarinos se suman a los anteriores. Los detalles de este tipo de operaciones son, obviamente, secretos.
De cualquier manera, la medida de Trump significa pasar de un intercambio de posts desagradables, meras palabras, a una medida militar que efectivamente eleva el nivel de riesgo de una confrontación desastrosa.
Te podría interesar
El intercambio inició después de que Trump en repetidas ocasiones manifestó su disgusto con el presidente Putin porque a pesar de varias conversaciones agradables entre ambos, simplemente seguía bombardeando Ucrania y matando gente. La última andanada de drones contra Kiev, una de las mayores en el curso de la guerra, mató a unas 30 personas. Eso a Trump le parece indignante. No dice nada en cambio de que el ejército israelita mate diariamente una “cuota” de alrededor de 90 personas practicando el tiro al blanco contra los desesperados hambrientos que se arriesgan por un poco de comida para sus familias.
Hace dos semanas Trump le dio a Rusia un plazo de 50 días para cesar sus ataques y de no hacerlo le impondría nuevas sanciones. Putin se mantuvo en la posición de siempre; exige una Ucrania neutral que no le represente amenazas futuras. Es evidente que Rusia obtendrá la victoria sobre Ucrania, e indirectamente sobre Estados Unidos y Europa.
Siempre cambiante, hace dos días Trump redujo el plazo para imponer las nuevas sanciones a 10 o 12 días. Estas serían indirectas: aranceles de 100 por ciento contra los países que le compren petróleo, gas o derivados a Rusia. Dado que los dos principales compradores son China e India, dos gigantes en ascenso, sería difícil doblegarlos.
El caso es que ante la amenaza de Trump, el expresidente ruso Medvédev dijo en un post que cada nuevo ultimátum es una amenaza y un paso hacia la guerra con Estados Unidos. Terminó el mensaje diciéndole a Trump que no repita el camino del “adormilado” Biden. Si algo le molesta a Trump es ser comparado con el anterior presidente que ya evidenciaba demencia senil.
Trump posteó que Medvédev debía cuidar sus palabras y aprovechó para atacar el comercio entre Rusia e India, a las que llamó “dos economías muertas”. Algo sin sentido referido a Rusia, que a pesar de las sanciones se fortalece, e India, el país más poblado y con mayor ritmo de crecimiento del planeta.
Medvédev contestó que si las palabras de un expresidente provocan tal reacción nerviosa del supuestamente formidable presidente norteamericano, entonces está en el camino correcto. Dijo que Trump debería volver a ver su película favorita, la de los muertos vivientes, y aseguró que debería recordar lo peligrosa que es la mítica “mano muerta”.
Mano muerta fue durante la guerra fría un programa de respuesta nuclear inmediata y total en caso de que Rusia fuera atacada y sus mandos militares murieran y se perdieran las comunicaciones internas. Es una estrategia estrictamente defensiva que Medvédev menciona ante el riesgo de que se intente repetir la estrategia llevada a cabo en Líbano para asesinar a toda la cúpula política y militar de Hezbolá. Más adelante se repitió en Irán asesinando a cerca de 30 altos mandos militares y científicos del mayor nivel para “decapitar” al país. La estrategia fue hasta cierto punto exitosa pero Irán pudo reconstituir en pocos días su estructura de mando.
Diversos analistas han señalado el temor ruso de que se intente decapitar a sus mandos civiles y militares. Lo que Medvédev dio a entender es que eso sería considerado equivalente a un ataque nuclear y daría lugar a una respuesta devastadora. La mano muerta es defensiva, solo entraría en operación en caso de ataque nuclear o de decapitación como prolegómeno a ese ataque.
Trump calificó el mensaje de Medvédev como una amenaza nuclear y respondió con el movimiento de los submarinos. Posiblemente no entendió el sentido del mensaje de Medvédev que era eminentemente defensivo; o no lo quiso entender y está muy a disgusto por algo de más fondo que las palabras del ruso.
Aunque Trump decía que la guerra en Ucrania no era suya sino de Biden, terminó apropiándose de ella y sabe que la va a perder. Le pide a Rusia un cese al fuego sin condiciones, pero Putin quiere garantías de que Ucrania no será parte de la alianza militar occidental; no tendrá bases extranjeras ni representará una amenaza para Rusia en el futuro. Un mero cese al fuego sería temporal y permitiría el rearme de Ucrania, lo que prolongaría el conflicto.
Trump es alguien que quiere figurar como prepotente y ganador todos los días. Ante la inevitable derrota en Ucrania de Estados Unidos, Europa, Occidente y de Trump en lo personal, está empezando a dar golpes mal pensados. Si Rusia responde con una jugada similar se entraría en una nueva fase de escalada que ya empieza a presagiar un conflicto nuclear, lo cual regresaría a la humanidad entera a la edad de las cavernas.
Afortunadamente la respuesta de Putin fue de apaciguamiento: “Todas las decepciones surgen de expectativas excesivas. Para lograr una resolución pacífica, es necesario tener conversaciones profundas, y no en público”.
En pocas palabras le dijo a Trump que no espere demasiado y que es necesario tener conversaciones serias y no teatrales.
