#ANÁLISIADELANOTICIA

Trump y Epstein, una grieta en el culto a la personalidad

El caso Epstein fractura el culto a la personalidad de Trump y desata tensiones internas en la base MAGA. | Jorge Faljo

Escrito en OPINIÓN el

El culto a la personalidad es la exaltación desmedida de un líder al que se le atribuyen cualidades extraordinarias, un conocimiento superior y el poder de determinar qué es lo verdadero y lo falso. Para sus seguidores tal líder tiene características semidivinas; todo se le acepta. 

Algunos líderes de cultos religiosos han controlado a sus seguidores al grado de manipularlos al extremo del suicidio colectivo. Dictadores notables como Stalin en la Unión Soviética, Hitler en la Alemania nazi o la dinastía Kim en Corea del Norte impusieron el culto a sus personas sobre la casi totalidad de la población, los medios y los políticos. 

La clave es la intensa y persistente alabanza del líder y el descrédito de toda otra fuente de información al punto de que los deseos del líder se equiparan a un mandato divino o al verdadero patriotismo en lucha contra supuestas fuerzas del mal.  

En Estados Unidos los creyentes en el mensaje del Regreso a la Gran América de hace décadas, el sector “MAGA” (Make America Great Again, Hacer grande a América de nuevo) de la población, apoyó a Trump para apoderarse del partido republicano. Es una base social, afortunadamente no la mayoría de la población, y un partido político que desde hace años ha estado dominado por el culto a la personalidad de Trump. No puede explicarse de otro modo la impunidad del presidente de Estados Unidos para comportarse de una manera que no se le aceptaría a nadie más. 

Para el grupo “MAGA” el manejo caprichoso e inestable de los aranceles; las redadas contra los migrantes que también atentan contra los derechos humanos de ciudadanos; el trato cruel a las hombres, mujeres y niños; la deportación sin juicio de inocentes por mero accidente; el racismo; el hacer caso omiso a resoluciones de la justicia, son incidentes menores. 

Las acciones de Trump han creado pavor entre millones de indocumentados, sus hijos y parientes. Han generado incertidumbre en el medio empresarial. Dueños de granjas, empresas de la construcción, restaurantes y hoteles que votaron por Trump ahora se quejan de que se han quedado sin una mano de obra que es indispensable para el funcionamiento de sus empresas. 

Trump prometió que sería el presidente de la Paz, que acabaría con los conflictos existentes y no iniciaría más guerras. En cambio sigue enviando armas a Ucrania y apoya los ataques de Israel a Líbano, Siria, Irak, Irán, Yemen y en Gaza la tortura masiva por hambre y la limpieza étnica. Dijo que al llegar a la presidencia bajarían los precios de los alimentos; pero lo que está provocando es la elevación generalizada de precios. Prometió que regresaría al país los empleos de la manufactura bien pagados y está sumiendo al país en una recesión. 

Su nueva Hermosa y Grande Ley es la mayor transferencia masiva de riqueza de los más pobres, que pierden el acceso a la salud y a los apoyos alimentarios, en favor de los extremadamente ricos que pagarán menos impuestos. 

Hoy en día la mayoría de los estadounidenses simpatiza más con Palestina que con Israel. Al grado, inconcebible hasta hace poco, de que los demócratas de la ciudad de Nueva York eligieron como su candidato a la alcaldía de la ciudad a Zhoran Mamdani, un inmigrante moreno, nacido en Uganda, de religión islámica, que se define como demócrata socialista, simpatizante de los migrantes y que apoya a los palestinos. Trump lo acusó de comunista y amenazó con deportarlo. 

Un número creciente de estadounidenses se vuelve contra las políticas de Trump y lo manifiesta en las calles y con sus votos cada vez que tiene la oportunidad. Pero todas las controversias anteriores no quebrantaron la firme lealtad del grupo “MAGA” a su líder bienamado, hasta que, de manera inesperada un asunto que parecía menor, se ha vuelto un enorme escándalo. 

Trump impulsó teorías de la conspiración en torno a la existencia de un poder profundo que el desmantelaría publicando los archivos del asesinato de Kennedy, el ataque a las torres gemelas y los archivos del caso Epstein, un multimillonario que dirigió una red de tráfico sexual de menores de edad cuya clientela fueron personajes de gran poder económico y político. Las víctimas de Epstein fueron muchachas muy pobres, menores de edad, incluso de 14 años. Epstein falleció en la cárcel de manera poco clara; las cámaras no funcionaron en ese momento. 

Muchos suponen que existe una lista de clientes del tráfico de menores con nombres de gente muy poderosa ligada al poder profundo. Importa señalar que Epstein y Trump fueron amigos años antes de las acusaciones contra el primero. 

La Ministro de Justicia Pam Bondi había declarado que tenía sobre su escritorio los archivos y que además había miles de horas de videos incriminatorios. Pero metió reversa y dijo que la esperada lista de clientes no existía; que la información era irrelevante y declaró cerrado el caso. 

Esto levantó un enorme revuelo entre el grupo “MAGA”. A diferencia de los anteriores vaivenes, este cambio fue inaceptable. Durante años los principales “influencers” del grupo “MAGA” acusaron a demócratas de alto nivel de estar coludidos con redes de pedofilia y exigían la apertura de los archivos de Epstein. Están muy comprometidos con este discurso que les ha dado muchos seguidores. 

Trump tuvo que entrar a frenar el revuelo; declaró que los archivos habían sido manipulados por Clinton, Obama y Biden, y que su información no era confiable; eran una pérdida de tiempo y había que olvidar el asunto. 

Solo que en esta ocasión Trump no logró desviar al grupo “MAGA” de su repudio al abuso de menores y su exigencia de justicia, o de venganza, contra los odiados liberales demócratas. Un odio cultivado por sus líderes a lo largo de años. Por vez primera, lo que podrían llamarse las convicciones de este grupo superan su culto a la personalidad.  

Trump reaccionó con furia, dijo que la base “MAGA” había caído en una trampa de la izquierda lunática y, acostumbrado a insultar a sus enemigos, ahora insultó a sus incondicionales; los llamó debiluchos estúpidos y dijo que ya no le interesaba su apoyo. 

En la semana el departamento de justicia despidió, sin aclarar motivos, a la fiscal que seguía el caso Epstein; y el periódico The Wall Street Journal publicó que con motivo de su 50 aniversario Trump le envió una carta a Epstein con un contenido obsceno. Trump niega haber enviado tal carta y demandó por difamación al muy poderoso dueño del periódico: Rupert Murdoch; exige 10 mil millones de dólares. Esto podría dar lugar a un juicio espectacular o… a un arreglo discreto. 

Trump actúa como si tuviera algo que ocultar y él mismo, con discursos inflamatorios, ha contribuido a atizar un escándalo mayúsculo en vías de crecimiento. Entre los republicanos crece la preocupación de que al creciente descontento de muchos estadounidenses se sume ahora un riesgo mayor; la ruptura de la fidelidad incondicional de la base “MAGA”.  

Difícil para Trump si los que lo hacen fuerte siguen queriendo sacar los trapos al sol.

Jorge Faljo

@JorgeFaljo