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Trump y Epstein, de escándalo a posible rebelión

El escándalo de Jeffrey Epstein empieza a tomar la forma de una abierta rebelión del grupo fundamental de la base política de Donald Trump, los cristianos evangélicos de estados predominantemente rurales. | Jorge Faljo

Escrito en OPINIÓN el

Durante años Trump, el grupo Maga, es decir sus más devotos seguidores y sus “influencers” fomentaron las más absurdas teorías de conspiraciones. En un debate presidencial Trump dijo que los inmigrantes ilegales se estaban comiendo a los perros y gatos. Una notoria falsedad que no obstante consiguió el efecto deseado; esto fue lo destacado en los medios en los días siguientes y los argumentos de su rival quedaron sepultados. Parte del encumbramiento de Trump se sustentó en falsedades tanto las referidas a su propia fortuna y éxitos personales, como a ataques a sus enemigos políticos. 

Un mensaje insistente de Trump, repetido por los voceros Maga, es que había una red de pedofilia que involucraba a personajes muy importantes del poder político contra el que Trump decía luchar. ¿Por qué se le ocurrió a Trump esta particular teoría de la conspiración?  Ahora se abre la posibilidad de que tal vez haya influido que tuviera sospechas, por decirlo con prudencia, de que algo así realmente existiera aunque no de la manera que se le atribuía. 

En 2016 retumbó en millones de Twits de internet el llamado “Pizzagate”, la narrativa de que en los sótanos de una pizzería de Nueva York se reunían importantes políticos demócratas para practicar actos de pedofilia acompañados de rituales satánicos. En noviembre de ese año se llevó a cabo la elección presidencial en la que Trump fue el ganador. 

Jeffrey Epstein fue arrestado por tráfico sexual de menores; esta investigación involucraba a menores de edad de entre 13 y 17 años. Era Epstein, a estas alturas un multimillonario con muchos contactos con la élite social y política del país. Desde entonces Trump buscó distanciarse de este personaje al mismo tiempo que exigía la revelación de los archivos judiciales dando a entender que involucraban a sus enemigos políticos y no a él mismo. En su segunda campaña presidencial Trump prometió que daría a conocer tales archivos en su totalidad. 

El departamento de justicia estadounidense de la actual administración declaró hace unas semanas que en tales archivos no había nada que revelar y declaró cerrado el caso. Esto fue inaceptable para los seguidores Maga, en buena parte cristianos evangélicos horrorizados por el hecho irrefutable de que Epstein y una cómplice suya, Maxwell Ghislaine, fueron a la cárcel convictos de tráfico sexual de menores. Epstein se suicidó en la cárcel en 2019, de acuerdo al departamento de justicia; pero su muerte, ocurrida cuando las cámaras de vigilancia dejaron de funcionar, es considerada sospechosa por muchos seguidores del caso. 

El escándalo en torno a los archivos Epstein no deja de crecer y se ha convertido en el mayor problema político que jamás haya enfrentado Trump. Es un escándalo que empieza a tomar la forma de una abierta rebelión del grupo fundamental de su base política, los cristianos evangélicos de estados predominantemente rurales. Una rebelión que divide a los congresistas republicanos entre los que se suman a la demanda de transparencia de sus bases electorales y los que no son simpatizantes de la claridad en lo ocurrido, por otro lado, Trump insiste en olvidar el asunto; en su desesperación ha llamado estúpidos y debiluchos a sus propios seguidores y ha dicho que ya no le interesa su apoyo. 

Trump negó saber si su nombre se encuentra en los archivos Epstein. Pero a los pocos días se supo que un centenar de empleados del departamento de justicia se dedicaron a buscar y señalar las páginas en que su nombre aparece en tales archivos y recientemente se supo que desde mayo pasado la fiscal general, Pam Bondi le informó que su nombre sí aparece en los archivos. Lo que no indica ninguna clase de culpabilidad. 

La reacción de Trump parece cada vez más desesperada. Trump demandó al Wall Street Journal, a su propietario y a los reporteros que reportaron que le envió a Epstein una carta con felicitaciones, un dibujo obsceno y deseándole más días de “secretos maravillosos”. Esto lo ha metido en un lío porque siendo el acusador tiene que demostrar su afirmación de que la carta es falsa y que no era cercano a Epstein. Sin embargo si en el juicio se explora su relación con Epstein parece que lleva las de perder; cada día aparecen más fotos donde están juntos y otros mensajes amistosos entre los dos y se le echará más leña al fuego del escándalo

Un comité del congreso estadounidense citó a declarar a Maxwell Ghislaine, la cómplice de Epstein que está purgando una sentencia de 20 años. Esto ocasionó que el fiscal general adjunto del departamento de justicia, Todd Blanche, se apresurara a interrogar a Ghislaine durante un total de 10 horas en un par de días. Algo inusitado porque nunca ha estado a cargo de esa investigación y la que estaba a cargo fue despedida hace una semana. 

Importa señalar que Todd ha sido abogado defensor de Trump lo que implica que no puede revelar nada que implique a su cliente; es decir que está a salvo de un interrogatorio del congreso. El interrogatorio a Ghislaine se llevó a cabo bajo un compromiso formal de inmunidad; es decir que no puede ser demandada por nada de lo que haya revelado. Para cerrar el blindaje resulta que Todd es amigo personal del abogado de Ghislaine. Como cereza del pastel Trump ha recordado que tiene la facultad presidencial de perdonar a Ghislaine. Está en juego lo que Ghislaine dirá ante el congreso; una opción es que se apegue a su derecho a no decir nada. ¿Se ha llegado a un acuerdo implícito entre Ghislaine y Trump? No se sabe pero un perdón acrecentaría el escándalo

La peor noticia para Trump es que un comité del congreso votó en favor de exigir formalmente los archivos Epstein sumando los votos de tres representantes republicanos a los de cinco demócratas. El líder de la cámara adelantó el receso de agosto; pero al regreso el presidente del Comité, muy en contra de su voluntad personal, está obligado a exigirle al departamento de justicia la entrega de los archivos en un plazo de 30 días. 

Los intentos de distraer son muchos. Trump exige que se investigue a muchos otros que, ahora dice, aparecen en tales archivos. El departamento de justicia prepara una demanda contra el expresidente Obama por el caso Russiagate de hace años. Trump se fue a visitar y promover sus campos de golf en Escocia, donde un periódico puso en primera plana el anuncio de la llegada de un criminal convicto. Pero ningún distractor está funcionando, ojalá y no se le ocurra una guerra o algo de ese calibre. 

A Trump no le está yendo bien y la perspectiva es que la situación empeore. Los descontentos que por múltiples motivos Trump ha creado empiezan a formar una coalición en torno a la posibilidad de encontrarle algo que vaya más allá de las meras sospechas. Todo esto potenciado por su conflicto con los magnates de los medios Ruppert Murdoch y Elon Musk y buena parte de los influencers Maga.

 

Jorge Faljo

@JorgeFaljo