MORENA

Morena ya perdió el discurso

Cuando Morena llegó a gobernar se autodenominó como una supuesta transformación, al día de hoy únicamente es un gobierno que carga la peor referencia, el de una alianza y pacto con el crimen organizado. | Tania Larios

Escrito en OPINIÓN el

Cuando Morena llegó a gobernar en el 2018 se autodenominó como una supuesta transformación, al día de hoy únicamente es un gobierno que carga la peor referencia que ningún gobierno y partido en el país haya tenido antes, el de una alianza y pacto con el crimen organizado y el narcotráfico que han llevado a México a vivir en la peor ola de violencia, homicidios y de inseguridad registrados en la historia, inclusive comparados con países en guerra y con conflictos armados. 

De ese es el tamaño y la mancha por evidencias que los vinculan directamente con el crimen organizado. No se trata de rumores ni de ataques de la oposición: son investigaciones abiertas, órdenes de aprehensión y prófugos de la justicia que han sido señalados por presiones del vecino del norte y por investigaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional filtrados por “Guacamaya”, el seudónimo de un colectivo internacional de hacktivistas latinoamericanos, que se dio a conocer por una de las filtraciones más grandes de información militar en América Latina. Su operación se basa en el acceso ilegal a servidores gubernamentales para exponer abusos, corrupción y colusión con el crimen en los países con vínculos comprobables dentro del propio gobierno y del partido en el poder, en este caso Morena. La cual derrumba el discurso de una supuesta lucha contra la corrupción que terminó revelando una red de complicidades que nace desde dentro y se convierte en impunidad para sus miembros. 

Uno de los protagonistas de esta crisis es Adán Augusto López Hernández, exgobernador de Tabasco y exsecretario de Gobernación, hoy senador, presidente de la junta de coordinación política del Senado de la República y coordinador del grupo parlamentario mayoritario del partido en el poder que es Morena. Sin duda, parte de la cúpula dentro del obradorismo. Su carrera, marcada por la lealtad presidencial, está ahora seriamente cuestionada por los señalamientos de complicidad y  narco decisiones que tomó en su administración como gobernador, especialmente por el nombramiento de Hernán Bermúdez Requena como secretario de Seguridad y fundador y líder del grupo criminal, “La barredora”.

Hoy Bermúdez está prófugo, con una orden de aprehensión por secuestro, extorsión y vínculos con el crimen organizado, y es buscado por Interpol. La justicia ha congelado sus cuentas y las de sus familiares, mientras se investigan posibles redes de lavado de dinero y operaciones ilícitas.

Pero el escándalo no se detiene ahí. Investigaciones periodísticas han revelado que “La Barredora”, un grupo delictivo con presencia en el sureste y presuntos vínculos con el Cártel Jalisco Nueva Generación, operó con protección institucional durante años. Este grupo no sólo se dedicaba a la extorsión y el narcotráfico, sino que incluso estableció negocios vinculados al Tren Maya, como la venta de combustible robado y la renta de terrenos estratégicos. Todo bajo la vista o complicidad y apadrinamiento de autoridades estatales y nacionales. 

Las relaciones familiares también juegan un papel. Un sobrino de Bermúdez habría coordinado tramos clave del Tren Maya, lo que plantea serias dudas sobre el conflicto de interés y la infiltración del crimen en megaproyectos públicos.

Frente a esto, la reacción de Morena ha sido preocupante. En el Congreso, su bancada ha impedido que se debata el caso, blindando a Adán Augusto de cualquier rendición de cuentas. La oposición ha exigido transparencia, pero se ha topado con un probable pacto de impunidad y complicidad. 

Lo que ocurre en Tabasco no es un caso aislado ni un tropiezo menor. Es el retrato de un modelo de gobierno cuestionado por nexos con el crimen organizado, en el que lejos de combatir la inseguridad, parece que el crimen actúa en libertad, impunidad y con el cobijo del propio gobierno

Morena ya perdió la narrativa de “barrer la corrupción desde arriba a abajo”, se desploma cuando la mano derecha de López Obrador, Adán Augusto es responsable de haber colocado a un prófugo en el corazón del aparato de seguridad de su estado, como gobernador y como Secretario de gobernación de México.

Morena llegó al poder con la promesa de un cambio profundo. Hoy, esa promesa fue traicionada en los hechos, no se gobierna un país con estructuras infiltradas y coludidas con el crimen, ni con pactos de impunidad.

No hay transformación de México, hay escándalos de complicidades, corrupción y el sello del gobierno de Morena, sus alianzas con el narcotráfico y el crimen organizado quienes prometieron barrer al país terminaron ensuciándolo más que nunca.

 

Tania Larios

@TaniaLariosMX