FUNDACIÓN MÉXICO TENOCHTITLÁN

Tenochtitlán eterna

A 700 años de la hipotética fundación de México Tenochtitlán, es válido preguntarnos por su pervivencia al paso del tiempo y de sus habitantes. | Leonardo Bastida

Escrito en OPINIÓN el

En las últimas semanas, la plancha del Zócalo se ha convertido en una gran sala audiovisual inmersiva durante las noches, con el objetivo de mostrar a la ciudadanía un videomapping sobre los orígenes de México Tenochtitlán y su devenir al paso del tiempo, con motivo de la conmemoración de las siete centurias de su fundación.

Exactamente, el momento mítico en el que un águila se posó sobre un nopal para devorar una serpiente, símbolo inequívoco del lugar donde el pueblo azteca debería asentarse para fundar su ciudad después de muchos años de peregrinaje por distintos lugares de la geografía mexicana. 

Los cálculos señalan que ese suceso fundacional ocurrió en el año dos calli (casa) del calendario azteca, cuya conversión a nuestro calendario sería el año de 1325. Más complejo sería señalar exactamente el día, aunque hubo quienes se arriesgaron a indicar que la fecha exacta era el 15 de marzo de 1325. Sin embargo, varios especialistas coinciden en que es difícil establecer un día exacto para la fundación de la ciudad mexica.

Incluso, este relato es más de corte mítico que verídico, pues las razones para establecerse en un islote rodeado de agua, como era el terreno original donde se asentó la urbe mexica, pudieron haber sido muchas, en un espacio geográfico convergente de muchas culturas, y donde, los conflictos, seguramente eran bastantes.

Lo importante es recordar las formas de asentamiento poblacional, únicas en el mundo, desarrolladas por los pueblos habitantes del Lago de Texcoco desde tiempos inmemoriales como los de Azcapotzalco, Iztapalapa, Coyoacán, Tacuba, Culhuacán, Xochimilco, Tláhuac, Chalco, Texcoco, Ecatepec, entre muchos otros, quienes no sólo estuvieron en tierra firme, sino también implementaron las chinampas, pequeñas porciones de tierra construidas sobre el lago para sembrar milpas.

Estas han sido reconocidas como Patrimonio Agrícola Mundial por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, debido a que en ellas, hay una gran biodiversidad con 51 especies agrícolas domesticadas, alberga el dos por ciento de la biodiversidad mundial y el 11 por ciento de la nacional con: 139 especies de vertebrados, 21 de ellos de peces, seis de anfibios, 10 de reptiles, 79 de aves y 23 de mamíferos.

La diversidad cultural en el lugar era evidente desde hace siglos, pues convivían las culturas colhuas, tepanecas, xochimilcas, entre otras, cuyos vestigios son la gran cantidad de poblaciones asentadas a las orillas del lago, muchas de las cuales, tienen como fisonomía actual, a los denominados pueblos originarios de la ciudad de México. 

A estos últimos, se les considera los guardianes de la memoria, de tradiciones y de festividades, de monumentos históricos, muchos de ellos del siglo XVI y XVII, de patrimonio material tangible e intangible, vestigios arqueológicos, gastronomía, entre muchos otros componentes culturales. 

Esta efeméride conlleva a reflexionar sobre la existencia de un conjunto de pequeñas ciudades en convivencia con su entorno, las cuales obtuvieron lo necesario para subsistir, pero nunca apostaron por la voracidad de los recursos ni por el aniquilamiento de otras especies. Prueba de ello, las formas de pensamiento rescatadas, en las que se muestra el gran respeto hacia la naturaleza y el cuidado de la misma. 

Y también, a cuestionar una lamentable estrategia de desecación de un lago para la construcción de una ciudad sobre los vestigios de otra, pretendiendo detener los cauces de la naturaleza. Sin duda, una perspectiva impregnada de la ignorancia de un ecosistema, y enceguecida por un simbolismo político de reducir a la nada a la cultura local, que, al paso de los siglos volvió a reclamar su lugar a través del hallazgo de sus vestigios materiales en diferentes puntos del Centro Histórico de la capital mexicana. 

México Tenochtitlán asombró a propios y extraños, pues el propio Hernán Cortés la describió maravillado en una de sus Cartas de Relación enviadas al Rey Carlos V, al igual que otros frailes y soldados al relatar sus vivencias en lo que a la postre sería la capital de la Nueva España, y después, de México.

El producto de su destrucción fue la denominada Ciudad de los Palacios, también impresionante, referida por Alexander Von Humboldt o Madame Calderón de la Barca como algo sin precedentes, y de la que afortunadamente, se pueden apreciar muchas edificaciones en el primer cuadro de la capital mexicana. 

El paso del tiempo conllevo a que esta se convirtiera en una megalópolis, y todos esos pueblos salpicados a las orillas del lago, se fusionaran en una sola masa urbana de más de 20 millones de personas, convirtiéndola en una de las ciudades más pobladas del mundo, con todos los problemas acarreados por dicha condición. 

De allí que a 700 años de su hipotética fundación, sea válido preguntarnos por su pervivencia al paso del tiempo y de sus habitantes, ya que, si bien es cierto, se ha podido levantar de varias catástrofes sísmicas, sus problemas de abastecimiento de agua, hundimiento, gentrificación, turistificación de algunos barrios, calentamiento global, basura, contaminación, movilidad, invasión de zonas naturales, violencia, marginalidad económica de sus habitantes, desigualdades, explotación inmobiliaria, por solo enumerar algunos, requieren de una gran cantidad de políticas públicas. Las cuales, esperemos, a propósito de esta gran conmemoración, comiencen a ser implementadas en todos los rincones de la alguna vez llamada Ciudad de la Esperanza, y pensada como eterna, por quienes la fundaron. 

Leonardo Bastida

@leonardobastida