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¿Guerra de mentiras?

En cualquier guerra verdadera, la mentira puede convertirse en una de las armas más poderosas para vencer al enemigo. | José Antonio Sosa Plata

Escrito en OPINIÓN el

El presidente estadounidense, Donald Trump, calificó de “éxito espectacular” el ataque a las tres centrales nucleares principales de Irán. Sin embargo, pocas horas después altos funcionarios iraníes minimizaron los hechos: los materiales y actividades habían sido retirados desde hace días y, por lo tanto, los daños a las instalaciones no fueron catastróficos ni irreparables. 

Como siempre sucede en las guerras, alguien está mintiendo. Incluso, se puede asegurar que ninguno ha dicho toda la verdad. Las imágenes que hemos visto por todos los medios y redes sociales no son contundentes. Los argumentos que han dado los protagonistas y sus voceros no están sustentados con evidencias sólidas y creíbles.

Cierto: el mundo experimenta otros tipos de guerra, en las que hay muerte, destrucción y violencia extrema como las que genera la tecnología y el terrorismo. Lo que no queda suficientemente claro es si el ataque de Estados Unidos fue más una operación orquestada de propaganda que en una estrategia bélica y tecnológica altamente sofisticada. O ambas.

De lo que no hay duda es sobre las verdaderas consecuencias del conflicto las veremos durante los próximos días. La guerra es un asunto de táctica y tiempos que la acompañan. También de actores políticos que representan roles, construyen historias de ficción a partir de la realidad y de provocación de emociones de grandes sociedades. De ahí la importancia que tienen el suspenso y la expectativa.

Por si no lo leíste: La estrategia de Game of Thrones en el conflicto Israel-Irán.

Las mentiras de guerra no se pueden ocultar con facilidad. Menos en el nuevo ecosistema de comunicación. La infodemia funciona, algunas veces, con eficacia y termina favoreciendo los intereses de quienes tienen la posición de fuerza. Pero, en otras ocasiones, se convierte en arma de doble filo. Y no por los errores de los actores principales, sino por la intervención de terceros que identifican una ventana de oportunidad en la confrontación.

Los argumentos de todos los directa o indirectamente involucrados parecen convincentes. Para el gobierno de Estados Unidos, la operación Martillo de Medianoche, con la que atacó las instalaciones nucleares iraníes, fue una de las mayores operaciones en la historia del país. En contraste, la respuesta del gobierno de Irán es lógico si se considera que sus instalaciones eran, desde hace semanas, un blanco de ataque prioritario para Israel.

En apoyo a la versión iraní, el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, afirmó que la infraestructura crítica del ciclo de combustible nuclear “parece no haber sido afectada o haber sufrido sólo daños menores” y que, de una u otra manera, “la futura producción de armas nucleares continuará”.

Pero esto no fue todo. Al igual que otras voces internacionales, el alto funcionario ruso publicó que “el régimen político de Irán ha sobrevivido, y con toda probabilidad, ha salido aún más fortalecido”, no sólo porque “el pueblo se está uniendo en torno al liderazgo espiritual del país”, sino porque se han sumado “aquellos que anteriormente eran indiferente u opuestos a él”.

Consulta: Miguel Candelas Candelas. "La propaganda en los conflictos geopolíticos: de la guerra psicológica a la guerra de los límites", en Boletín Electrónico del Instituto Español de Estudios Estratégicos, 10/01/2023. 

En suma: a la par de los ataques se abrió fuego con los misiles cargados de mensajes propagandísticos. En esta batalla se busca ganar las percepciones de diversas audiencias, a partir de dichos y acciones —cargadas de juicios de valor— con el fin de generar un gran número de actitudes y comportamientos en favor de los intereses involucrados en la guerra.

De acuerdo con los especialistas y teóricos, a este tipo de estrategias se les puede nombrar guerra psicológica. Si bien este tipo de enfrentamientos tiene en apariencia objetivos informativos, sus verdaderas intenciones son la persuasión y la disuasión, mentiras incluidas. Por eso, en todos los casos, se recurre a la manipulación, la censura, el desvío de la atención y el ocultamiento de datos.

En efecto, tal y como lo dijo Sun Tzu, “toda la guerra se basa en el arte del engaño”. Desde entonces, es una acción legítima. Lo que no imaginó el filósofo fue que este principio fundamental trascendería al enemigo y se convertiría en un poderoso instrumento para mentirle a toda la gente, sin importar el lugar del mundo desde que esté observando las noticias.

Te recomendamos: Caleb Larson. "La guerra de Ucrania y la larga tradición del engaño militar", en DW Política, 02/09/2022.

La mala noticia para los políticos y militares es que el engaño y la simulación se han incrementado en forma notable. Esta situación ha llevado a potenciar un fenómeno de desconfianza social, que ha derivado en una crisis de credibilidad en la clase política y también en un número importante de medios de comunicación tradicionales y digitales.

En términos de comunicación política, cuando una mentira parece verdad, es altamente efectiva. Pero hay que tener mucho cuidado. El abuso y el incremento de emisores —que ha crecido de manera exponencial— han llevado a un desgaste muy severo en la credibilidad de los mensajes de los líderes políticos. 

La razón es clara: en una era dominada por la saturación informativa, cada vez es más difícil mentir. Lo es por el escepticismo alimentado por la “normalización” del engaño. También por la multiplicidad de fuentes que en forma simultánea utilizan todos los medios a su alcance. Y por la fugacidad de todo lo que se difunde. 

A pesar de todo, o por la necesidad que tienen los políticos de seguir mintiendo en cualquier tipo de confrontación, sigue vigente la afirmación que hizo hace más de un siglo el exsenador estadounidense, Hiram Johnson: “La primera víctima de la guerra, siempre es la verdad”.

Recomendación editorial: Luis Pernia Ibañez. Warcomic: la mentira como arma de guerra. Marbella, España: Editorial Algorfa, 2023.

 

José Antonio Sosa Plata

@sosaplata