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¿Conviene evitar las confrontaciones?

Prohibir la confrontación política es tanto como pedirle peras al olmo. | José Antonio Sosa Plata

Escrito en OPINIÓN el

El llamado de la presidenta Claudia Sheinbaum a evitar la confrontación es, francamente, una misión imposible. La naturaleza de la política es el conflicto. Es su motor más potente y su razón de ser. No reconocerlo podría conducir a errores graves.

Las razones de su decisión parecen justificadas. Incluso han ameritado la aprobación de varios líderes de distintos sectores. Si la instrucción fue una decisión de propaganda política, el error es leve. Pero si los subordinados y su militancia mal interpretan el sentido del argumento, resulta indispensable revisar la narrativa.

Es totalmente cierto que el líder del senado, Gerardo Fernández Noroña, ha incurrido en equivocaciones muy delicadas en su comunicación. El perfil de imagen que él mismo se ha construido está regido por el enfrentamiento verbal. ¿Acaso hay alguien que se sorprenda con sus declaraciones?

El efecto que provocó en el senador estadounidense Eric Schmitt, en relación con el impuesto al envío de remesas de Estados Unidos, fue sin duda un desacierto. La reacción afectó en forma negativa la estrategia de negociación que la presidenta Sheinbaum está llevando a cabo con el presidente Donald Trump.

Por si no lo leíste: Sheinbaum: Bandera en protestas de EU busca dañar la imagen de México.

El senador Fernández Noroña cometió un error de cálculo, de forma y fondo. Sin embargo, el llamado de atención que le hizo la presidenta no debía ser ambiguo ni impersonal. Tampoco tenía que ser, necesariamente, un llamado público y cordial al orden. Se requería un llamado de atención interno, con características especiales.

Sí, la medida correctiva era absolutamente necesaria. Sin embargo, el problema estuvo en la forma del mensaje y el medio seleccionado.

Más aún cuando no ha sido la primera indisciplina por parte de algunos liderazgos, en especial de aquellos que afectan su imagen de autoridad al no seguir sus lineamientos y generar la percepción de que su lealtad se mantiene firme con el expresidente Andrés Manuel López Obrador.

Dicho de otra manera: el conflicto es normal e indispensable, incluso con los mandos superiores. Pero quien tiene el mayor poder no debe poner en riesgo su liderazgo ni los objetivos. En casos como éste —que afecta una negociación internacional de gran relevancia— la gestión del asunto parece débil. 

Consulta: Eduard Carrera Fossas. Política, democracia y conflicto. España: Universitat Oberta de Catalunya, s.f. 

Las confrontaciones entre aliados siempre han existido. Los desacuerdos o diferencias personales explican una parte del conflicto. Pero la motivación principal está en la búsqueda o consolidación del poder. Ni más, ni menos. Y se puede lograr sin mostrarse ante la opinión pública como una figura déspota, peleonera o autoritaria.

Para la gran mayoría de personajes de poder, el “choque de trenes” es la mejor manera de avanzar. Lo utilizan más quienes están en situación de desventaja o subordinación. Lo recomendable siempre es contar con un análisis de riesgos y responder una pregunta esencial: ¿En verdad conviene iniciar el enfrentamiento?

En un gran número de casos, las causas políticas o el bienestar de la sociedad son relevantes exclusivamente en el discurso. De hecho, son el mejor pretexto para cumplir el objetivo. Por lo tanto, la selección de quién, cómo, cuándo, en qué espacio y el resultado esperado son puntos obligados antes de abrir la boca.

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Los encontronazos entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el empresario Elon Musk, por ejemplo, tal vez son reales. De lo que estamos seguros es sobre las profundas diferencias que hubo entre los presidentes López Obrador y Felipe Calderón y, más recientemente, entre la presidenta Sheinbaum y Ernesto Zedillo.

¿O qué decir de los constantes ataques que se están dando entre altos funcionarios de Estados Unidos con los de México? ¿Acaso fue una relación tersa la decisión de los Poderes Ejecutivo y Legislativo para renovar todo el Poder Judicial? Para bien o para mal, la confrontación política es signo de vitalidad y una característica esencial de la pluralidad.

En cualquier circunstancia, es altamente recomendable identificar al adversario y las características que nos conviene promover para el conflicto; contar con un análisis de riesgos detallado; elaborar la narrativa y los mensajes más apropiados para hacer frente al adversario; hacer una prospectiva de los daños colaterales; elegir el mejor momento; y hacer una selección bien pensada de los medios e instrumentos que más nos convienen. Todo esto sin confundir conflicto con violencia y promoviendo el diálogo directo, claro y asertivo.

Recomendación editorial: José María Maravall. La confrontación política. España: Editorial Taurus, 2008.

 

José Antonio Sosa Plata

@sosaplata