El próximo presidente de la Corte, Hugo Aguilar, pidió un voto de confianza a quienes no acudieron a votar en la elección judicial del pasado 1 de junio. Comprometió, además, que el máximo tribunal será cercano al pueblo y dará certeza a todas y todos los mexicanos, tal y como la mandata la Constitución.
Sus declaraciones son la respuesta a las críticas que dentro y fuera del país se han hecho en contra del proceso electoral que le dio el triunfo. También a los cuestionamientos sobre la autonomía de la Corte, la eliminación de los contrapesos entre los poderes y la cercanía que mantiene con el expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Si bien es cierto que en nuestro sistema político no tenemos un mecanismo jurídico para formalizar el voto de confianza, también lo es que se trata de un instrumento político de alto valor. La aceptación de los liderazgos y el impacto favorable que se puede reflejar en las encuestas son fuente de legitimidad y de instituciones democráticas sólidas.
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La confianza de la ciudadanía en sus autoridades es uno de los pilares de la democracia. Por un lado, porque es indispensable para la gobernabilidad y el respeto a la ley. Por el otro, por el compromiso de la sociedad con los proyectos institucionales, la convivencia pacífica y la participación social responsable en sus diversas expresiones.
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Para que la confianza se mantenga, las autoridades deben mostrar capacidad profesional, congruencia, sensibilidad, transparencia, cumplimiento de la palabra, sinceridad y eficacia en el desempeño de sus funciones. Cuando no sucede así, se producen crisis de credibilidad como la que hoy enfrentan algunas instituciones gubernamentales y partidos políticos.
En otras palabras, la confianza se gana con buenos resultados. También con la percepción de que las autoridades toman sus decisiones de acuerdo con las necesidades, preferencias y expectativas de la población.
En caso de incumplimiento, exclusión, amenaza, limitación de las libertades o presión para que se acaten sus disposiciones, el gobernante se mantiene alejado del pueblo. Pero más cuando provoca emociones como el miedo, enojo, frustración o impotencia porque derivan en la pérdida de apoyo y popularidad.
Con el propósito de revertir las dudas y críticas al proceso electoral del 1 de junio, el ministro electo Hugo Aguilar se ha sumado a los argumentos de la presidenta Claudia Sheinbaum. Una y otro coinciden, por ejemplo, en la necesidad de construir una “justicia real y verdadera”, a partir de “un auténtico pluralismo jurídico”.
Si tomamos al pie de la letra sus promesas, el nuevo Poder Judicial garantizará también una reducción drástica de los niveles de impunidad y un esquema que no esté basado en el dinero, sino en la austeridad, honestidad, honradez, profesionalismo y transparencia.
En el mismo sentido, ambos se comprometieron a garantizar el acceso a la justicia de todas las personas sin importar su origen o situación social, con base en un enfoque intercultural. Aseguran en forma vehemente que la Corte no actuará políticamente. También que ningún partido se va a apropiar de la institución.
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Como sucede después de las campañas, corresponde ahora esperar y observar. Primero, para que se instalen los nuevos integrantes del Poder Judicial en las instituciones. Luego, para ver si podrán reducir el rezago acumulado por años y acelerar la atención que requieren los casos que se les acumulen día a día.
¿En cuánto tiempo podremos comprobar si la promesa de transformación profunda fue o no verdadera? ¿Cuándo podremos ver si fue eficaz la reforma en beneficio de la sociedad? ¿Qué indicadores deberemos tomar en cuenta para conocer si se logra el objetivo de despolitizar una Corte que llegó al poder políticamente? No serán días, ni semanas.
La comunicación política del nuevo Poder Judicial será fundamental en el largo proceso que está por comenzar. Ganaron la elección muchos personajes que conocemos muy poco o que de plano no sabemos nada de ellos. El tiempo de la retórica ya pasó. Muy pronto comenzará la etapa en la que se debe sustentar lo dicho con hechos concretos y tangibles.
Recomendación editorial: Julia Isabel Flores. Democracia y confianza. México: Instituto Nacional Electoral (INE), Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática 46, 2023.