El involucramiento directo por parte de Estados Unidos en el conflicto entre Israel e Irán sin duda altera el rumbo de la confrontación entre estos últimos. Pero mientras se evalúa el impacto de los ataques estadounidenses contra Irán, gran parte de la respuesta a la interrogante ¿hacia dónde va el conflicto? depende mucho de EU pues se esperaría que Washington y Teherán se planteen nuevos incentivos para negociar.
Las circunstancias en torno al conflicto entre Israel e Irán no se explican de manera sencilla, y aunque así fuera, entenderlas desde ojos de occidente tendría el sesgo provocado por una gran variedad de intereses en Medio Oriente. Lo que sí se percibe abiertamente es que existe poca coherencia entre los dichos y los hechos con las acciones militares estadounidenses en el conflicto entre Tel Aviv y Teherán, conflicto al que Estados Unidos se ha dejado arrastrar por Israel y ha creado una aparente situación fuera de control de un importante asunto de política exterior estadounidense que ha escalado.
Mientras que los objetivos de Israel son claros, la supervivencia del Estado israelí, los objetivos de Estados Unidos no lo son tanto. Si un Estado o nación contempla la intervención militar para hacer frente a una amenaza, es necesario tomar la iniciativa para poder controlar, en principio, el curso de los acontecimientos, esto parecería la motivación de Israel para legitimar sus ataques "preventivos" contra Irán. Estados Unidos por su parte, al igual que Israel, se opone categóricamente a que Irán desarrolle armas nucleares, postura que ha mantenido desde 2003.
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Pero las aproximaciones a que Irán desarrolle un programa nuclear son diferentes, mientras el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, siempre ha mostrado poco interés en la diplomacia con Teherán, sorprendentemente Donald Trump ha presionado para lograr un acuerdo con Irán para frenar su programa nuclear. Pero, una vez que Israel atacó, Donald Trump comenzó a declarar repetidamente que "Irán no puede tener un arma nuclear".
El sorpresivo ataque aéreo por parte de Estados Unidos en la madrugada del domingo 22 de junio causó daños evidentes en instalaciones iraníes clave, lo que nos recuerda las enseñanzas de Carl von Clausewitz que, parafraseándolo, indica que “para obligar al enemigo a cumplir nuestra voluntad, el desarme es el objetivo”.
Sin embargo, las contradicciones al interior del gabinete de Trump muestran objetivos propios a cada rama del gobierno. En este sentido, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, claramente manifestó que los ataques del domingo estaban dirigidos estrictamente al programa nuclear de Irán, mientras que el vicepresidente J. D. Vance negó que Estados Unidos estuviera en guerra con Irán. Poco después, Trump publicó en Truth Social: «Si el actual régimen iraní no puede RECONSTRUIR LA GRANDEZA DE IRÁN, ¿por qué no habría un cambio de régimen?».
Aquí, es claro que la confusión, la imprevisibilidad y la inconsistencia son una constante en los discursos estadounidenses y, en consecuencia, vulneran el éxito de lograr una solución.
Lo anterior, nos lleva a otra interrogante vinculada con el objetivo del desarme: ¿cuánto daño infligió Estados Unidos a las instalaciones nucleares de Irán? Funcionarios militares estadounidenses saben que destruir el programa nuclear de Irán desde el aire podría ser imposible, además de que hay sospechas entre las agencias de inteligencia de que, previo al ataque, Irán estaba sacando el uranio más enriquecido para resguardarlo, por lo que un ataque difícilmente puede destruir 20 años de conocimiento adquirido, como ha señalado el ministro de Asuntos Exteriores iraní. De ser cierto esto, el primer objetivo del conflicto no se ha cumplido a cabalidad.
A estas alturas de la historia ya se debería saber que iniciar una intervención militar en Medio Oriente es fácil, concluirla no. Los conflictos en Irak, Siria y Afganistán fueron errores estratégicos y desastres humanitarios. En Irán, país con más de 90 millones de habitantes, la tragedia humanitaria podría ser mucho peor al interior y fuera de sus fronteras.
Israel podría ahora instar a Estados Unidos a continuar la guerra contra Irán, en busca de la destrucción completa del programa nuclear y del cambio de régimen iraní. Estados Unidos debería ser cauteloso ante las exhortaciones de Israel, que podrían arrastrarlo a una guerra más amplia y que no fue iniciada por Washington.
Estados Unidos, bajo el actual mandato de Trump, ha buscado una negociación con Irán. Aquí conviene recordar a Johan Galtung: “El conflicto es como un reto en el que la meta es encontrar creativamente la solución”. ¿Trump estará a la altura para evitar repercusiones a los intereses estadounidenses, la seguridad internacional y el futuro del régimen global de no proliferación?
