México vive en un sistema democrático en donde la forma de gobierno reside esencialmente en la población, quien ejerce su soberanía a través de elecciones justas, libres, resguardando la secrecía del voto, transparentando los resultados electorales y contando con los sistemas y normas jurídicas para la resolución de controversias.
No obstante, un indicador que refleja la salud de nuestra democracia es la participación de la ciudadanía tanto en elecciones en donde se renueva el poder político como en otro tipo de ejercicios tales como el referéndum, la iniciativa popular, el plebiscito, entre otros.
En México, la participación de la ciudadanía resulta vital, ya que su voto define el rumbo de la nación que queremos, legitima nuestro sistema democrático, sus instituciones y las personas que eventualmente resultan electas. Es decir, entre mayor participación más legitimidad y, consecuentemente, mayor nivel de exigencia a nuestras autoridades.
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Sin embargo, la asistencia de las y los ciudadanos en elecciones no ha sido la que estoy seguro, todas y todos quisiéramos.
De acuerdo con el “Estudio Muestral de la Participación Ciudadana concurrente 2023-2024” publicado por el INE, en las elecciones presidenciales de 1994 a 2024 en donde han concurrido 6 renovaciones del Poder Ejecutivo y que son las elecciones en donde generalmente existe una mayor participación ciudadana, la media de participación de la población electoral ha sido del 64.35%; dicho de otro modo, el 35.65% ha sido la media de abstencionismo. No obstante, si comparamos la elección de 1994 en donde participó el 77.2% de la ciudadanía con respecto a 2024, observamos un descenso en la participación de 17.4 puntos porcentuales con una asistencia a las urnas del 59.8%
En 2024 de igual manera se presentaron fenómenos interesantes en distintas entidades federativas. Veamos.
El INE clasificó como una Baja Participación a las entidades ubicadas entre un 57.1% a un 54.2%, donde encontramos a 10 entidades federativas, y clasificó como Muy Baja cuando la participación se ubicó en un rango menor al 54.1%, en donde encontramos a cinco estados.
Además, si consideramos los ejercicios de democracia directa observamos que la participación es, por lo general, mucho menor que en elecciones. Por ello, no estaría de más analizar algunas alternativas que puedan incentivar la participación ciudadana en los procesos electorales.
De entrada, una democracia plena debe generar confianza en la ciudadanía y la transparencia y la rendición de cuentas son los elementos claves para ello. En este sentido ante la nueva composición de las leyes en la materia, será importante que la materialización de éstas se refleje en el acceso a la información, que las instituciones transparenten plenamente su ejercicio público, que las instancias de control funcionen adecuadamente y que exista un verdadero sistema de sanciones en caso de incumplimiento.
Sin duda alguna, es necesario repensar la esencia de la educación cívica, pilar para formar ciudadanos informados y comprometidos. Podría analizarse, programas piloto educativos en comunidades sobre nuestros derechos y deberes, la importancia de nuestra participación en democracia, entre otros aspectos.
La educación cívica debe pensarse más allá de dejarle al INE la enorme responsabilidad de buscar incrementar la participación ciudadana en elecciones, debe ser toda una política nacional que sea estructurada desde los diversos esquemas educativos del país.
De igual manera, sería importante analizar otro tipo de mecanismos que pudieran instrumentarse a nivel federal que incentive la participación de la población, como los ejercicios de participación ciudadana, asambleas ciudadanas, entre otros.
Sin embargo, una de las más importantes sería una reforma electoral que pueda establecer un auténtico sistema democrático, equilibrado, equitativo y justo y que de paso, contenga esquemas para incentivar la participación ciudadana. Ejemplos, el voto electrónico mediante el uso de herramientas como el Internet al interior de la República tal cual se usa actualmente para las y los mexicanos residentes en el exterior que participan en elecciones. La OEA contiene un muy interesante estudio en donde indica que el uso de tecnologías digitales puede aumentar la participación de las y los jóvenes que, de acuerdo con el estudio referido del INE, son los que menos han participado en los últimos ejercicios electivos.
Podría analizarse la ampliación de la población factible de votar anticipadamente, la simplificación de procedimientos electorales, entre otros.
No obstante, el Legislador tendrá la última palabra. ¡Veremos!
