Finalmente, saltó la chispa que encendió el polvorín en el que se convirtió el Oriente Medio, fue Israel quien no pudo contenerse para ser el primero en jalar el gatillo que inició una guerra que no terminará pronto y tampoco se sabe cómo acabará.
En este espacio veníamos advirtiendo desde hace al menos tres años que este escenario, podría ocurrir en cualquier momento y que las consecuencias, derivarían en una conflagración mundial en la que difícilmente se podría apostar por quiénes serían los ganadores y quiénes los perdedores.
Por el momento, no estableceremos condiciones para que cada quien asuma una posición, únicamente intentaremos establecer el escenario que podría derivar del inicio del intercambio de bombardeos entre Israel e Irán.
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Netanyahu utilizó la excusa más vulgar y prosaica que podría haber esgrimido para justificar su ataque “preventivo”, “el peligro de que Irán pueda fabricar una bomba nuclear”. El discurso que dio luego del primer bombardeo, está lleno de matices como el que, sólo Israel tiene “derecho” a poseer más de 90 ojivas nucleares o que, parte de parte de la operación, tiene como objetivo terminar con la vida del ayatolá Ali Jamenei así como la posible caída del régimen de la República Islámica que gobierna Irán.
¿Pero, es bueno que Irán obtenga su propia bomba nuclear? Quizás no, pero tampoco es sano tener un vecino con el arsenal bélico y nuclear que posee Israel cuando además ha iniciado una limpieza étnica en Palestina. Cierto, Irán ha sido por años la nación islámica que ha hecho frente al expansionismo sionista israelí apoyando y financiando a grupos como Hamás, Hezbolá y los Hutíes de Yemen.
De hecho, Irán es la única nación que sigue en pie de las cinco (Líbano, Irak, Yemen y Siria) que los gobiernos sionistas y de occidente, necesitaban que cayeran para desestabilizar la zona y avanzar en el proyecto de la construcción de gran Israel auspiciado principalmente por Reino Unido y Estados Unidos.
El hecho de que haya sido Israel quien atacara primero, cuando había voces que apostaban a que sería Irán, pone de manifiesto el plan sionista y de occidente para desestabilizar la región y aumentar su presencia y dominio geopolítico y económico en la zona.
El conflicto, no tiene visos de que se detendrá pronto y pese a la retórica trumpiana que cada día pierde más credibilidad, es difícil suponer que los Estados Unidos no participaron en el ataque a Irán, de hecho, Israel no pudo realizar el ataque sin la anuencia de Washington, como tampoco son creíbles las declaraciones de que Israel va ganando la guerra cuando Trump ordenó el envío de 30 aviones cisterna para abastecer de combustible a la fuerza aérea israelí luego de que los misiles iraníes impactaran una refinería en la ciudad de Haifa y que, al cierre de esta columna, se prevé el envío de una flota de aviones de combate estadounidenses rumbo a Irán.
El intercambio de bombardeos ha sido indiscriminado por ambas partes y los daños han sido igual de devastadores en los dos territorios, los ataques han impactado en zonas civiles desde el primer ataque de Israel, así que, el régimen genocida de Netanyahu, no puede reclamar ahora justicia humanitaria cuando lleva al menos dos años en una operación sistemática de exterminio en la franja de Gaza.
Y amén del lamentable papel de los medios occidentales de comunicación que se empeñan en vender a los iraníes y al resto de los grupos antagónicos al régimen israelí como torpes e ineficientes al señalar que cada uno de sus ataques, sólo logran pocos daños mientras exacerban las operaciones militares de Israel calificándolas todas de exitosas, las cuales por cierto, no podrían ser posibles sin la inteligencia y tecnología que Estados Unidos les suministran, los enfrentamientos seguirán siendo devastadores.
Irán ha asestado duros golpes a la infraestructura israelí como lo han hecho los bombardeos en Irán, sin embargo, está guerra muestra algunas asimetrías que podrían inclinar la balanza para cualquiera de las dos partes, en principio, Israel cuenta con el apoyo total y en todos los sentidos de Estados Unidos, Reino Unido y Francia, el asunto es el que gobierno sionista, depende completamente de la ayuda de fuera para seguir manteniendo la intensidad de los ataques con que inicio la guerra, mientras que el ejército de Irán, produce y fabrica su propio armamento en un territorio y población varias veces más grande que Israel, le permite a Irán, mantener constante su capacidad de respuesta que, junto con el apoyo de Rusia y China, le proporcionan una ventaja logística para hacerle frente a Israel.
El asunto es que, Israel atacó Irán sin haberle declarado la guerra formalmente, brincándose todos los protocolos y leyes internacionales establecidos por las Naciones Unidas, institución que, por cierto, ha sido ignorada y ninguneada por el régimen sionista desde que inicio el genocidio en Gaza. Lo preocupante de este escenario, es que sí, el régimen israelí se llegara a ver en desventaja, Netanyahu ya no se detendría para lanzar un ataque nuclear contra Irán.
La guerra Israel-Irán encierra más intereses que el sólo evitar que Irán obtenga una bomba nuclear, pues de conseguir la desestabilización del gobierno iraní, los Estados Unidos se colocarían muy cerca de las fronteras de Rusia, que estaría al alcance sólo cruzando en lancha el mar Caspio y esto, los pondría más cerca que en Ucrania, mientras que, estrangular el estrecho de Ormuz, complicaría el suministro de petróleo a China, pero de esto, hablaremos en la próxima entrega.
