El gobierno de Claudia Sheinbaum ha intentado construir una narrativa institucional, científica y técnica. Sin embargo, cada día que pasa confirma una personalidad política preocupantemente autoritaria. Su estilo, heredero directo de la verticalidad obradorista más que de la pluralidad democrática, se disfraza de eficiencia para justificar el control. En la forma, cambia el tono; en el fondo, se profundiza el poder centralizado.
La ruta estaba trazada desde antes. Existía la esperanza —ingenua tal vez— de que la formación académica de Sheinbaum representara un contrapeso a la construcción autoritaria y militarista que dejó López Obrador. Pero lejos de matizarla, la ha acentuado con cada decisión… Y ahora con cada declaración. Algunos visos que lo confirman:
- La elección judicial. La reciente "consulta" para reformar al Poder Judicial fue calificada negativamente por la OEA. Improvisación, amiguismo, ausencia de reglas claras y la infiltración de perfiles ligados al oficialismo -o incluso al crimen organizado- evidencian una sumisión total del Judicial al Ejecutivo. La democracia no elige jueces porque los jueces deben impartir justicia, no buscar votos. Los datos son contundentes: el 81% de las propuestas de Sheinbaum en materia administrativa quedaron; el 80% en materia laboral también; y en la Suprema Corte no hay un solo perfil ajeno a Morena. Más claro, imposible.
- La respuesta presidencial. Tras los resultados adversos en Durango y Veracruz, Sheinbaum abandonó la máscara institucional (como ella misma dijo) y asumió abiertamente su rol de jefa de partido. Desde entonces, responde a presidentes de otros partidos y actúa más como lideresa de Morena que como presidenta de México.
- La colonización legislativa. Morena obtuvo el 54% de los votos, pero gracias a la sobrerrepresentación y a la compra descarada de legisladores como Miguel Ángel Yunes, se fabricaron una mayoría calificada. Así ganaron el Ejecutivo en las urnas, compraron al Legislativo y sometieron al Judicial. Eso se llama régimen autoritario aquí y en cualquier parte del mundo.
- A lo anterior se pueden sumar los órganos autónomos… Que ya no existen. Desde el INAI hasta el INE, pasando por la COFECE y la CRE, el gobierno ha trabajado sistemáticamente para vaciar de contenido o cerrar estos contrapesos institucionales. El objetivo no es otro que concentrar el poder y eliminar toda fiscalización porque aquí la verdad, la rendición de cuentas y las opiniones resultan incómodas.
- Comunicación. No hay régimen autoritario sin censura ni persecución a la crítica. Lourdes Mendoza y Héctor de Mauleón son solo los casos más visibles. Desde el desprestigio mañanero hasta la judicialización, la libertad de expresión está bajo ataque.
- También los medios públicos. El aparato mediático estatal ha dejado de informar para convertirse en propaganda. Los espacios críticos han sido desplazados y la pluralidad mediática se encuentra en franca regresión.
- El nepotismo y los amigos. Sheinbaum, mientras condena el nepotismo, se rodea de personajes que forman parte de las mismas familias que han acaparado el poder en Morena: Batres, Taddei, Alcalde, Monreal, López… El verdadero ADN del oficialismo es la consanguinidad, no la meritocracia.
- La militarización. Lejos de corregir el rumbo, Sheinbaum ha mantenido y ampliado el poder de las Fuerzas Armadas en la vida pública. Aeropuertos, trenes, aduanas, seguridad… El país se gobierna con militares y ya hay escenas como la del Ejército clausurando un concierto en la Ciudad de México. Como hace muchos años que Alex Lora cantaba: “y las tocadas de rock, ya nos las quieren quitar, ya solo van a desmadrar, los hijos de Díaz Ordaz”.
- Y hablando de hijos, ahora hasta quieren controlar cómo le dicen al hijo de López Obrador… no hay gesto más autoritario que ver a un junior decir cómo quiere que se refieran a él… O sea más autoritario que en las monarquías.
En fin, la ruta está trazada y están cumpliendo el plan. Ya no hay división de poderes, ya no hay órganos autónomos, ya es un cogobierno con las Fuerzas Armadas y ahora hasta quieren controlar como se refieren a ellos. La elección judicial desmintió el mito de la presidenta demócrata y dejó claro lo que realmente está pasando en México.
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