DÍA DE LAS MADRES

La trampa del Día de la Madre: tradwives, pobreza y doble jornada

El Día de la Madre es también una trampa cultural, una especie de chantaje emocional colectivo que impone ideales imposibles, y que busca reacomodar a la mujer en un supuesto lugar tradicional: el hogar, la entrega, el silencio. | Graciela Rock Mora

Escrito en OPINIÓN el

Llega mayo y con él, el desfile anual de flores, desayunos conmemorativos y homenajes a la madre abnegada. Se llena la televisión de spots lacrimógenos y las redes sociales se inundan de publicaciones que repiten el mantra: "no hay amor como el de una madre". Pero entre tanto pastel y dedicatoria, hay un trasfondo que poco se nombra: el Día de la Madre es también una trampa cultural. Una especie de chantaje emocional colectivo que impone ideales imposibles, y que busca reacomodar a la mujer en un supuesto lugar tradicional: el hogar, la entrega, el silencio.

El fenómeno tradwife (esposas tradicionales), que romantiza el papel de la mujer como ama de casa sumisa, decorativa y completamente entregada a su familia, prolifera en TikTok e Instagram. Proponen una versión 2.0 de la mujer de los años 50: arreglada, sonriente, cocinando galletas mientras predican que su realización personal es servir a su marido y criar hijos. A esto se le suma un mensaje implícito: si no encajas en ese molde, estás fallando.

Ese molde, por supuesto, es tan irreal como opresivo. La mayoría de las madres mexicanas no tienen el lujo de quedarse en casa a hornear pan de plátano. Según datos del INEGI (2023), el 70% de las mujeres mexicanas mayores de 15 años son madres, y más del 40% de ellas trabajan en condiciones de informalidad. Además, más de 1.5 millones de hogares en México son encabezados por madres solteras, muchas de ellas sin acceso a servicios básicos, seguridad social o apoyo institucional.

Están trabajando jornadas dobles o triples, criando solas, sobreviviendo a la violencia doméstica, y sosteniendo economías familiares con salarios que apenas alcanzan. Según CONEVAL, en 2022 el 40.7% de las mujeres vivían en situación de pobreza, lo que agrava el panorama para quienes además tienen hijos e hijas a su cargo. El homenaje anual que nos venden medios y marcas invisibiliza todo eso y vuelve a poner el foco en la imagen: mientras te regalan una licuadora, nadie habla de tu derecho a descansar, a enfermarte, a no poder más.

Entonces, ¿cómo sobrevivir al Día de la Madre sin caer en el chantaje emocional del patriarcado y la nostalgia conservadora?

Primero, reconociendo que no eres menos o peor madre por estar cansada, por no amar cada segundo de la crianza o por tener ambiciones fuera de la familia. Segundo, desmontando el mito de la madre perfecta, que es tan falso como cruel. Tercero, permitiéndote nombrar lo que duele: la maternidad no siempre es feliz, y eso no te hace menos digna de ternura.

Y finalmente, recordando que este día puede ser una ocasión para hablar de lo que de verdad importa: del trabajo de cuidados no remunerado —que según el INEGI representa más del 22% del PIB en México—, de la urgencia de redes de apoyo reales, de salud mental, de tiempo propio. Celebrar a las madres debería implicar mucho más que una rosa o un electrodoméstico; debería ser un acto político.

Quizá el mejor homenaje sea dejar de esperar que las mujeres se sacrifiquen en silencio y empezar a escucharlas cuando dicen, decimos, que de hecho no podemos con todo. Porque, en el fondo, lo que más se necesita no es un regalo, sino una revolución. Una que incluya conciliación laboral, guardería universal accesible, licencias de maternidad dignas, corresponsabilidad doméstica real, y libertad para elegir la vida que cada mujer quiera vivir, sea con hijos o sin ellos.

Graciela Rock Mora

@gracielarockm