La muerte de Iván Rosas no ha sido esclarecida a pesar del paso del tiempo. Él era, junto con sus compañeros Borja y Federica, un grupo de periodistas deseosos de desentrañar los sucesos en una de las últimas franjas de este país, Tijuana, urbe inspiradora de cuentos, novelas, canciones y películas, en algún momento denominada como la última esquina de América Latina.
Justo, por esa condición, en ella se condensan muchos de los vicios actuales, las drogas, el alcohol, la trata de personas mayores y menores de edad, las apuestas, la corrupción, el tráfico de migrantes, la explotación laboral, entre muchas otras. Todas ellas, con la necesidad de ser visualizadas y expuestas para contrarrestarlas.
Es en ese entorno que los amigos periodistas Iván, Borja y Federica, fundan “Impulso Tijuana”, un semanario nacido para incomodar a las esferas en el poder, en apelación a la justicia social. Un espacio en el que, al paso del tiempo, otros periodistas se forjan para llevar a cabo una práctica profesional alejada de algunos vicios e incómoda para muchas otras personas.
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El resultado es un medio socialmente acreditado, pero también repudiado en algunos otros sectores, en específico, los más privilegiados. Con sus respectivas consecuencias, como el asesinato de su director fundador o ataques en sus instalaciones por parte de grupos armados.
Todo lo anterior es parte de la trama de la serie “Tijuana”, estrenada en 2019 en una cadena de streaming. Serie única, debido a que se introduce en la realidad a la que muchos medios de comunicación se han enfrentado en el país durante las últimas dos décadas, la violencia en contra de los profesionales del periodismo y de la comunicación y la impunidad alrededor de sus casos.
Una situación que de acuerdo con la organización civil Artículo 19, entre el 2000 y lo que va de este año ha provocado el asesinato de 171 periodistas, la desaparición de 31, y escenarios como la documentación, únicamente en 2024, de 639 agresiones contra periodistas, incluidos cinco asesinatos, por lo que, en promedio, hay una agresión cada 14 horas en algún lugar del país.
Sumado a que el año pasado, se abrieron 21 procesos legales contra periodistas por sus investigaciones o publicaciones; de las agresiones registradas, en 287, estuvieron involucradas autoridades federales, estatales o municipales, y solamente, alrededor de 15 por ciento de los casos denunciados ante la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra de la Libertad de Expresión han sido resueltos.
La trama de “Tijuana” está sustentada en la historia del Semanario Zeta, de la misma ciudad, fundado en 1980, por Jesús Blancornelas y Héctor “El Gato” Félix, que, desde sus inicios, enfrentó múltiples trabas, debido a que ambos, eran conocidos por ser “incómodos” para las élites locales.
Su primer número fue impreso en Estados Unidos, y parte de su historia, es lo que uno de sus ex integrantes, Oscar Hernández, ha narrado como un conjunto “de escasez, de crecimiento, alegre, de tristeza, de ataques, de vida y de muerte, de logros y reconocimientos nacionales y en el extranjero a la labor de ZETA; pero también han sido años de impunidad a todo lo sufrido por este Semanario”.
Entre esos momentos de dolor está el asesinato de Héctor Félix, en 1988, uno de los primeros casos de agresiones mortales contra periodistas visibilizados en la época del Partido Revolucionario Institucional, aunque, después se sabría que hasta la década de los 80, habían ocurrido 28, incluido el de él. Un crimen, cuyos perpetradores eran guardias del casino Caliente, y después de los sucesos, se refugiaron en él. Los dos que fueron detenidos, ya purgaron sus penas, pero nunca se estableció quién fue el autor intelectual. El semanario siempre ha señalado a Jorge Hank Rhon.
Esta historia vale la pena ser recordada a propósito de este 3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa, cuyo objetivo es señalar la necesidad de la protección de ese derecho y condenar la violencia en contra de quienes ejercen el periodismo. Muchas historias más faltan de ser contadas, al menos, 171, el número de quienes han caído en este país en el ejercicio de su profesión informativa durante este siglo.
El eslogan de Semanario Zeta es “libre como el viento”, un espíritu que a pesar del panorama desolador, no debe de mermar en cada nota, reportaje, artículo, columna, fotografía, fotorreportaje, podcast, video, documental, y cualquier otro recurso periodístico, cuyo objetivo sea la justicia y la verdad.
