Las librerías solían ser esos espacios a los que uno se acercaba no sólo para adquirir libros, sino para recibir algún consejo por parte de quienes las atendían y adentrarse en algún libro. A esas personas se les denominaba libreros, y su característica principal era que conocían a la perfección el catálogo con el que contaban y emitían recomendaciones conforme a los intereses del lector.
Estaban alejados de las reseñas en los medios de comunicación o de las listas de los libros más vendidos de la semana. Su objetivo era convencer a quienes estuvieran interesados en dedicar parte de su tiempo a la lectura a tener una inmersión en un texto que le desatará la fiebre de continuar leyendo. Ahora que, si el asistente era un lector ávido, su objetivo consistía en ofrecerle novedades alejadas de los cánones mercantiles y enfocadas en una verdadera apuesta estética narrativa, poética, ensayística o dramatúrgica.
Desafortunadamente, esos espacios han ido desapareciendo y los formatos de librería se han ido modificando para ser lugares despersonalizados donde se puede adquirir lo posicionado por ciertos grupos editoriales, y en los que, quienes atienden a los públicos, carecen de esa posibilidad de emitir recomendaciones o de dialogar con quienes asisten para incentivar el placer lector.
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Así, ir a una librería de nuestros tiempos ya no implica poder vivir una aventura de buscar entre centenas de libros esas apuestas temerarias, cercenadoras de las buenas costumbres y de los dictados hegemónicos, pues, muchas de ellas, están fuera de estos establecimientos, debido a su poca capacidad de ventas rápidas.
Resistir implica ir en contra de todo aquello establecido, navegar a contracorriente, rehusarse a ceder ante las ideas hegemónicas, ser una luz entre la densidad de la oscuridad, ser fiel a una idea y a un concepto.
En medio del bullicio de la colonia Roma, fuera de las zonas más concurridas, donde se privilegia lo gourmet y lo exclusivamente costoso, en esas pocas cuadras donde aún pervive un ambiente barrial, en medido de locales comerciales como tiendas de abarrotes y fondas, hay una cafetería, con unas cuantas meses y libreros colmados de libros hasta desparramarse.
Fiel a la tierra es el nombre de este lugar, en el que se puede degustar un café de la más alta calidad, pues su lema es que “el café no se bebe, se disfruta”, y qué mejor que hacerlo en compañía de algunos libros de sellos independientes en los que se atesoran propuestas literarias frescas y transgresoras, alejadas de los grandes circuitos.
Muchas de ellas, presentadas en el mismo lugar, que, por lo regular, las tardes de sábado se convierte en un foro cultural para compartir la buena noticia de la recién aparición de un texto o para dar lectura a algunos otros, así como conmemorar efemérides como el Día Mundial de la Poesía.
Así han llegado a este lugar Eduardo Antonio Parra, Marina Porcelli, Himber Ocampo, Guadalupe Pastrana, Luis Felipe Fabre, Marlene Zertuche, César Gándara, Soleida Ríos, Alex Simoes, Elisa de Gortari, Fabio Morábito, Beatriz Novaro, Pavel Granados, Marianela Saavedra, entre muchas otras y muchos otros.
La mayoría de ellas y ellos, acompañados por el poeta y creativo, Daniel Téllez, impulsor de este proyecto y de muchos otros de corte alternativo para la difusión de la literatura mexicana y latinoamericana, quien con su amplia experiencia creativa y académica cumple con esa función de recomendar lo más propositivo del panorama actual de las expresiones literarias en lengua hispana, aunque, seguramente, en otros idiomas también.
La visita a este local, ubicado en la calle de Mérida, número 215, en la colonia Roma, promete buenos libros, excelente café y obtener la Hoja Literaria Asidero, publicación mensual gratuita, en la que se comparten algunos textos de autores y autoras cuyas propuestas están marcando pauta en la creación literaria contemporánea.
Conocer un lugar como Fiel a la tierra es una excelente manera de celebrar el Día Mundial del Libro, a conmemorarse el próximo 23 de abril, fuera de los dictámenes del mercado y sumergiéndose en la riqueza de poder acercarse a proyectos editoriales independientes, enfocados en privilegiar las buenas experiencias lectoras, dar voz a las inquietudes creativas, incentivar las perspectivas críticas y dialogar.
