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El capítulo final: la anexión de Palestina

El primer ministro Netanyahu parece estar cerca del capítulo final, la anexión de Palestina y con ello su control. | Eduardo Zerón García

Escrito en OPINIÓN el

La situación en Medio Oriente se encuentra en un punto crítico, con Washington y Jerusalén tensando sus posturas frente a los crecientes conflictos en la región. Mientras el presidente Trump asegura la liberación del último ciudadano estadounidense secuestrado por Hamás, este mismo se ve obligado a equilibrar las prioridades estratégicas entre Estados Unidos e Israel. El primer ministro Netanyahu, por su parte, parece estar cerca del capítulo final, la anexión de Palestina y con ello su control. 

El objetivo es claro: reducir el territorio palestino a una estrecha franja entre el Mediterráneo y Egipto, limitando así sus opciones políticas y territoriales. Esta política, si se concreta, podría enterrar definitivamente la perspectiva de una solución de dos estados, una visión que Trump había promovido en su política exterior, pero que se ve cada vez más distante ante las dinámicas actuales.

Trump —-de colmillo largo— no va a caer ante las pretensiones que intenta imponer Jerusalén y tampoco va a permitir ser arrastrado a la dinámica de ser parte de una narrativa que implique una nueva masacre Palestina, de más abusos y que sugiera una nueva ola de crímenes de lesa humanidad y que por el otro lado genere un terrorismo permanente por estas pretenciones, enrareciendo cualquier tipo de negociación, alimentado todos los motivos para estos preceptos.

En este contexto, Trump logró la liberación del último rehén estadounidense en manos de Hamás y, con un giro contundente, desmanteló la oleada de activismo antisemita que se gestaba en varias universidades estadounidenses. Sin embargo, lo más significativo es su maniobra diplomática: apartó a Israel de las negociaciones con Irán y comenzó a construir acuerdos bilaterales con otros actores clave de la región, sin exigirles la normalización de relaciones con Jerusalén.

Este enfoque rompe con la línea tradicional. El caso más claro: Arabia Saudita. Trump está a punto de cerrar el mayor contrato de venta de armas de la historia, 142 000 millones de dólares, sin pedirle a Riad que se haga amigo de Israel. Cooperación sin condiciones. Así está jugando.

Aún más sorprendente resulta la “hoja de ruta” que Trump estaría dispuesto a ofrecer a Teherán, una propuesta que ha tomado por sorpresa a propios y extraños, especialmente si se recuerda que el último en intentar algo similar fue Barack Obama, justo antes de escalar hacia una guerra económica diseñada por Adam Szubin entonces director del OFAC y quien, junto con Jack Lew fueron los arquitectos de las sanciones financieras más contundentes contra Irán. 

Hoy, las sanciones siguen vigentes. Pero Trump podría moverlas, bajarlas, renegociarlas… a su estilo. ¿El plan? Máxima presión para llevar las exportaciones de petróleo iraní a cero y lograr dos cosas: frenar su programa nuclear y cortar el financiamiento de sus proxies en la región. Y entre ellos, por supuesto, Hamás.

Mientras tanto, los americanos —ya desde la era Biden— vienen reposicionando a sus aliados. Qatar, por ejemplo, ha sido útil como safe zone para negociaciones regionales. Emiratos Árabes Unidos opera como puente entre Israel, EU y el Golfo. Egipto mantiene su peso, con un Al Sisi al que Trump llama sin rodeos “su dictador favorito”. El dato es potente: Estados Unidos ha logrado cercar a los enemigos de Israel, esta vez… sin Israel al frente.

Moneda en el aire: la visa

Complicado el caso de la gobernadora Marina del Pilar y su esposo. No tanto por la revocación de la visa —que ya sería bastante— sino por el escándalo que se desató y que ni ella, ni su partido, ni sus abogados han podido frenar con firmeza. 

El tema es más grave de lo que parece. Porque esto abre la puerta a una nueva lista de funcionarios y gobernadores que podrían correr la misma suerte. Sheinbaum hace bien en no meterse. Pero lo mejor sería que se entere. Porque si esto escala, más vale que se deshaga pronto de quienes tampoco tuvieron la decencia de advertirle que estaban en problemas.

Y ojo, esto no es nuevo. En el gobierno peñista un secretario paso por la misma suerte, su problema se dirimió con mucha diplomacia, pero este funcionario fue tachado incluso de la posibilidad de ir en la comitiva presidencial. 

Eduardo Zerón García

@EZeronG